ROSARIO DE LA INMACULADA
CONCEPCIÓN
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Por favor, leer esta página hasta el final.
(Utilizar un rosario tradicional)
Hijos míos,
Puesto que algunos me lo piden voy a darles ahora el
Rosario de la Inmaculada
Concepción.
Algunos corazones exultarán de gozo porque sabrán que escuché sus oraciones.
Vengo a tomar a cada niño sobre la Tierra contra mi Seno Maternal para que este
rosario sea para cada uno un momento de encuentro privilegiado conmigo, un
compartir de ternura inolvidable, una fuente de sanación profunda de todo
aquello que pudo manchar el cuerpo, el corazón o el alma.
Recibid, esta oración como un murmullo,
como un soplo de amor depositado en vuestros corazones,
como el profundo agradecimiento de vuestra Madre ante todo lo que hoy me es
ofrecido, por el corazón, por las oraciones,
por estas flores tan bellas,
por todas vuestras intenciones,
por vuestros diálogos conmigo,
por vuestras peticiones incesantes que vienen a colmar mi Corazón de Mamá.
Amén
Comenzar por un
"Credo"
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, de
todo lo visible y lo invisible Creo en un solo Señor, Jesucristo Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de
todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, La Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica,
Confieso que hay
un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén
Un "Padre Nuestro"
Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre, hágase tu
voluntad, así en la tierra, como en el cielo, el pan nuestro de cada día dánosle
hoy y perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos
ofenden. y no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Tres "Ave María"
Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, y bendita tu
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa
María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
Y un "Gloria".
Gloria al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y
siempre por los siglos de los siglos. Amén.
SOBRE LAS CUENTAS GRANDES.
Maria Inmaculada Concepción,
Tú que recibisteis todas las gracias de Dios Padre,
ten piedad de nosotros, pobres pecadores,
e intercede para que obtengamos sobre esta Tierra
la purificación de los cuerpos, de los corazones y de las almas
para que nada pueda poner obstáculo a nuestra entrada en el Reino.
Amén
SOBRE LAS CUENTAS PEQUEÑAS me cantareis:
María,
en tu Pureza Virginal, Ayúdanos a alejarnos del pecado. Amén.
AL FINAL DE LAS CUENTAS PEQUEÑAS (10):
Oremos:
Dios Padre nuestro, por tu infinita bondad y por tu amor sin limites hacia
nosotros, te pedimos humildemente que por el Corazón Inmaculado de María, vengas
a tocar nuestros corazones con el poder del Espíritu Santo, para que, deseemos
siempre, aquí abajo, crecer en santidad y coloca entre Tus manos, por Jesús Tu
Hijo, todo el peso de nuestros pecados, para que libres de toda mancha, podamos,
Papá, reposar entre tus brazos.
Amen.
Volver nuevamente a comenzar la siguiente cuenta grande hasta terminar el rosario.
(Recibido en Nuestra Señora del Domingo (Sur del Francia), el 8 de diciembre de 2005)
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Comentario: Debemos agradar a nuestra Madre Inmaculada, ¿Qué nos pide María? Confesión, Comunión, ayuno, cumplir los mandamientos de Dios y de la Iglesia.
"Santísima y siempre Virgen María,
consagro de por vida mi corazón a tu Inmaculado Corazón.
También te consagro mi familia.
Bendícenos y, a la hora de la muerte,
llévanos al Cielo.
Te pido perdón por lastimar a tu hijo Jesús,
Nuestro Señor, con cada pecado mío
y por lastimar tu Corazón tan lleno de amor maternal.
Ayúdame a no hacerlo,
quiero hacer una buena confesión,
y volver a comulgar como antes. Amén
Confesión: No tengan vergüenza, revisen su vida completa (desde la niñez hasta ahora), en una hoja escriban todos los pecados, especialmente los pecados de impureza, pidan una hora con un sacerdote y realicen una confesión de toda su vida, con el mayor detalle cada pecado, no dejan nada a la ambigüedad, no omitan nada. Incluyan jugueteos sexuales que hayan tenidos con novias o novios, aún cuando no hayan llegado a una relación sexual. También si hemos sido responsables de los pecados de otros, malos consejos, etc. Todo, todo, todo, no importa que se hayan confesado muchas veces. Esta confesión háganla solamente una vez en la vida, ¡ahora! Luego de esto, sigan confesándose con habitualidad (una vez al mes), no importa que sean pecados veniales. Jesús va a estar con ustedes en ese momento y al final Él debe decir: Hijo o hija, hiciste una buena confesión, eso era exactamente lo que yo esperaba de ti.
Hermanos, en el momento de nuestra muerte, Jesús va a mirar nuestra alma y no debe encontrar ninguna mancha de pecados no confesados (el asunto se complica, porque pudieran estar comulgando sin haber realizado una buena confesión previa). ¿Comprenden? Ninguna mancha. Jesús quiere que lo cuenten todo y perdonarlo todo, pero tienen que decirlo todo.
Ahora bien, nada de todo lo que hemos dicho anteriormente es válido si no existe un arrepentimiento sincero, pero dejemos que el propio Jesús lo explique:
"No puede haber Confesión válida sin arrepentimiento sincero, no puede haber arrepentimiento sincero sin un serio y eficaz propósito de no querer pecar más.
¡¡¡Sincero propósito de no pecar más!!!!
Muchas Confesiones son nulas. Muchas son dos veces sacrílegas. Quien se confiesa sin tener las disposiciones requeridas y quien absuelve sin cerciorarse que las requeridas disposiciones existan, profana el sacramento y comete un sacrilegio" (Texto completo)
El Padre Marcel Nault nos cuenta en su libro:
Cuando venía de Lisboa a Fátima por autobús, tuve la ocasión de predicar a los laicos, sacerdotes y obispos presentes en el autobús. Les imploré: “Por favor, cuando lleguen a Fátima, por qué no se animan a hacer una buena confesión general de vida. Quizás hace diez años, quizás hace cincuenta, no han tenido el valor de confesar ese pecado grave por vergüenza. Por favor, hagan una confesión santa y completa en Fátima antes de su regreso. Hay muchos sacerdotes en Fátima que nunca más volverán a verles hasta que lleguen al Cielo.” Yo predico a los Obispos como lo hago con toda persona, porque los Obispos también tienen un alma que salvar. (el Libro está en Nuestra Biblioteca)
Y que nos dice el Padre Antonio Royo:
¿Lo preguntas tú? ¿Cuántas veces te ha perdonado Dios? ¿Cinco? ¿Cinco mil? ¿Cincuenta mil? ¿Y todavía preguntas si Dios es infinitamente misericordioso? ¿Pero no sabes que si Dios no fuese infinitamente misericordioso, el mismo día que cometiste el primer pecado mortal se hubiera abierto la tierra y te hubiera tragado al infierno para toda la eternidad? Precisamente porque Dios es infinitamente misericordioso espera con tanta paciencia que se arrepienta el pecador y le perdona en el acto, apenas inicia un movimiento de retorno y de arrepentimiento. Dios no rechaza jamás, jamás, al pecador contrito y humillado. No se cansa jamás de perdonar al pecador arrepentido, porque es infinitamente misericordioso, precisamente por eso.
.....¡Pobre pecador que me escuchas! Aunque lleves cuarenta o cincuenta años alejado de Cristo; aunque te hayas pasado la vida entera blasfemando de Dios y pisoteando sus santos mandamientos, fíjate bien: si quieres hacer las paces con Él no tendrás que emprender una larga caminata; te está esperando con los brazos abiertos. Basta con que caigas de rodillas delante de un Crucifijo, y honradamente, sinceramente, te arranques de lo más íntimo del alma este grito de arrepentimiento: “¡Perdóname, Señor! ¡Ten compasión de mí!” Yo te garantizo, por la sangre de Cristo, que en el fondo de tu corazón oirás, como el buen ladrón, la dulce voz del divino Crucificado, que te dirá: “Hoy mismo, al caer la tarde, al final de esta pobre vida, estarás conmigo en el Paraíso”.
Pero para ello Cristo te pone una condición sencillísima, facilísima.
Que te presentes a uno de sus
legítimos representantes en la tierra, a uno de los sacerdotes que dejó
instituido en su Iglesia para que te extienda, en nombre de Dios, el certificado
de tu perdón. Basta que
hables unos pocos minutos con él. Te escuchará en confesión, te animará, te
consolará con inmensa caridad y dulzura. Y en virtud de los poderes augustos que
ha recibido del mismo Cristo a través de la ordenación sacerdotal, levantará
después su mano y pronunciará la fórmula que será ratificada plenamente en el
cielo. “Yo te absuelvo, vete en paz, y en adelante, no vuelvas a pecar”. Así
sea.
Es cierto que el que muere en pecado mortal se condena, aunque haya rezado muchas veces el rosario durante su vida. Eso, desde luego. El que muere en pecado mortal se condena, aunque haya rezado muchas veces el rosario. ¡Ah!, pero lo que es moralmente imposible es que el que reza muchas veces el rosario acabe muriendo en pecado mortal. La Virgen no lo permitirá. Si rezáis diariamente, y con fervor, el rosario, si invocáis con filial confianza a la Virgen María, Ella se encargará de que no muráis en pecado mortal. Dejaréis el pecado; os arrepentiréis, viviréis cristianamente y moriréis en gracia de Dios. El rosario bien rezado diariamente es una patente de eternidad, ¡un seguro del cielo!
Y una de las más fundamentales tiene que ser ésta: en adelante no voy a cometer jamás la tremenda imprudencia de acostarme una sola noche en pecado mortal, porque puedo amanecer en el infierno. Reflexionad un instante: ¿quién de vosotros se atrevería a acostarse una noche con una víbora venenosa en la cama? Hasta que no le aplastaseis la cabeza no podríais conciliar el sueño: es cosa clara y evidente. (Son sólo algunos trozos sueltos del libro, bájenlo desde Nuestra Biblioteca Link abajo) y léanlo con detención).
Y que nos dice Jesús a través de Catalina Rivas:
El Señor me dictó un mensaje para una joven diciéndome: “Dile que durante mucho tiempo he esperado este momento y espero su entrega”. Era una joven que fue a buscar a nuestro director espiritual para realizar una confesión de vida. De pronto escuché un bullicio de gente que gritaba. Miré inmediatamente hacia el lugar desde donde provenían los ruidos y era el balcón de la habitación donde estaba confesándose la joven.
Lo que vi fue espantoso: figuras
absolutamente desagradables, criaturas deformes, que salían corriendo y gritando
y se arrojaban por el balcón al vacío. Al arrimarme a mi ventana para ver la
caída, que fue mi primer impulso, no vi más a nadie. En ese momento entró el
amigo que había pedido al padre la Confesión para ella, y ambos pudimos escuchar
claramente el ruido de cadenas y fierros que parecían rasgar el techo y las
paredes.
Pude ver entonces a la joven que estaba sentada, confesándose, pero no delante del sacerdote sino frente a Jesús mismo. Yo no veía al sacerdote, era Jesús Quien había tomado su lugar. El Señor se veía de perfil, con las manos entrelazadas como en ademán de oración, mientras apoyaba sobre ellas Su mentón; pero Su actitud era de atenta escucha.
Detrás de la muchacha y junto a
la puerta de la habitación estaba el grupo de personas entre las cuales se
reconocía una monja, vestida de azul y con velo negro. Junto a ella, sobresalía
un Ángel con las alas muy grandes, una figura majestuosa, con una gran lanza en
la mano derecha, mirando a izquierda y derecha, en actitud de alerta. Pensé que
podría ser San Miguel Arcángel, o algún capitán de su Milicia Celestial.
En el fondo, a la derecha de Jesús y de la joven que se confesaba, reconocí a la Virgen María, de pie, vestida como Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, con un traje que parecía de seda, color perla, y un manto color “tostado”, o caramelo, con los emblemas que usualmente lleva esa imagen.
Dos ángeles muy altos, de pie,
sostenían sus lanzas en una mano, observando de manera atenta, al igual que el
de la puerta. Estaban vigilantes y alertas, como custodiando a la Virgen, que
permanecía de pie con las manos en oración, mirando hacia el cielo, mientras
ellos parecían vigilar todo el recinto.
Había muchos pequeños ángeles
que iban y venían, como si fueran transparentes. En cierto momento, Jesús
levantó la mano derecha dirigiendo la palma a cierta distancia de la cabeza de
la joven. Toda Su mano
estaba llena de luz, de ella salían rayos dorados que la cubrían enteramente con
todo esplendor,
transformándola. Yo veía cómo el rostro de la penitente iba cambiando, como si
le quitaran una máscara... Vi cómo ese rostro duro de antes, se transformaba en
otro más noble, dulce y pacífico.
En el instante en el que el
Señor impartía la absolución,
la Virgen hizo una genuflexión e
inclinó la cabeza y todos los seres que estaban a su alrededor hicieron lo
propio. Jesús se puso de
pie, se acercó a la penitente y recién pude ver al sacerdote sentado donde antes
estaba Jesús. El Señor abrazó a la joven y la besó en la mejilla. Luego se dio
la vuelta, abrazó al sacerdote y también lo besó en la mejilla. (Son sólo
algunos trozos sueltos del libro, bájenlo desde
Nuestra Biblioteca,
link abajo, y léanlo con detención, se llama
Providencia Divina, testimonio
por Catalina Rivas, lean desde la página 47 en adelante).
Hermanos, Dios ha permitido que los autores de este portal hayan tenido varias experiencias con el demonio, esto ha sido así para que nosotros lo compartamos con ustedes. Nos hemos dado cuenta de algunas cosas que muy pocos perciben. Él nos vigila todo el tiempo, se ilusiona con nuestras almas, las desea, las quiere poseer, quiere quitárselas a Dios. No se ve como lo dice Jesús, pero ¡está!, donde ustedes jamás se lo imaginan. Muchas veces ustedes piensan que están solos, afuera el bullicio de la gente, el cálido sol de primavera, la alegría, pero hay alguien que los observa en lo oculto y sabe de todos vuestros movimientos. Y ¡qué fácil! es moverse así, sin ser visto. Si nosotros pudiéramos de alguna forma percibir cuando está junto a nosotros, pecaríamos menos. Y así nos espera esperanzado hasta el día de nuestra muerte. Por ello, como nos dice el Padre Royo, es una insensatez, una imprudencia acostarse en pecado mortal.
Miren, tan grave es todo esto, y la lucha inmensa, que nosotros no vemos, entre las fuerzas del bien y el mal que la Virgen y Jesús no descansan un minuto, llamando, implorando, rogando que se conviertan. Se están apareciendo a través de videntes en tantas partes, siempre con el mismo mensaje: arrepentimiento, confesión y comunión.
Si usted está leyendo estas líneas, no es por casualidad como se lo imagina, es la Virgen Inmaculada quien lo trajo aquí. Pregúntense con la mano en el corazón ¿Por qué?
Esto es lo que María espera de ti,
Esto es lo que nuestro amado Jesús espera de ti; una buena confesión.
Esto es lo que Dios quiere.
Dios Padre el día 13 de Octubre de 2010 nos dice lo siguiente:
Debéis tratar de quitar de vuestra vida todo aquello de lo cual os pudierais sentir avergonzados cuando os presentéis ante Mí.
Hijitos Míos, os he pedido seáis sinceros con vosotros mismos y con vuestros
hermanos y, con esto, os estoy llevando a vivir en la verdad. Satanás ha
introducido en el mundo la mentira y vosotros la utilizáis, desgraciadamente,
muy a menudo en vuestra vida y de ésta forma ya no sois veraces. Os aprovecháis
de la mentira para acomodar vuestra vida y para abusar de vuestros hermanos.
Cuando no vivís en la sinceridad de vida, en la honestidad, en la verdad, no
estáis viviendo realmente en el amor, porque si vivierais en el amor, no
dañaríais a nadie, porque la mentira siempre daña, Mis pequeños.
Debéis ir erradicando todo aquello que no os lleva a una perfección de vida y,
sobre todo, de actitud personal. Vosotros no os podéis acercar a Mí en esta
forma, Mis pequeños. Cuando estéis ante Mi Presencia, fácilmente reconoceréis
vuestra vida y es entonces cuando os daréis cuenta de toda falsedad con la cual
vivisteis en algunos momentos durante vuestra vida y eso hará que vosotros os
sintáis mal ante Mí, porque Yo Soy la Perfección y vosotros, si actuasteis de
esa forma, no buscabais la perfección en vuestra vida.
Debéis procurar, Mis pequeños, de ir erradicando toda esa falsedad de vida y,
aunque el tiempo es corto,
debéis tratar de quitar
de vuestra vida todo aquello de lo cual os pudierais sentir avergonzados cuando
os presentéis ante Mí.
El alma, cuando es juzgada, debe sentirse a gusto de estar ante Mi presencia y,
esto se logra, Mis pequeños, a través de un ejercicio diario para buscar la
virtud en vuestras vidas, viviendo así, virtuosamente y en el amor, vosotros
vais alcanzando la santidad a la que Yo quiero que lleguéis todos vosotros y
cuando os presentéis ante Mí, que Soy el Santo de los Santos, vosotros estaréis
como en familia.
Eso es lo que deseo, Mis pequeños, que viváis en familia Conmigo, con vuestro
Dios ya desde aquí en la Tierra. Debéis de tratar de evitar ya toda falsedad en
vuestra vida, para que seáis ejemplo ante vuestros hermanos y que vayan tomando
de vosotros ese ejemplo santo que vosotros debéis diseminar por toda la Tierra.
Si Satanás se ha encargado de diseminar la mentira, vosotros, como hijos Míos,
hermanos de Mi Hijo Jesucristo, debéis diseminar el amor, la virtud, la verdad,
esa es vuestra tarea para la cual vinisteis a la Tierra, para luchar contra toda
la falsedad, contra toda la maldad que Satanás ha diseminado a lo largo del
tiempo.
Ahora es vuestro tiempo, ahora es el tiempo de Mis hijos sobre la Tierra, de los
apóstoles de Mi Hijo, de estos tiempos y sois todos vosotros, los que estáis
Conmigo, que Me seguís, que entendéis la problemática actual, que estáis
dejándoos guiar por el Santo Espíritu que habita en vosotros, que es Mi Vida en
vosotros.
Quiero que entendáis todo esto, Mis pequeños y lo pongáis en práctica, porque
estáis a segundos de entrar a ese Nuevo Tiempo, en que se vivirá de la forma en
que os estoy pidiendo que actuéis.
Sed pues, un ejemplo vivo de Mi Vida, de la Vida de Mi Hijo sobre la Tierra y
estaréis preparados para entrar en los Nuevos Tiempos.
Venid a Mí,
venid ante los sacerdotes, aquellos ministros en donde Mi Hijo dejó Su Poder del
Perdón de vuestros pecados.
Hijitos Míos, os pido que hagáis, no una sola vez al día, sino varias veces al
día, un examen de conciencia. El examen de conciencia, os lleva a la perfección.
Cuando vosotros hacéis vuestro examen de conciencia, primeramente os estáis
reconociendo humildes, necesitados, no sois soberbios, no os creéis perfectos,
porque cuando os creéis perfectos no pedís Mi ayuda. En cambio, cuando hacéis
vuestro examen de conciencia, os dais cuenta de que ahí falta algo, algo bueno
en los actos que llevasteis a cabo ése día en vuestra vida o en el pasado. Si no
lo habéis hecho continuamente y, a veces, aunque lo hayáis hecho continuamente,
siempre hay algo escondido que Yo os voy trayendo a la luz y os pido, de esta
forma, que os arrepintáis de algo que está en el pasado, escondido, aunque ya
haya sido perdonado, pero afecta en cierta forma a vuestra vida, porque siempre
los actos malos van a afectar de alguna forma vuestra vida, tanto física como
espiritual.
Al actuar vosotros en humildad, también llegaréis a la necesidad de pedirme que
os ayude y Yo lo haré, Mis pequeños, porque Yo quiero que vosotros caminéis
erguidos, seguros de vosotros mismos, en el sentido de que estáis viviendo en
Fe, en amor y en confianza en Mí, porque aquél que tiene cosas que ocultar, no
levanta su cara hacia Mí, se siente culpable y Yo no quiero que vosotros viváis
así, Mis pequeños. Yo conozco ciertamente vuestro corazón, conozco vuestra vida,
conozco vuestros
actos, aun a aquellos que habéis realizado en lo escondido, creyendo vosotros
que nada más vosotros conocéis esos actos malos que realizasteis, pero no es
así, Mis pequeños, Yo también los conozco y conozco vuestro pensamiento futuro,
conozco todo aquello que vosotros hacéis y pensáis.
A Mí no Me podéis esconder nada pero, para que puedan ser perdonados vuestros
pecados, vosotros debéis de traerlos a vuestra mente, a vuestro corazón y debéis
pedir, con un arrepentimiento de corazón, que Yo os perdone, porque si los
mantenéis ahí escondidos, creyendo que Yo no los conozco, escondidos se quedarán
y os seguirán afectando, tanto en vuestra vida de relación, como en vuestra vida
espiritual.
Enfrentaos a la realidad de vuestra vida, sed veraces con vosotros mismos.
Os vuelvo a repetir, sed sinceros, sed honestos con vosotros mismos, para que
podáis ser perdonados y de esta forma podáis caminar hacia Mí, erguidos y
alegres, Mis pequeños, porque aquél que esconde algo, nunca está alegre, está
triste, se siente mal ante los demás y peor, se siente mal ante Mí, que Soy
vuestro Dios.
Dejad ya vuestro pasado, dejad todo aquello que os está afectando y venid a Mí,
venid ante los
sacerdotes,
aquellos ministros en donde Mi Hijo dejó Su Poder del Perdón de vuestros
pecados. Llegad a ellos arrepentidos y en humildad y veréis que cuando recibáis
Mi Perdón, a través de ellos, os sentiréis felices de haberos quitado ese peso,
que quizá lleváis años con él.
Os amo, Mis pequeños, Mi Misericordia es infinita, Mi Amor perdona todo, pero
necesito que vosotros, en humildad, os arrepintáis, pero reconociendo de corazón
y pidiendo también de corazón que ya no queréis estar bajo esa falta, bajo esa
vida mala que llevasteis y que os ha afectado tanto. Sois Mis hijos y vosotros
estáis creados para el amor y la felicidad y así os quiero ver siempre, felices,
contentos y sobre todo, Conmigo, nunca alejados de Mí.
El hombre
siente que no hay pecado en su vida, que no necesita acercarse al Sacramento de
la penitencia.
Hijitos Míos, Satanás, en una forma muy inteligente, ha causado en el mundo que
el hombre pierda la conciencia del mal y, de esta forma, el hombre siente que no
hay pecado en su vida, que
no necesita acercarse al
Sacramento de la penitencia
para arrepentirse de sus pecados, porque si no se le ha enseñado qué es pecado y
cómo daña a Mi Corazón, estas almas no tienen el por qué acercarse a la
confesión y menos al arrepentimiento, porque no tienen conciencia del pecado y
esto es muy grave, Mis pequeños, porque de esta forma, el hombre vive en
continuo mal.
Un alma que vive
en continuo mal no está recibiendo plenamente Mis Gracias y Bendiciones.
Esas almas viven en la ley del mundo, en la ley natural, como animalitos y
vosotros no sois animalitos, tenéis un alma y los animales no la tienen y un
alma que debéis cuidar, porque Satanás os la quiere quitar. Al quitaros esa
conciencia del mal, en cierta forma ya os la ha arrebatado. Esto es muy grave,
os repito, porque se está llevando Satanás
lo más valioso que
tenéis y vosotros
no os dais cuenta de ello.
Vosotros, Mis pequeños, los que estáis Conmigo, los que habéis recibido con
vuestro corazón abierto la Evangelización de Mi Hijo, todo lo que se os ha dado
en las Sagradas Escrituras, lo que habéis recibido a lo largo de vuestra vida y,
además, aquellos de vosotros que habéis buscado crecimiento espiritual, porque
así lo desea vuestra alma y habéis hecho caso a vuestro corazón, a través de los
Consejos de Mi Santo Espíritu que habita en vosotros, os pido por todas estas
almas de vuestros hermanos alrededor de la Tierra, que están viviendo engañados
por Satanás, que creen vivir en el Bien y peor aun, hasta recomiendan vivir de
la forma en que ellos viven. Ellos sienten no tener ninguna falta en su
interior, aunque siempre Mi Santo Espíritu les está indicando que algo hay malo,
pero ellos no están plenamente seguros de ese mal, porque no han querido o no
han tenido la oportunidad de recibir esa educación espiritual.
Os pido mucho por ellos,
orad mucho por ellos,
para que Mi Santo Espíritu les ayude a reaccionar antes del fin de su vida, pero
es necesario que lo hagan antes, para que su vida aquí en la Tierra no sea
estéril, porque no vinisteis a vivir en el mal y sobre todo, a procurar el mal a
través de vuestro ejemplo. Vosotros
estáis creados para el
Bien y eso es lo
que debéis transmitir, el Bien que viene de Mí.
Buscad pues, Mis pequeños, aun dentro de vuestro corazón, de vuestra conciencia,
cómo os encontráis y eso
lo haréis repasando los
Mandamientos que
Yo os di desde antiguo. Cuando vosotros los repasáis y los meditéis de corazón,
es cuando os vais dando cuenta de los errores en los cuales podéis caer o ya
caísteis, de esta forma es como vais vosotros normando vuestra conciencia hacia
el Bien.
Pedid siempre la ayuda Divina, para que vuestros actos se perfeccionen, para que
vosotros podáis vivir de acuerdo a Mi Voluntad y a Mis deseos y
para eso os dejé los
Mandamientos,
para que fueran un recordatorio para vuestra vida, para que no cayerais en el
mal, hacia donde vuestra carnalidad os lleva en forma natural por el Pecado
Original. Si vosotros no vivierais afectados por el Pecado Original, como vivían
vuestros Padres antes del él, no había esa, podríamos decir, caída natural de la
carne hacia el pecado, porque ellos no estaban afectados por ningún tipo de
pecado pero, después del Pecado Original, vosotros estáis afectados en vuestra
carne y, por eso,
os di los Mandamientos, para que os dierais cuenta hacia dónde la carne os lleva
si vosotros no tratáis de luchar contra toda ésta necesidad carnal.
Debéis limitar esa necesidad carnal negativa y debéis vivir más en vida
espiritual, para que podáis vencer las fuerzas naturales del pecado que tenéis
en vuestra carne.
Venid a Mí, Mis pequeños, pedidme lo que necesitéis, para que podáis ser
perfectos. Yo Soy vuestro Padre y Soy el Perfecto y
quiero hijos perfectos.
Sois débiles, pero Mi Gracia es más fuerte y Yo os quiero levantar a todos
vosotros. Cada uno de vosotros es diferente en cuanto a vuestra carnalidad, a
vuestras fallas personales y os debéis ayudar los unos a los otros,
os debéis aconsejar los
unos a los otros.
Cuando veáis que alguno de vuestros hermanos está yendo por el mal camino,
vosotros, si realmente sois humildes y queréis crecer en la perfección, debéis
aceptar que se os amoneste y agradeced a vuestros hermanos que os hayan llamado
la atención, porque están viendo en vosotros que no estáis caminando hacia la
perfección.
Agradecedles y ayudadles también a ellos cuando lo necesiten, eso es vivir en
una hermandad de amor, de virtud, de perfección, porque ahí es a donde os quiero
llevar aquí en la Tierra, para que paséis fácilmente después al Reino de los
Cielos, porque así es como se vive aquí Conmigo, Mis pequeños.
Comentario nuestro: Todo el sentido de este portal católico (que no hemos estado libres de los ataques del demonio) es invitarlos a volver al Padre y que bonito en estos párrafos precedentes entender como Él piensa y como nos invita a reconciliarnos con Él y a cambiar nuestras vidas. Nos lo dice claramente, cuando nos presentemos frente a Él, con la frente en alto, nunca avergonzados, porque confesamos TODOS nuestros pecados y cambiamos de vida buscando la perfección. Dios es perfecto y debemos tratar de parecernos a Él. Si no tomamos las riendas de nuestras vidas y cambiamos, ese encuentro con Dios después de nuestra muerte va a ser penoso para nuestra alma.
Terminando les dejamos una frase de Jesús, donde nos recuerda que pecado confesado es pecado perdonado y no debemos tener remordimientos sobre ellos, sí, aprender para no volver a cometerlos:
"Vigila tus pensamientos de tal forma que no se altere tu paz. La culpa por
pecados pasados que ya se confiaron a Mi misericordia proviene siempre de
Satanás. La culpa es falta de perdón de uno mismo. Todo el que me ama tiene que
confiar en Mi Misericordia. Piensa en los pecados pasados sólo para aprender de
ellos y lo que te motivó a pecar."
Comunión: Lo más seguido que puedan, en días de semana también.
Ayuno: Si vuestra salud lo permite y en la medida de vuestras fuerzas, a pan (no evitarlo) y agua (puede ser café o té), miércoles y viernes.
Mandamientos de la ley de Dios y de la Iglesia: Cumplirlos todos, ¿Hay faltas nuevamente? A confesarse.
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