MENSAJE Nº 13 SAN MIGUEL
EL CIELO
EL CIELO
Yo, San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia Celestial, vengo a hablar hoy
por medio de Lore, a mi ejército militante acerca del Cielo, recompensa de Dios
Padre para todos los hombres de buena voluntad, que lo aman y cumplen sus
mandamientos.
Querido ejército militante, hay muy pocas almas que van directamente al Cielo, y
es porque hoy en día la humanidad se desvía por caminos equivocados, y el mundo
los induce a pensar que lo único que existe es la vida terrenal, y que por lo
tanto, sólo hay que ver por el bienestar en la tierra, olvidándose que son
cuerpo, alma y espíritu, y que han sido creados para trascender y no vivir una
vida efímera que termina como un soplo de aliento.
La vida del hombre es tan corta comparada con la eternidad, que no vale la pena
poner la energía y vitalidad en alcanzar bienes terrenales, porque es un engaño
para el hombre; es correr tras el viento y otras cosas vanas; es vanidad de
vanidades.
Pueblo de Dios, vean por sus interese eternos, y le hallarán el sabor a conocer
los misterios de Dios, que los llevarán como hoja que lleva el viento, a cumplir
con sus misiones específicas a las que fueron llamados desde el vientre de sus
madres.
Trasciendan, la vida no termina en la tierra; valórense y miren que la eternidad
los espera.
Las almas que van al cielo, son almas que supieron entregar su vida a Dios y se
abandonaron a su Divina Voluntad, dejando que Dios actuara en ellos; por lo
tanto, se llenaron de virtudes que adornaron sus almas de la belleza de Cristo,
dejándola actuar en sus vida y dejándose moldear por el amor de Dios.
El Cielo les da su recompensa a sus hijos obedientes que no guardaron sus
denarios, sino que los multiplicaron.
Ir al Cielo es algo inigualable, y no hay palabras humanas que existan para
poderles explicar el gran gozo que invade a las almas cuando van al Cielo,
quienes son totalmente felices.
Ahí no existe el sufrimiento, ni el aburrimiento, ni el hambre, ni la sed, ni la
tristeza; todo es alegría porque se comparte con el Creador su Gloria y las
almas son alumbradas por el amor de Dios, que irradian mucha paz y alegría.
Los Ángeles, gustosos reciben al alma que llega al Cielo con gozo y alegría; los
familiares de los recién llegados, lloran de alegría al ver a sus hijos, nietos,
primos, sobrinos, tíos, etc., llegar al Reino de Dios .
Es maravilloso cuando el alma pisa el Cielo, hay un gran júbilo y gozo; todo es
alegría y la cruz pesada que se venía cargando, se convierte en corona de
gloria.
Las personas que llegan ahí, miran extasiadas la hermosura del Cielo, y cuando
ven el rostro de Jesucristo, rebosante de júbilo al recibirlos, se pierden en
Él, y sienten la más inmensa e indescriptible alegría que pueda sentir un alma;
no se cabe en tal regocijo .
Jesús mira a las almas con ternura, las abraza con amor y les da su corona de
gloria.
El Espíritu Santo, las inunda de su poder, y las almas sienten que se derriten
de tanto amor.
El Padre las recibe jubiloso, y su Ángel de la Guarda se siente el más pleno y
feliz Ángel del Cielo, porque cumplió bien con su misión.
La Madre del Cielo, acurruca a las almas con su amor maternal y les demuestra su
amor con caricias y abrazos.
Después, llegan los familiares, amigos y conocidos, y es un gran júbilo enorme;
los Ángeles cantan de alegría, y todo en el cielo es un gran festín.
Hoy en día, están llegando muchos mártires por la persecución religiosa contra
los cristianos.
Ellos por haber derramado su sangre por el Cordero de Dios, tienen un lugar muy
especial en el Cielo. Se sientan a la mesa cerca de Cristo, en el lugar de sus
más íntimos amigos, y llevan una corona de gloria diferente a los demás.
Es tan hermoso el Cielo, y hay tanta paz y alegría, así que luchen por ir ahí y
ganen su corona de gloria.
San Miguel Arcángel, tú siempre adivinas mis pensamientos y me contestas los que
pienso, pero hoy yo quiero hablarte y decirte que me hiciste llorar de alegría;
siempre he soñado con poder ver el rostro de Cristo, soy su fiel enamorada y
también soy tu fiel mensajera; gracias por tus enseñanzas y por no abandonarnos
en estos tiempos de tribulación.
San Miguel Arcángel con tu luz ilumínanos,
Con tus alas protégenos,
Con tu espada defiéndenos.
Lore, aquí estoy para guiar a mi ejército militante a través de ti.
¡Ánimo! Que las Bodas del Cordero están listas, sólo faltan ustedes.
¡Quién cómo Dios!
¡Nadie cómo Dios!
20 de Agosto de 2016
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