DEVOCIÓN
A SAN
FRANCISCO
DE ASÍS
"Altísimo, omnipotente y buen Señor
tuyas son las alabanzas, la gloria,
el honor y toda bendición.
A ti solo se deben, Altísimo y ningún
hombre es digno de hacer de ti mención...."
Bueno
es el recordar ahora las palabras secretas que Jesús hizo oír a San Francisco
cuando le imprimió las llagas; el seráfico patriarca no las dio a conocer a
nadie durante su vida; pero algunos años después de muerto las reveló a uno
de sus religiosos, como se lee en el opúsculo intitulado: Fioretti. He aquí
las palabras: “Puesto que durante la vida te has asemejado a mí quiero
que también en la muerte me seas parecido; así como el día de mi muerte bajé
al Limbo para sacar de él las almas que contenía, del mismo modo quiero que
todos los años, al día del aniversario de tu muerte, bajes al Purgatorio, para
sacar de él las almas de tus hermanos, hermanas y de todos los que te hayan
tenido devoción especial.”
ORACIONES
EN HONOR DE LAS LLAGAS DE SAN FRANCISCO
¡Oh
seráfico Padre San Francisco! Yo venero la llaga santa de vuestra mano
derecha y os suplico humildemente, por el dolor que os causo y por el mérito
que os hizo adquirir, que me alcancéis la gracia de trabajar siempre a la
mayor gloria de Dios, al provecho de mi alma y a la salvación del prójimo.
Padre....Ave....Gloria.
¡Oh
seráfico Padre San Francisco! Yo venero la llaga santa de vuestra mano
izquierda, y os suplico humildemente, por el dolor que os causo y por el mérito
que os procuró, me alcancéis que meditando con frecuencia la pasión
dolorosa de Jesús, encuentre agradable las amarguras, los disgustos y
angustias de la vida presente. Padre....Ave....Gloria.
¡Oh
seráfico Padre San Francisco! Yo venero la llaga santa de vuestro pie
derecho y os pido humildemente, por el dolor que os causó y por el mérito
que os procuró, que me alcancéis el socorro, fortaleza y constancia para
caminar siempre en el recto sendero de la ley divida y de la virtud, y para
llegar felizmente a la salvación eterna. Padre....Ave....Gloria.
¡Oh
seráfico Padre San Francisco! Yo venero la llaga santa de vuestro pie
izquierdo y os suplico humildemente, por el dolor que os causó y por el mérito
que os procuró, me alcancéis la gracia de llorar
y de detestar mis pecados a los pies de mi Salvador crucificado, de
recibir el perdón completo de ellos, y de no ofenderle jamás con el
pecado. Padre....Ave....Gloria.
¡Oh
seráfico Padre San Francisco! Yo venero la llaga admirable de vuestro
costado abierto, y os suplico humildemente, por el dolor que os causó y el
mérito que os procuró, me alcancéis una ardiente caridad, para que ame
sobre todas las cosas al Sumo Bien, y al prójimo como a mí mismo, y que
mereciendo exhalar mi último suspiro sobre el Corazón traspasado de mi
amado Salvador, pueda amarle y poseerle con Vos para siempre en el cielo. Padre....Ave....Gloria.
PLEGARIA SIMPLE
Señor, haz de mí un instrumento de tu Paz;
que donde haya odio, ponga yo amor;
que donde haya ofensa, ponga yo perdón;
que donde haya discordia, ponga yo unión;
que donde haya error, ponga yo verdad;
que donde haya duda, ponga yo fe;
que donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
que donde haya tinieblas, ponga yo luz;
que donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh Maestro, que no busque tanto
ser consolado.... como consolar;
ser comprendido.... como comprender;
ser amado.... como amar.
Pues dando.... se recibe;
olvidando.... se encuentra;
perdonando.... se es perdonado;
muriendo.... se resucita a la vida eterna.
Amén
Difícil es formarse una idea del estado de alma de San Francisco después de haber recibido la impresión de las llagas. El primer efecto de la imposición de los estigmas, parece haber sido una gran alegría. Esta sensación de reconquistada dicha interior halló poética expresión en el cántico de alabanzas que reproducimos a continuación:
CÁNTICO DE ALABANZAS
Señor Dios, tú eres santo; tú eres Dios de los dioses, que sólo haces maravillas. Tú eres fuerte. Tú eres grande. Tú eres altísimo. Tú eres omnipotente. Tú eres Padre santo, Rey del cielo y de la tierra. Tú eres Dios de los dioses, trino y uno. Tú eres bueno, todo Bien, Sumo Bien, Señor Dios, vivo y verdadero. Tú eres caridad. Tú eres sabiduría y humildad. Tú eres paciencia. Tú eres hermosura. Tú eres seguridad y templanza. Tú eres fortaleza y prudencia. Tú eres toda nuestra riqueza. Tú eres mansedumbre. Tú eres protector, guarda y defensor nuestro. Tú eres nuestro amparo y nuestra fuerza. Tú eres nuestra fe, esperanza y caridad. Tú eres nuestra dulzura. Tú eres bondad infinita, grande y maravilloso, mi señor Dios Todopoderoso, piadoso, misericordioso y Salvador.
San Francisco también nos dejó estas alabanzas para rezarse en todo momento:
ALABANZAS QUE SE HAN DE DECIR EN TODAS LAS HORAS.
Santo, santo, santo Señor Dios omnipotente, el que es, y el que era, y el
que ha de venir. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Digno eres, Señor
Dios nuestro, de recibir la alabanza, la gloria, el honor y la bendición. Y
alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Digno es el cordero que ha sido
degollado de recibir el poderío, y la divinidad, y la sabiduría, y la fuerza; y
el honor, y la gloria, y la bendición. Y alabémosle y ensalcémosle por los
siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo. Y alabémosle y ensalcémosle
por los siglos. Bendecid al Señor todas las obras del Señor. Y alabémosle y
ensalcémosle por los siglos. Alabad a nuestro Dios todos sus siervos y los que
teméis a Dios, pequeños y grandes. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos.
Alaben al que es glorioso los cielos y la tierra.
Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Y todas las criaturas del cielo y de
la tierra, y las que están bajo la tierra y el mar, y todo lo que hay en él. Y
alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Como era en el
principio y ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Oración: Omnipotente, santísimo,
altísimo y sumo Dios, todo bien, sumo bien, bien total, que eres el solo bueno,
a ti te tributemos toda alabanza, toda gloria, toda gracia, todo honor, toda
bendición, y te restituyamos todos los bienes. Hágase. Hágase. Amén.
San Francisco en éxtasis
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