YO VUESTRA MADRE SANTÍSIMA, ESTOY COMANDANDO
LOS EJÉRCITOS CELESTIALES
Solos no podréis combatir la maldad de Satanás
Mensaje entregado a J.V. el 2 de noviembre de 2013
Habla La Santísima Virgen María.
Hijitos Míos, Soy vuestra Madre, la Siempre Virgen María. Ciertamente, Mi Hijo
Jesucristo, os dio Vida en la Gracia con Su Muerte, os dio Vida en la Gracia con
Su Resurrección, os dio Vida en la Gracia con los Sacramentos y las Enseñanzas
que os ha dejado. La Iglesia es depositaria de todas estas Verdades y estos
Tesoros y a Mí, Mi Hijo, Me pidió que las cuidara y cuidara de todos vosotros,
para que pudierais, con ellas y con Nuestros cuidados amorosos, alcanzar la Vida
eterna.
Ciertamente, muchos hermanos vuestros, se han separado de estas Verdades, de
este Tesoro inmenso que tenéis en la Iglesia. Ciertamente,
Satanás, se ha
aprovechado de las almas buenas, de las almas ingenuas y las ha tratado de
llevar hacia el error, hacia la maldad.
Pero este es el tiempo ya, Mis pequeños, de la gran Purificación, en donde Yo,
vuestra Madre Santísima, estoy comandando los Ejércitos Celestiales para que
Satanás no se salga con la suya y Nos siga quitando almas, muchas de ellas,
buenas, que buscaban el bien, que buscaban un acercamiento profundo hacia las
Verdades de la Fe y por el mal ejemplo de muchos ministros de Nuestra Iglesia,
se apartaron de ella.
Sois Mis hijos, Mis pequeños, estáis a Mi cuidado, porque así Me lo pidió Mi
Hijo en la Cruz. Satanás tiembla, porque sabe que en el momento en que Nuestro
Padre Dios, dé la orden de ataque, él perderá. Ciertamente, su soberbia es
grande, su maldad, inmensa, pero le tiene miedo a esta Criatura, a esta
Pequeñita, Sierva del Señor, que Soy Yo, vuestra Madre Santísima.
Y esto os lo digo, Mis
pequeños, para que, con humildad, os acerquéis a Mí, con confianza total acudáis
a Mí, vuestra Madre, para que os proteja en estos tiempos de gran tribulación y
para que Yo pueda obtener, para todos vosotros, todas las Gracias, Bendiciones,
todo el Amor de Nuestro Dios, a través Mío.
Se Me ha dado esa Gracia, por la Santísima Trinidad de Nuestro Dios y Yo, con
gusto y con Amor de Madre, os protejo y os quiero guiar hacia la Verdad
Absoluta, que solamente proviene de Nuestro Dios y Señor. Es una Gracia muy
grande que Nuestro Dios, en Su Santísima Trinidad, Me ha concedido
y Yo Soy también Sierva
de todos vosotros, Mis pequeños. Os quiero servir a todos, ganando para vosotros
vuestra salvación eterna.
Haceos pequeñitos, haceos humildes, veos como realmente sois, necesitados de una
ayuda grande
porque, solos, no podréis combatir la maldad de Satanás.
Os repito que él Me teme, teme a Mi Humildad, teme a Mi donación absoluta, al
Amor de los Amores que es la Santísima Trinidad de Nuestro Dios y él no puede
hacer nada contra el Amor.
Dejadme pues, Mis pequeños, que Yo os enseñe a amar, como Yo amo a Nuestro Dios
en Su Santísima Trinidad y, así, Satanás no podrá hacer nada contra vosotros,
porque aquella alma que está inmersa en el Amor de Nuestro Dios, queda protegida
totalmente contra los ataques de Satanás, su maldad choca,
no penetra vuestro
corazón.
Llenaos pues, Mis pequeños, del Amor de Nuestro Dios y dejadme que Yo, vuestra
Madre Santísima, os guíe hacia la plenitud de vuestro ser. Eso es lo que os vino
a Enseñar Mi Hijo Jesucristo y Yo, como Madre, como una Madre hace, guía a sus
pequeños a un crecimiento absoluto y así va a ser vuestro crecimiento Conmigo,
Mis pequeños, en cuerpo y alma, porque seréis transfigurados por la Luz de Mi
Esposo el Santo Espíritu de Amor y Yo os prepararé para ello, Mis pequeños.
Venid a Mí, venid
a Mí confiados para que seáis transformados, con Mi ayuda, por Mi Esposo, el
Santo Espíritu de Amor y así quedéis preparados para el Nuevo Mundo que vendrá
sobre las almas escogidas de Nuestro Dios y Señor.
Gracias, Mis
pequeños.
Nota nuestra: No hay razón alguna que justifique abandonar la Iglesia por el
mal ejemplo de algunos pocos y por tomar parte con aquellos que la atacan.
Gran daño nos han hecho, pero eso no lo justifica. Así la abandonamos, dejamos
de cumplir los mandamientos y le damos la espalda a Dios. Es una falta de
fidelidad enorme de parte nuestra.
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