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Oh!
Mi Jesús, de tus labios abiertos en la Pasión Dolorosa que sufriste, labios
rasgados por golpes y latigazos, desgarrados de intenso dolor, deseo
tocarlos, sentir la Gloria de la Encarnación.
Amado Jesús, háblame con esos labios ensangrentados, como claveles
enrojecidos, cardos, lirios, azaleas y olivo; como gorriones ultrajados bajo
el peso de los golpes de soldados enardecidos.
Háblame Jesús, que de tus labios todo es de Cielo, con esos labios sabor a
miel, con esos labios casi sin piel, deseo oírte, Jesús querido, Jesús
amado, mi corazón.
Ese calor que de ellos emanas, dolor de Dios, dolor de Gloria, labios
partidos, dolor de Amor.
De esos tus labios tan destrozados, donde la sangre toca lo más perfecto
de la Creación, intenso aroma de tu boca sale, a rosas blancas a rosas
rojas; aromas dulces del corazón.
Dame un beso, Jesús amado, con esos labios sabor a Cielo, un beso ardiente
del Crucificado, del humanado Jesús y Dios.
Tus labios bellos queman mi corazón, labios partidos de tanto amor,
háblame Santo Crucificado, que siento morir por solo verlos, un beso pido,
de esos tus labios enrojecidos, ensangrentados, de tu Pasión.
Dame una gota de esa Tu Sangre, tus labios rotos sabor a miel, Tú,
Redentor del mundo, Tú, Jesús amado, como Cordero crucificado, de esos
labios enamorados, dame un beso que mi alma espera con ansias ardientes como
tus labios puros también lo son. Tengo sed de esa tu boca como mirtos rojos
que me deleitan tan solo mirarlos, tan sólo tocarlos.
Me das un beso Jesús amado?, No ves que espero con tanto anhelo tocar el
cielo? Un beso tuyo! Jesús, un beso tuyo, y ahí prendido del amor, acoplado
a tu Pasión, sostenido del Todo, ahí, yo me quedo.
Hilda Soto
Jiménez
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