JESÚS

LA UNIVERSIDAD DE MI SAGRADO CORAZÓN

 AULAS DE  AMOR

 

 

CLASES PARA EL ALMA

 

 

 

 

 

 

  Enseñanzas del Señor Jesús

 

 Las cualidades de María,  piedras preciosas de la Divina Voluntad  que adornan  a la Santa Madre de Dios.

 

 

 

     

 

 

 

 

1.-   CLASE Nº 1   -  LA FE DE MARIA PRIMERA PARTE

2.-   CLASE Nº 2   -  LA FE DE MARIA SEGUNDA PARTE

3.-   CLASE Nº 3   -  LA FE DE MARIA TERCERA PARTE

4.-   CLASE Nº 4   -  LA FE DE MARIA CUARTA PARTE

5.-   CLASE Nº 5   -  LA FE DE MARIA QUINTA PARTE

6.-   CLASE Nº 6   -  LA FE DE MARIA SEXTA PARTE

7.-   CLASE Nº 7   -  LA ESPERANZA DE MARIA  PRIMERA PARTE

8.-   CLASE Nº 8   -  LA ESPERANZA DE MARIA  SEGUNDA PARTE

9.-   CLASE Nº 9   -  LA ESPERANZA DE MARIA  TERCERA PARTE

10.- CLASE Nº 10 -  EL AMOR DE DIOS EN MARÍA - 1ª PARTE

11.- CLASE Nº 11 -  EL AMOR DE DIOS EN MARÍA - 2ª PARTE

12.- CLASE Nº 12 -  EL AMOR DE DIOS EN MARÍA - 3ª PARTE

13.- CLASE Nº 13 -  MARÍA Y LA CARIDAD - PRIMERA PARTE

14.- CLASE Nº 14 -  MARÍA Y LA CARIDAD - SEGUNDA PARTE

15.- CLASE Nº 15 -  MARÍA Y MI PASIÓN

16.- CLASE Nº 16 -  MARÍA Y LA SANTA EUCARISTÍA

17.- CLASE Nº 17 -  MARÍA Y EL HUERTO DE LOS OLIVOS

18.- CLASE Nº 18 -  LA FLAGELACIÓN Y LA CONDENACIÓN

19.- CLASE Nº 19 -  LA CALLE DE LA AMARGURA

20.- CLASE Nº 20 -  LA CRUCIFIXIÓN DEL SEÑOR

21.- CLASE Nº 21 -  LA MUERTE DE JESÚS

22.- CLASE Nº 22 -  JESÚS EN LOS BRAZOS DE SU MADRE

23.- CLASE Nº 23 -  LA SOLEDAD DE MARÍA

24.- CLASE Nº 24 -  ENCUENTRO CON JESÚS RESUCITADO

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

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LA FE DE MARIA (Primera Parte)
 


Introducción.-

Amados niños, es mi deseo hacer a través de ustedes una Ciudad Santa y Profética. Primero, construirla con cimientos fuertes en sus corazones, en la Iglesia Particular o Individual, para que vuestra existencia sea un verdadero templo, donde resida Dios Espíritu Santo, una ciudad limpia, ordenada y brillante, adornada con las piedras y metales preciosos, de los más resplandecientes, que quien la mire quede obnubilado frente a su belleza inmensurable, es la misma Voluntad de Dios que reina y engalana a esa ciudad con los atributos de la Realeza Divina.


Luego expandir esa ciudad Santa y Divina fuera de sus corazones para llevarla a la familia, a la Iglesia Doméstica y desde ahí, hacia la Iglesia Comunitaria. Donde la voz de vuestro Señor llegue a todos los rincones de la tierra, que nadie quede sin escuchar Mi Buena Noticia, el tiempo está en los últimos minutos y urge salvar las almas pecadoras, son las más predilectas de Mi Divina Misericordia.


Pero para llegar a los corazones de manera certera es necesario que ustedes, mis Profetas, Mensajeros, Heraldos, Capitanes y Apóstoles de los Últimos Tiempos, os dejéis moldear por mí. En vuestras vidas queda mucho por enderezar y suavizar, mi mano del Divino Querer os irá transformando en suaves y delicadas vasijas, de la cerámica más fina y exquisita.


Yo construiré mi reino a través del Corazón Inmaculado de Mi Madre y por medio de Él convertiré los corazones de ustedes como el de mi amada Madre y desde ustedes llegar a todas las almas dispersas y a las que he depositado bajo vuestro cuidado.


A partir de este tiempo de cuaresma, seré vuestro Maestro que os enseñará a ser como María, es necesario dar un orden a lo que han aprendido durante sus vidas y expulsar aquello que no hace falta o está contaminado con las cosas del mundo. Por lo tanto, María será el modelo a seguir, si son hijos de María, son mis hermanos e hijos míos también, y como tales debéis ser como Ella y como su Señor, así como nosotros somos el Nuevo Adán y la Nueva Eva, el deseo divino es que seáis nuevos Adanes y nuevas Evas para las generaciones futuras, según estaba previsto en la Voluntad Eterna, desde el principio.

 

Mis niños, ahora vamos juntos a ver las cualidades que la Divina Voluntad coronó a la Más Bella entre las Bellas, cualidades que serán peldaños de la escalera que conduce hacia la santidad. Una vez aprendidas y asimiladas mis enseñanzas, las pondrán en práctica y serán una comunidad inquebrantable, mansa y a la vez valiente en el amor de Dios acorde fueron llamados dentro de la Voluntad de Mi Padre.


Ahora, pasad a la Universidad de Mi Sagrado Corazón, ingresad a las aulas de Amor, tomad asiento, sacad los útiles, Yo seré vuestro Maestro en frente a ustedes. Entonces, sin demoras, comencemos las clases para el alma.


Hoy hablaremos de la Fe de María.-

Bien sabéis que la fe consiste en creer en aquello sólo porque Dios lo ha revelado. Para ello debéis someter vuestro juicio, vuestro parecer, sentidos y razón a la palabra de Dios, es decir vuestra propia voluntad. Es confiar porque Él lo dice y con eso basta para que creáis sin buscar ni desear más razón que esa.

 

¡Esta confianza en Dios denota el acto de fe, un salto de fe!  Este acto está lejos de la creencia mediante el entendimiento o la demostración con hechos humanos. Cuando la criatura confía ciegamente en su Señor sin interrogantes, depositando toda su existencia en las manos divinas, para Dios es tan agradable esta loable acción que se donará todo para ella, nada le negará y nada le restará, al contrario, le dará hasta de sobra. Pero también, debéis saber cuánto ofende la incredulidad de la criatura. La más mínima pregunta, fruto de la duda, será suficiente para ofender a la Voluntad Eterna, al mismo Dios.

 

La voluntad humana es la gran oponente a la Voluntad Divina, siempre está atenta a enfrentar lo bueno que Dios desea para el alma, considera los deseos eternos como esclavos, carentes de libertad, que Dios todo lo impone y esclaviza el libre accionar del hombre mediante la imposición de sus órdenes. Cuán errado está aquel que piensa de esa manera. Dios no impone a nadie Su Voluntad, sino espera que en el libre albedrío otorgado a la humanidad, voluntariamente se sumerja en el Divino Querer. Y una vez dentro del Querer Divino comprenderá y palpará la verdadera libertad.


Pensad seriamente cuando ofendéis a Dios, cuando no creéis en su palabra. Pondré un ejemplo para que entendáis la importancia de lo que os digo.

Meditad el daño que ocasionáis a una persona cuando dice algo que es verdad y no le creéis. Estáis dudando de su veracidad y juzgáis licenciosamente, lo tratáis como si no supiera lo que dice, por mentiroso o por ignorante. Esto aplica directamente al acto de fe divino.

 

Oh! Cuanto herís el Corazón de Dios con saetas ardientes de pecado y de ofensa tratando a Dios de mentiroso o ignorante. Ah! Amados niños, Nuestros Corazones Trinitarios sufren dolores de muerte cuando nos dirigimos a la criatura más amada y esta nos rechaza.

 

Nuestra Voluntad Divina es descalificada, no es recibida, la humanidad al cerrarle la puerta, ésta vuelve a nosotros en grandes dolores de la Pasión, que los Coros Angelicales más cercanos al Trono Celestial despliegan sus alas y lloran por nosotros para no vernos padecer ante la ingratitud del hombre. ¡Qué atrevimiento tan osado y horrible ha cometido la criatura más amada!


La fe amados niños, es una VIRTUD SOBRENATURAL, INFUNDIDA POR DIOS EN EL ALMA, cuyo objeto es el mismo Dios. Esta virtud es conocida por mi Iglesia como TEOLOGAL, la cual es dada para conocer a Dios no por medios del género humano, no por la razón, sino por la influencia de la Gracia Divina.

 

¿Pero cómo puede ser que en María, la fe se encontrara en el grado más elevado, más majestuoso y heroico?

Dios nada se guardó para Ella, tuvo una complacencia especial para que fuera Mi Madre, la Madre de Dios, y sirviera de modelo a la humanidad, Vaso Insigne de Devoción. Ella siempre creyó, sin dudas y sin vacilaciones, lo hizo con confianza en la Palabra de Dios.

Meditad esta primera parte, sobre vuestra fe, ponedla en la balanza de la Voluntad Eterna, pesadla y observad cuan sólida es.

En la segunda parte, pondré ejemplos de la fe de Mi Madre, la Soberana de Fe inquebrantable.

Asimilad todo lo que he dicho con palabras simples, compartidlas con vuestros allegados y grupos, instruidlos para que sean buenos alumnos y egresen en valerosos discípulos que gobiernen la Viña del Señor. Os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dictado a Gustavo. Buenas Aires, 16 de febrero de 2020

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 2

 

 

 

 LA FE DE MARIA (Segunda Parte)
 

Niños míos, ahora continuemos con la clase sobre la Fe de Mi Madre. Para dar continuidad y correlatividad con la primera parte daré algunos ejemplos.


Miremos el momento en que el Ángel se presentó a María, la Anunciación (San Lucas 26-33), allí es puesta su fe, que concebirá y dará a luz un hijo, al mismo Hijo de Dios.

Mi Madre, siendo Virgen e Inmaculada, ¿sería posible que fuera madre? En tales condiciones, frente a la razón humana y naturalmente es imposible. Pero mi Amada Madre no duda, al saber que es la Voluntad de Dios, cree en Él y acepta lo que el Ángel mensajero le dice.

 

Ahora bien, analicemos juntos la fe de Zacarías. El mismo Ángel se le presenta días antes que a María, le anuncia que nacerá el Precursor, la Voz en el desierto, San Juan Bautista. ¿Pero qué sucede con Zacarías al recibir el aviso? ¿Cómo podía ser posible en tan avanzada edad? La duda gana terreno, no cree en las palabras del Ángel, que siendo el mensajero del Altísimo, duda de las mismas palabras de Dios (San Lucas 1, 11-20).

 

Si comparamos las dos, la fe de Zacarías con la de Mi Madre, podemos decir lo siguiente, que al primero se le anuncia el nacimiento del Precursor del Mesías (San Juan 1, 6-7), al segundo se le anuncia el nacimiento del mismo Mesías. Sin embargo, Zacarías titubea y duda, pero María no duda ni titubea, cree al instante, cree en que Dios todo lo puede, cree en Su Santa y Divina Voluntad.

 

Miremos a Abraham, una fe inquebrantable y maravillosa ante la mirada de Dios, al igual que María. Una fe firme que encandila y enamora al mismo Creador. ¿Y sabéis el motivo? Porque confía plenamente, con toda su existencia, se entrega enteramente a la obra de Dios Todopoderoso.

 

 El Ángel de Dios le pide a Abraham que sacrifique a su único hijo y el sin dudarlo lo hace, a pesar que su corazón era traspasado por una espada de dolor, debía confiar en el Padre Eterno, ya que siendo el Creador de todo era dueño de quitar y dar la vida cuando Él quisiera, si su hijo era muerto podía darle la vida nuevamente (Génesis 22). ¡Ah!. ¡Qué fe niños míos!

 

Fe que aún nos deslumbra, nos maravilla y nos conmueve de amor, la Santa Trinidad fue herida por su propia Voluntad que habitaba en Abraham. Es Ella misma que nos empuja y nos mueve a no negarle nada a  la criatura que se confía con una fe firme en la Voluntad Divina.

 

Así deseo que sea la fe de mis hijos, mis mensajeros, así tengan un ejército frente a ustedes y sean uno solo para enfrentarlos, tened la seguridad de que Dios está con ustedes siempre. Abraham, se dispuso al sacrificio sin flaquear y por tal acto tan solemne y magnánimo, se mereció ser llamado “Padre de los Creyentes”.

 

Mi Madre, siendo pequeña escuchó, leyó y conoció el pasaje del acto de fe de Abraham, quedó tan obnubilada al ver lo que era capaz de hacer tan heroica persona y que su fe inmensurable en su Dios lo impulsaba a renunciar a lo que más preciaba, su propio hijo, que en realidad ese hijo era dado por el mismo Dios. Entonces, la pequeña Virgen aspiró tener la fe de Abraham y agradar tanto a Dios, que quiso seguir el mismo ejemplo.

 

Así como Abraham renunció a su primogénito, María renunciaría al suyo mediante el voto de la virginidad, sabiendo que lo que significaba ser Madre, renunciaba a tal título. En los días de María, entre las mujeres era el anhelo de ser madre del Mesías, pero Ella siendo tan pequeña y humilde se conformaba con ser la esclava de la Madre del Altísimo, una esclava de amor.

 

Dulce Niña y delicada flor, sin que lo supiera, nuestra mirada estaba puesta sobre Ella, sería Mi Madre.

 

¡Pero cómo no íbamos a honrar con el título más grande a una criatura humana tan pura, tan delicada y tan bella, que se dejaba acariciar y hamacar por Nuestra Voluntad Eterna y que nos enamoraba al verla!

 

Este título sería el más grande de todos, el de Madre de Dios. Renuncia a ser madre para complacernos con todo su amor, para agradar y amar a su Dios hasta el extremo, y como recompensa tan invaluable recibida de parte de María, enviamos al Ángel para anunciarle su gloriosa maternidad y Ella, sin vacilar por un instante, pregunta si esa es la Voluntad de Dios y apenas la reconoce, la abraza y se deja abrazar por Ella, cree firmemente en las palabras del Ángel (San Lucas 1, 34-38). No conoce como puede ser posible pero subordina y somete su razón y su parecer a la fe.


Hasta aquí, mis preciados niños y alumnos, meditad y comparad vuestra fe si es semejante a la de María y la de Abraham, si no es así, mirad vuestro interior y buscad aquello que os hace titubear.

 

En la tercera parte de esta enseñanza seguiremos profundizando la Fe de Mi Madre, al final del análisis de esta virtud entenderán la importancia de la misma.

 

Estos escritos son para traer a la memoria de aquellas enseñanzas olvidadas en las bibliotecas de mis templos, enseñanzas relatadas por los Padres y Tradición de la Iglesia. Enseñanzas que hoy no se tienen en cuenta, que son cosas del pasado, hoy todo es superficial sin los debidos recaudos y con la correspondida importancia que ello implica para el crecimiento espiritual del alma.

 

A ti mi niño mensajero y secretario, te encargo la tarea de hacer llegar estas enseñanzas a toda la humanidad, veréis los frutos de estos escritos, grandes santos y santas surgirán, serán de inspiración para tantas almas, crecerá en los corazones de muchos, los deseos de ser niños, hombres y mujeres de buena voluntad ante la mirada del Altísimo, siempre con la intención, obrar y servir al prójimo para Gloria de Dios.

 

 Ahora os doy la bendición, inclinad vuestras cabezas, os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Permaneced atentos para la próxima enseñanza.

 

Dictado a Gustavo. Buenas Aires, 19 de febrero de 2020

 

 

 

 

 

 


 

 

3

 

 

LA FE DE MARIA (Tercera Parte)
 

Amados alumnos e hijos míos, gracias por haber sido pacientes y estar atentos a la próxima clase. Un buen maestro enseña a sus alumnos a saber esperar y a no distraerse, más bien siempre estar alertas en oración y con las lámparas encendidas para la venida de su Señor (San Lucas 12, 35).


La espera y la confianza en vuestro Señor os conduce a una fe a la de mi Madre, con la certeza de que Dios cumple sus promesas (Salmo 37, 3-5), no importa cuánto tiempo debéis esperar, es la seguridad de que la Palabra del Señor  se cumplirá, palabra que no cambia como la del hombre, sino que es eterna e inamovible (Isaías 55, 11).

 

Teniendo la fe de mi Madre María, moveréis y traspasaréis montañas (San Mateo 17, 20), cuantos milagros suscitarán delante de vuestros ojos. Ante un mundo agitado y convulsionado por la desesperación de las enfermedades, buscando una cura a sus males, pronto, por la fe de mis hijos surgirá un remedio que sanará a muchas almas en el mundo. Por esa fe, tantos se convertirán y abrazarán la fe.

 

 En medio del sufrimiento Mi Misericordia más derrama en el alma pero depende que sea recibida con el corazón, Yo siempre estoy atento al alma que me busca arrepentida.


Pero no quiero distraeros con otros temas que desarrollaremos más adelante, continuemos con la Fe de María, en quien la fe obró el prodigio de los prodigios.

 

Su fe atrajo al Hijo de Dios a su purísimo seno, palabras reafirmadas por mi Santa Isabel: “Bienaventurada Tú, porque has creído…”.

 

Así deseo que suceda en ustedes para que en los momentos de gran desorden y confusión mundial mantengáis la calma, nada os irrite o suministre intranquilidad para no ser niños asustados en ausencia de sus padres. Más bien, deseo una fe como la de Mi Madre en Ustedes para que sean rocas firmes donde sus semejantes también construyan sus bases espirituales, sobre rocas firmes. Que vuestra fe sea tan poderosa e inmensurable que por medio de ella traigan los regalos celestiales a las almas más necesitadas de mi amor.


¿Por qué os digo esto?

Porque llegará el tiempo de la gran persecución en que mi Iglesia ya no contará con líderes que la guíen y entre ustedes ya no habrá esta comunicación por este medio electrónico.

 

 ¿Qué haréis mis niños en medio de la tempestad?

 

 ¿Os acurrucaréis como niños temerosos en llanto desconsolado o caminaréis con paso firme y espalda erguida como verdaderos capitanes y generales dispuestos a llevar paz y animo a los suyos?

 

 Deseo transformaros como Mi Madre que lleva mensajes de esperanza, corrección y paz a todo el mundo, mensajes dados por la Santa Trinidad y Ella, siendo la más noble Reina es nuestra voz de consuelo para todas las almas, así quiero que seáis, quienes os vean digan: “Que fe tienen; Cómo desearía tener la fe de ellos”. Quienes os vean caminar con gallardía y sin titubeo vean a los Sagrados Corazones de Jesús y de María en Ustedes, al Señor y a la Señora en ustedes, que con una fe inquebrantable mayor a la del Centurión romano hagáis prodigios en nombre de Dios Todopoderoso (Mateo 8,13).

 

 Oh! Amados niños, cómo suspiro junto a Mi Padre y al Espíritu Santo por ese momento. Cuánto nos estaréis honrando, estaréis devolviendo los atributos que nuestra Voluntad Divina imprimió en cada alma y esperan volver a su Creador para honrarlo con suaves caricias.


¨Vete, tu fe te ha salvado” (San Lucas 17, 11-19), palabras impresas con el decreto divino que implica que todo lo que aten y desaten con fe en la tierra, se manifestarán las maravillas ante los ojos del mundo y vean que Dios los ama. Una fe a la de mi Madre, fuente de grandes bendiciones y de las gracias extraordinarias de vuestro Señor, las cuales derrama abundantemente en el que de este modo, en Mí cree y en Mí confía.


Ahora, entended y comparad bien vuestra fe con la de María, poned en práctica lo aprendido en las lecciones anteriores. ¿Seguid los pasos de mi Madre? ¿Es sencilla vuestra fe y creéis firmemente no ya sólo en los dogmas y verdades reveladas sino en todo lo que el Señor os dice? ¿O sólo creéis en aquello que agrada y desecháis lo que os disgusta?


Yo, el Señor y vuestro Dios os hablo directo al alma a través de inspiraciones, revelaciones y también lo hago a través de tantas almas de mi amada Iglesia, sacerdotes, religiosos, laicos y también en aquellas que menos esperáis. ¿No lo hago a través de ustedes?

 

¿Creéis, sometéis tu voluntad y tú parecer propio? ¿Aunque no entendáis como ha de ser ni el por qué lo dicen?

 

Seguid e imitad a María en esta sumisión a lo que os dicen de parte de Dios, así sea difícil de aceptar, así os humille.

 

 Pedid a mi Madre una fe semejante a la de Ella y su docilidad para que cuando escuchéis la voz de Dios le creáis y le sigáis siempre sin dudar y ni vacilar.


Ahora inclinad vuestras cabezas que os daré la bendición eterna. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 Manteneos atentos para la próxima lección.

Instrumento Gustavo. Buenos Aires, Argentina.

Buenos Aires, 16 de marzo de 2020.

 

 

 

 

 


 

 

 CLASES PARA EL ALMA

 

 

 

 

 

 

4

 

 

 

LA FE DE MARIA (Cuarta Parte)
 

 Alegraos pequeños míos porque aquí estoy, resucitado y triunfante, he vencido a la muerte y lo he hecho en cada uno de ustedes.

 

Tanto amó Mi Padre, Dios Creador y Omnipotente, al mundo, que me entregó para que todo el que cree en Mí no perezca, sino tenga vida eterna.

 Me envío para salvar al hombre no para juzgarlo. En estos tiempos, mi luz debe brillar en cada uno de vuestros corazones en medio de las tinieblas del mundo, porque estos son los días en que el hombre prefiere las tinieblas en vez de la luz, donde su obrar ha llegado al extremo de maldad, peor que en los tiempos de Sodoma y Gomorra (San Juan 3,16-21).

 

Pero, entre la oscuridad está disperso mi pueblo, que en similitud a pequeñas linternas brillan en la noche, esforzándose en mantenerse encendidas y no apagarse y ser presa de la oscuridad. Para soportar los ataques de las fuerzas infernales, os doy a Mi Madre como fiel maestra y con Ella todas sus enseñanzas para que permanezcáis fuertes en la hora de la prueba, y seáis lámparas que no se apagan, sino lámparas que aumentan su intensidad lumínica y dispersan las tinieblas.


Ahora, tomen asientos amados alumnos, es una gran alegría verlos atentos a mi clase. Comencemos.

 

Durante mi vida pública, el pueblo me siguió y creyó en mí, pero los sabios, los sacerdotes, los fariseos y maestros de la Ley me persiguieron hasta la muerte. Cuando llegó la hora de Mi Pasión los Apóstoles se avergonzaron, me abandonaron y renegaron de su Señor, mis enemigos me apresaron y me castigaron duramente con castigos propios de esclavos, ladrones, personas viles, recibí bofetadas, salivazos, azotes, fui coronado de espinas, se me dio la Cruz y en ella la muerte.

 

Escarnecido, deshonrado y en aparente triunfo de mis enemigos: ¿Este es el Hijo de Dios?... Sí fuera el Hijo de Dios bajaría de la Cruz…. A pesar de esa escena que haría vacilar a cualquiera, no sucedió con Mi Madre.

 

María no dudó en ningún instante, cree en lo dicho por el Ángel mensajero y en el mensaje reconoce la voz de Dios que le revela quien sería su Hijo. A pesar de ser adornada por excelsas gracias, revelaciones y luces extraordinarias que solo Ella recibió, era también criatura al fin, surgida de la mano divina y omnipotente, que frente a los insondables abismos del Divino Querer no llegaba a comprender su inmensidad e infinidad.

 

Pero Ella, mi amada y valiente Madre, no se quedó paralizada frente a lo que no entendía sino que en humildad, todo lo abrazó con una fe ciega, que la hizo admitir gustosa y feliz aquello que no divisaba y percibía.

 

Nosotros, Un solo Dios y a la vez Trino, quedamos admirados ante la humildad de mi María, tan simpática y a la vez tan espontánea en cada uno de sus actos, atenta y dispuesta a dejarse guiar por Nuestra Voluntad y someter todo juicio humano a la misma. Un delicado acto que la hacía abandonarse en nuestros brazos a pesar de no saber hacia donde sería llevada.

 

Investiguemos un poco en ustedes, mis alumnos de los más selectos. Deseo formarlos como Mi Madre, criatura que navega en los océanos insondables del Divino Querer, adornada por las joyas más finas que la Voluntad Eterna puede darle al género humana.

 

Así como los lirios adornan y perfuman los campos y valles (San Lucas 12, 27), así deseo que seáis, flores bellas de la Voluntad de vuestro Señor que esparcen el perfume de las gracias divinas a toda la Creación y en especialmente, a las almas más necesitadas de mi Misericordia, almas cubiertas del mal olor del pecado y con el perfume de las gracias que reside en ustedes, las propaguen en cada oración y acto para devolverles el estado que debieron tener desde el principio, similar al de mi Madre.

 

Por lo tanto la falta de fe, humildad y confianza en su Señor, se convierte en terreno propenso para que surja el pecado. Pero si imitáis a María, seguro que triunfaréis.

 

Miradlo todo como Ella lo hizo. La soberbia que alimenta la confianza en la propia fuerza humana se opone a la humildad y a la fe, la costumbre de criticar y enjuiciar todo conforme a vuestro propio criterio, ha conducido a muchos a cegueras extremas y les ha hecho perder la fe. Solicitad a mi Madre que es vuestra Madre, que su ejemplo os enseñe y anime para salir triunfantes y victoriosos en la lucha tan fuerte en estos días decisivos para el mundo.


¿Pero por qué no llegáis a entender todo lo que viene de Dios?

Simple respuesta. Porque todo lo que procede de Dios es tan grande, infinito y divino que en vuestra naturaleza no puede entrar tal entendimiento. Piensen que pequeño sería Dios, capaz de ser introducido a la inteligencia humana y abarcar su esencia con la luz de la razón terrenal.

Si estaréis toda la eternidad viendo cosas nuevas en la esencia divina sin que estas se acaben, no pretendáis abarcarlo todo.

 

Una cosa más anexaré a esta clase. Yo no deseo que seáis simple cumplidores de la Voluntad Divina, sino que seáis activos y dinámicos, hacedores de obras maravillosas en unidad al Creador Eterno, porque la Voluntad no es estática, es dinámica, está en constante movimiento renovando y embelleciendo todo lo que existe en la creación, como también haciendo cosas nuevas.

 

 En esta actividad divina es necesario que viváis y seáis parte del Divino Querer y dentro de este vivir implica que examinéis los motivos y fundamentos de la Fe.

 

Es de mi agrado que lo hagáis de esta forma, saber en qué creéis y por qué creéis. Los milagros y las profecías hechas por mi confirman lo que os digo, los cuales ustedes deben meditar y estudiar a menudo, en aquello que con autoridad infalible ha sido declarado como verdad dogmática y revelada por Mi Iglesia Católica, es decir en aquello que Dios ha revelado.

 Mi Iglesia os enseña en verdad, no se engaña y tampoco os engaña, y para que aprendáis todo lo que os se enseña a través de ella debéis unir vuestra razón a la razón y al pensamiento de Dios para que vuestra Fe sea firme e inquebrantable en la Voluntad Divina.

 

Hasta aquí habéis aprendido el camino de la fe junto a María. A medida que avancen en el aprendizaje estaréis introducidos en los océanos insondables del Divino Querer.


Ahora inclinad vuestra que cabezas que os daré mi bendición, meditad esta clase y disponed a ponerla en práctica. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Dictado a Gustavo, Buenos Aires, Argentina. 22 de abril de 2020

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

5

 

 

 

LA FE DE MARÍA

Quinta Parte
 
Amados niños y mis alumnos más preciados, hoy continuaremos con la quinta clase y dentro de ella veremos cuáles SON LOS REQUISITOS O PROPIEDADES QUE DEBEN TENER VUESTRA FE para estos tiempos tan confusos para el género humano.

Mi pueblo debe estar entrenado y preparado para cada instante que se desarrollará ante su mirada, pero este entrenamiento debe ser convencido, que tiene un objetivo que es digno de ser llevado a cabo, que tiene sentido en sus vidas. Para eso he venido al mundo y entregué mi vida por la humanidad, para daros un sentido a sus vidas, haceros libres en la verdadera libertad que proviene sólo de Dios.

Una vez hecha la introducción comencemos con el desarrollo de la clase.

Deseo que seáis niños de una FE SENCILLA Y HUMILDE como la de Mí Madre, que no buscó escudriñar aquello que no entendía o era imposible de comprender en ese momento, más bien, en Ella se desarrolló el pasaje de la Sagrada Escritura: Bienaventurados los que no vieron y creyeron (San Juan 20, 29).


Porque los simples y humildes de corazón son como María, en el momento que la nombré como Madre de la Humanidad al pie de la Cruz, sus hijos son como ella, no sólo la imitan, sino que todo hijo tiene los rasgos de sus padres, así son los hijos de Ella, no sólo se asemejan sino que se le parecen, todo lo que son lo han heredado de su Madre, Mí Madre.


¿Cuál es la conclusión de este requisito? Que la fe es creer sin ver, es tener los ojos físicos vendados, pero los ojos del alma bien abiertos para ver aquello que no se ve con los ojos de la carne.

Vuestra FE DEBE SER SIEMPRE FIRME.


¿Qué os enseñó a través de mi Iglesia?
 Esta fe debe ser asentada en la infalibilidad de Dios, que se revela a vosotros por medio de mi Iglesia. Os pongo algunos ejemplos para que podáis entender este requisito. Cuando el Ángel le anunció a María que su Hijo era el Hijo de Dios y sería grande entre las naciones no dudó que así sucedería (San Lucas 1, 32), porque era Palabra de Dios, en su interior tenía la certeza de que todo se cumpliría, no necesitaba ver con sus ojos esa promesa, solo le bastaron las palabras transmitidas por el Ángel para creer. También, contempladla al pie de la Cruz, mientras todos vacilaban, dudaban y huían, Ella como una roca firme, no dudó en Mi Divinidad (San Juan 19, 25-27).

Y os doy un ejemplo más, cuando estáis frente a Mí en la Santa Hostia, si mi vierais con vuestros ojos carnales, ¿vuestra fe sería mayor para creer en mi presencia real en comparación si no me vierais con vuestros propios ojos? ¿Qué mérito obtendríais? ¿Cuál de las dos alternativas tiene mayor firmeza? ¿Creer en lo que ven vuestros ojos o creer en la Palabra de Dios? Si creen en sus ojos significa que confían más es su propia voluntad humana y no creen en la Voluntad de Dios, dudan de Ella, dudan del mismo Dios, lo hieren y lo abandonan. Necesitáis ver para creer (San Juan 20, 19-31).

Pero esta Fe no sólo se limita algunas cosas reveladas, sino a todas, hasta aquellas que aún no comprendéis, porque no todo ha sido revelado. ¿Acaso Dios no es infinito?


Si todo os fuera revelado sería estrecho y limitado. Esta fe de la que os hablo debe ser UNIVERSAL. Admitir unas y rechazar otras quitaría a la fe la cualidad de universalidad, más bien sería pequeña y diminuta. Quien cree en Dios vive Su Voluntad misma (Jeremías 17,7-8), la cual es infinita e insoldable como el mismo Creador, por lo tanto quien cree y vive en el Divino Querer ¿no es también infinito como su Señor? (Éxodo 7, 1; Salmo 82, 6; San 10, 34-35).

Meditad mis palabras si es verdad lo que os digo. Mi Madre no rechazó ninguna palabra del Ángel, no filtró el mensaje dejando partes y descartando otras, más bien la Fe de María fue plena, completa, abarcó todo el mensaje, tanto para lo que debía cumplirse para ese momento como para aquello que no entendía y debía efectuarse en el futuro. Por lo tanto, la fe de Mi Madre todo lo alcanzó en el tiempo, no quiso dejar nada fuera, más bien quiso unir su fe al tiempo de cada suceso y así dejar una huella indeleble en la historia de la creación para que todo lo anunciado para Ella se cumpliera según la Voluntad de Dios: Feliz de Ti por haber creído (San Lucas 1, 39-47). ¿Ustedes también quieren dejar una huella indeleble como Mi Madre?

Para que esa fe sea indeleble debéis tener una FE PRUDENTE que os ayude a distinguir lo que procede de la falsedad de las tinieblas y lo que está fundamentado como Dogma de Fe. Aprended de Mi Madre que para conocer correctamente la Voluntad de Dios primero pregunta al Ángel y cree con firmeza. Todo lo que Ella no entendía lo conservaba y guardaba en su corazón, lo estudiaba y meditaba en silencio, en su intimidad, para luego poder deducir aquello que no comprendía (San Lucas 2, 19). Así, Ustedes deben serlo, hijos que estudian y meditan para saber bien en lo que creen y para ello es necesario que conozcan la Palabra de Dios, su Voz, su mensaje (Hebreos 4, 12; Salmo 119, 105; Salmo 119, 130; San Lucas 11, 28; San Mateo 4, 4), y una vez conocida, admitirla con firmeza para ponerla en decidida práctica.

Pero en correlación al texto anterior, ¿está Fe es solo teórica y estática?
 No amados míos, es también VIVA Y PRÁCTICA, la fe siempre está acompañada de buenas obras, en constante movimiento (2 Timoteo 3, 16-17; San Santiago 1, 22, San Mateo 7, 24). Contemplad la fe inquebrantable de María, que después de mi muerte, su fe puesta en práctica en sostener y consolar a los Santos Apóstoles, en ser Madre de todo ellos (Hechos 1, 1-14).


Contemplad su participación activa a través de la historia humana, que con su ejemplo despertó en los corazones de hombres y mujeres una fe viva que los condujo a realizar obras incomprensibles para la mente humana, obras de las cuales surgieron grandes Santos. Contemplad a Santa Teresita (de Lisieux), mi pequeña niña, que buscando en quien confiar miró a Mi Madre y se dejó llevar por sus enseñanzas que convirtieron la fe de mi pequeña Santa en una obra Viva y Práctica para todo el mundo.



Cómo veis amados niños, la fe unida al Divino Querer de Dios Eterno es el microscopio que os permite visualizar las realidades que no lográis ver sin su ayuda, es la llama que se mantiene encendida en el corazón de vuestra humanidad, llama que unida a la Llama de Los Sagrados Corazones ilumina las pistas, las huellas y señales que conducen al Padre Eterno.



Cómo tarea, examinad y meditad si vuestra fe posee estas propiedades, contemplad a Mi Madre que Ella os enseñará como viven sus hijos, que el justo vive de la fe (Habacuc 2, 4; Romanos 1, 17; 2 Corintios 5, 7), no sólo de la fe, sino por la fe. Vendrán días en que la fe parecerá perdida en el mundo, que no hay nada en que creer, pero en mi rebaño fiel deposito esa fe que será luz que iluminará a la humanidad en medio de la noche espesa. ¿Para qué queréis saber de mensajes y revelaciones si no tenéis fe? Sean semillas que dan muchos frutos para el bien de toda la humanidad.

Ahora inclinad vuestras cabezas que os daré la bendición y os espero expectantes para la próxima clase, porque a medida que avancéis descubriréis grandes maravillas que esperan ser descubiertas dentro de los océanos insoldables del Divino Querer.

Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Enseñanzas del Señor Jesús, las cualidades de María, piedras preciosas de la Divina Voluntad que adornan a la Santa Madre de Dios.

 

Dictado a Gustavo
Buenos Aires, 20 de mayo de 2020

 

 

 

 

 

 

 


 


 

6

 

 

LA FE DE MARÍA
Sexta Parte
 


Amados hermanos míos, hoy continuaremos con la sexta clase y daremos una conclusión como cierre de las enseñanzas anteriores, y las compararemos con vuestras vidas, con lo que transcurre hoy en el mundo.

 

 ¿Cuándo yo venga al mundo encontraré fe?  (San Lucas 18, 8).

¿A qué conclusión llegáis de todo lo aprendido?

 

¿La fe es inactiva, estática, algo inerte, sin movimiento, que esta quieta en la vida del cristiano, que solo se limita a la vida íntima de cada persona?

 La Fe es siempre activa, penetra y colma la vida cristiana, regula y ordena todas las acciones, actos interiores y exteriores, sus pensamientos. Sin la Fe nadie puede agradar a Dios (Hebreos 11, 6-7).

 

Tener Fe es creer en todo lo que se ha revelado pero vivir en la Fe es hacer que esa Fe pase del entendimiento al corazón y de éste a las obras.

 

Esta fe es muy distinta a la del mundo, la cual se empecina en hacer las cosas según su criterio, todo puesto bajo las luces de la razón, del amor propio, de sugestiones, luces que son distantes a la verdadera luz que proviene de Dios. Luces que provienen del mundo para dar importancia al respeto humano y al qué dirán. Luces con criterios tan diferentes a la mías. La Fe en Dios se funda en el criterio divino y os anima a ser obras magnánimas imaginadas por ustedes.


¡Ah Mis niños!  Ya están viviendo los días en que los criterios humanos prevalecen sobre los de Dios. Pareciera que ya ha triunfado sin hacer esfuerzo alguno, pareciera que el mundo ya ha sido conquistado totalmente.

 

Pero no todo lo ha conquistado, aún quedan reinos pendientes y que resisten fuertemente a ser invadidos, conquistados y rendidos bajo del poder las tinieblas. Esos reinos son los corazones fieles de mis hijos, de mi rebaño fiel y remanente en quien he depositado toda mi confianza y los secretos más bellos del Divino Querer.

 

Sí, mis grandes alumnos y generales conformados por corazones humildes, sencillos y humildes donde solo reina la Voluntad Eterna de vuestro Dios, reinos conquistados por la Fe de Mi Madre para Dios, reinos donde guardan las piedras de Santidad.

 

Yo, el Señor y Maestro deseo prepararos bien en gran fortaleza como el diamante para la hora de la gran prueba sobre el mundo. Es cierto que a través de los años han suscitados desprecios y persecuciones contra los míos, pero como los que estáis viviendo y viviréis jamás se vivirán en la historia de la humanidad.

 

Miráis mis templos, me han privado físicamente de manera sutil y planificada pero no pueden hacerlo en el Espíritu porque el hombre no solo vive de pan sino de toda Palabra que sale de mi boca (San Mateo 4, 4), palabra que edifica, vive y arde como llama ardiente en cada corazón que la ha guardado y puesto en práctica fielmente (San Mateo 13).

 

Muchos diréis que vivir la Fe de Dios es una vida de humillaciones, sufrimientos, desprecios, mortificaciones, penitencias, obediencias, sumisiones, pureza, castidad, virginidad, estáis en lo cierto, pero ahora yo les haré una comparación para que recordéis mis palabras y no claudiquéis en la hora de la prueba.

 

 Para el mundo, bajo el criterio de su propia fe, se pregunta qué es esto, qué son estas palabras en los cristianos y al no entenderlas las consideran algo brutal, indigno, estúpido y deprimente, hasta el punto que se propone en hacerlas desaparecer, en lo posible dar el mismo destino a aquellos que las pregonan, las portan y las ponen en prácticas.

 

Son molestias a los planes para conformar una nueva sociedad lejos de Dios y para ello hay que conquistar y exterminar todo aquello que se opone. Pero vuestra fe, amados míos debe ser el diamante más fino, puro y exquisito en belleza, que haga brillar la Luz del Señor y encandile y obnubile los corazones de los hombres perversos y duros de cerviz, que al veros y cuando os interroguen, de ustedes surjan mis palabras que pronuncié en el Huerto de los Olivos: SOY YO. ¿A QUIÉN BUSCÁIS? (San Juan 18, 7).

 

Y con cada palabra pronunciada sea un destello de la luz del Altísimo reflejada en el cristal de diamante de vuestra Fe que enceguece y hace caer a sus verdugos. Una fe que hace temblar hasta el mismo infierno.

 

 Entonces, mis fieles alumnos, os invito a que miréis vuestra Fe con la luz sobrenatural y solo con ella apreciaréis el verdadero e inmensurable valor que posee, de su belleza infinita. Hacéis lo mismo con las cosas grandes del mundo: fortuna, poder, fama, mando, soberbia, comodidad, ambición, veréis lo que son realmente a la luz de la Fe, la fealdad misma. Vivir en la Fe es la que vive un alma santa. ¿Queréis ser santos?  Entonces vivid en la Fe.

 

Tomad el ejemplo de Mi Madre, de la Santa de la Santas, quien no vivió de los sentidos, ni siquiera un solo instante dejó regir su propio parecer, todo eso hubiera sido imperfección para ella y ya ni hubiera sido el diamante más puro y más fino, la Joya más preciada por toda la Creación que ante inexplicable belleza todo lo existente se inclina ante Ella.

 

Mi Madre todo lo hacía en la presencia de Dios, purificaba cada uno de sus actos, para no obrar sino por Dios y conforme a la Voluntad Divina. Al ver en todas las cosas los planes de la Providencia Divina se dejaba abrazar por la Voluntad Eterna para que la transformara en el recipiente más perfecto, en esa mirada descubría las bellezas divinas ignoradas por muchos.


María vivía siempre bajo la mirada de Dios, a Quien tuvo por testigo visible de todos sus actos, nunca tuvo que avergonzarse de haber hecho nada indigno. En María su vida se resume en las palabras dictadas dichas a Abraham: ANDAD SIEMPRE EN MI PRESENCIA Y SERÉIS PERFECTO (Génesis 17, 1). En conclusión, amados míos, tened UNA VIDA DE FE como vuestra Mamá Celestial.


Sed PUROS DE INTENCIÓN, hacedlo todo para la Gloria de Dios. Mi Madre no sólo lo hizo en Mi presencia, sino que vivió solo para mí, su Hijo, Dios hecho Hombre. Nunca perdió esta pureza de intención y tampoco tuvo necesidad de renovarla, nada hizo para ella y ni por sí misma, jamás alimentó su amor propio y en agradar a los hombres, tampoco dio lugar a las alabanzas humanas y menos a sus caprichos y gustos.

 

Siempre vivió como una esclava, sin dar libertad a su voluntad propia. En cambio, siempre dio plena autoridad para que gobierne en Ella la Voluntad de Dios, y de este modo, solo agradar a su Señor. Recordad que Ella en su pequeñez y humildad quería vivir como la esclava y sirvienta de la Madre de su Señor, ella era feliz con este último e insignificante lugar. ¿Cómo no iba a ser digna de ser elegida como la Madre de Dios?


Como consecuencia de dicha intención, debéis aprender a vivir en el abandono de Dios quien sabe lo que os conviene y es mejor para vosotros.

 

 Sabéis que Yo os amo infinitamente. Entonces, ¿por momentos desconfiáis de mí? Descansad en mí y abandonaros en mis brazos. Mirad a María, aunque no entendiera tan duras pruebas, el viaje a Belén, el desprecio de todos, la huida con José a Egipto, mi pérdida en el Templo, mi Santa Pasión, jamás dejó que todas estas vivencias desviarán su confianza en la Providencia de Dios.

 

A pesar de verme crucificado y menos que un hombre jamás se desalentó, atemorizó o desilusionó, todo sirvió para arraigar en Ella, más profundamente, el abandono en Dios Altísimo.


Y por último, para cerrar la enseñanza de la Fe de María os dejo unas interrogantes:

 

 ¿Vuestras vidas es todo por Dios y para Dios?

 

¿Nada guardáis para vosotros?

 

 Cuando os sintáis fatigados, cansados, con temores y dudas ¿os acordáis de la Providencia de vuestro Señor por medio de la cual os hago llegar mis divinas disposiciones?

 

 En pocas palabras amados míos. Si queréis ser hijos de María, obrad como Ella, desde que comienza y culmina el día, hazlo todo con Ella, en Ella y para Ella, porque en María estoy Yo y Ella en mí y todo lo que hagáis para honrarla y amarlo estáis haciéndoos a Mí.

 

Si seguís el ejemplo de Mi Madre, permitiréis que Ella os purifique en todos vuestros actos e intenciones, dirigiéndolos hacia una sola dirección, para la Gloria de Dios.


Y hemos llegado al fin de las clases sobre la Fe de María, asimilad cada una de las enseñanzas, vividlas y ponedlas en prácticas, en la próxima clase hablaremos como brotó y creció la ESPERANZA EN ELLA, virtud necesaria junto con la fe para la vida espiritual.


Id contentos y felices, que el mundo sea testigo de vuestra fe inquebrantable y que ante ella todas sus obras se conviertan como polvo en el desierto. Ahora inclinad vuestras cabezas que os daré mi bendición. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
 

Dictado a Gustavo

 

 

 

 

 Buenos Aires, 20 de mayo de 2020.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

7

 

 

LA ESPERANZA DE MARÍA


Primera Parte
 


Mis niños más amados por los cuales pagué un alto precio en la Cruz. Me regocijo en mucho de ustedes pero en otros me entristezco porque hay quienes no tienen confianza en mis palabras y en mis promesas, las dudas y los temores fundados en sus propias fuerzas los conducen a vacilar ante la tempestad que azota al mundo.

 

 Pero, en mis niños confiados y valientes veo la luz de la esperanza brillar para estas almas débiles y frágiles, son luz en medio de la noche, son la luz de esperanza para una humanidad caída en desgracia (Isaías 40,31, Romanos 15, 13).


Hoy, continuaremos las enseñanzas convertidas en piedras preciosas que adornan a Mí Madre y como inicio de esta clase les he dado el indicio de lo que hablaremos: LA ESPERANZA DE MARÍA.


La esperanza y confianza en vuestro Dios establece en ustedes relaciones necesarias hacia Mí, deben creer que soy un Dios remunerador que dará según mi justicia a cada uno lo que merece y ante tal escenario, con la ESPERANZA ESPERAN Y CONFÍAN EN QUE YO, VUESTRO SEÑOR, OS SALVARÉ Y OS DARÉ GRACIAS SUFICIENTES PARA ELLO (Jeremías 29, 11).


La ESPERANZA, es un verdadero acto de adoración donde reconocen el supremo dominio de Dios sobre todas las cosas, donde Mi Voluntad todo lo rige amorosamente y en perfecto equilibrio, mi bondad y misericordia que se derraman para vuestro bien (1 Pedro 3, 15).


Pero no deben confundir, alumnos míos, con la vida de Fe por medio la cual se confía y abandona ciegamente en las manos del Creador. Oh! Amados míos.

 Cuanto me agrada esta Fe, esta Esperanza y confianza en Mí, más cuando contempláis los pequeños y grandes milagros que obro todos los días a ustedes. Mirad al centurión decirme: “Señor, no soy digno que entréis a mi casa,…di desde aquí una palabra y bastará” (San Lucas 7, 1-10).

 Contemplad a la mujer que enferma que esperaba sanarse con solo tocar mi manto, confió y tuvo fe y se sanó (San Marcos 5, 25-34).


Ahora detengámonos a ver y admirar la Esperanza de María, una esperanza firme, segura y confiada. Cuando quedó concebida de mí, su vida era una dulcísima esperanza y repleta de grandes deseos de verme nacido. En mi Madre se resumió toda esperanza que colmó la vida de los Patriarcas y Santos. En María, la Virgen Santa y sin manchas, era tan grande su confianza que escuchó cada una de mis palabras y esperó mi resurrección.

 Para que entendáis lo magnánimo de su esperanza puesta en mis promesas, que no hizo falta ir a mi sepulcro junto con las otras mujeres, todo en ella era pleno, nunca titubeó.


En conclusión, la Esperanza es una virtud teologal enseñada por el Catecismo de mi Iglesia, virtud que mueve al hombre a tener confianza y certeza plena en el cumplimiento de mis promesas y que con mi ayuda podréis alcanzarlas (1 Corintios 13, 13).


¿Si no tenéis esperanza cómo podéis tener fe? ¿Si no confiáis en mis palabras entonces como haréis para permanecer firmes en la hora de la prueba?

 

¿Lucharéis con temores, dudas y vacilaciones?

 

 Tened por seguridad que vais directo a la derrota. ¿Queréis ser como mi Madre o como las mujeres piadosas?

 

Os contaré brevemente el misterio que encierra mi aparición a las mujeres rumbo a mi sepulcro.

 

Cuando morí en la cruz sus corazones quedaron destrozados por la desesperanza, sintieron que todo aquello fundamentado en su interior se había esfumado en un abrir y cerrar de ojos. Llegó el domingo y al amanecer se dirigieron al sepulcro pensando encontrarme allí dentro, sin vida.

 

La desesperanza las condujo a olvidar mis palabras de que al tercer día resucitaría. Caminaron muy apenadas y con sollozos, por momentos se detenían en el camino y lloraban desconsoladamente, se abrazaban y se ayudaban para continuar el camino, en sus pensamientos y diálogos en voz baja, casi un murmullo, las desconsolaba y les partía el corazón verme yaciente en la fría tumba.

 

Se preguntaban qué harían de sus vidas sin su Señor, ya no tendría sentido. ¿Cómo iba dejar a los míos consumidos en la desesperanza?

 

 Tenía que volver a encenderla y que cada palabra que dije volviera a brillar. Fue así que me presenté resucitado para restaurar la confianza (San Mateo, 28, 8-10).

 

En cambio, en María no fue necesario tal acto, en Ella todo estaba completo, la duda y la desesperanza no tenían lugar para la Madre Celestial. Me presenté a Ella para hacerla partícipe de mi triunfo, ya que siempre había estado unida a mí en cada tormento de Mí Pasión.


Entonces, amados míos, mirad bien el modelo de Mi Madre para ejercitarse en esta virtud. ¿Cómo es vuestra confianza en Dios? ¿Es fuerte, sencilla, verdadera y humilde o solo tenéis confianza cuando todo sale acorde a vuestra voluntad? Pero, ¿qué sucede cuando se presentan las tribulaciones, la noche oscura, el sol de Mi Divino Querer se oculta en el alma y las nubes opacas ocupan su lugar? (Proverbios 13, 12).

¿Qué hacéis y a quien acudís cuando aparecen los disgustos y amarguras exteriores? (Salmo 42, 11). ¿Quién domina en ti: la Esperanza o la tristeza, el desgano y la desconfianza?


Cuando sintáis que las fuerzas os abandonan, buscad a Mi Madre, yo estoy junto a Ella, me encontraréis también y recuperad la confianza para hacer todo lo que has planificado realizar según mi Voluntad (Romanos 5, 3-4).


¿Queréis ser como Mi Madre fuerte como columna? Si así deseáis ser por qué renegáis de las palabras de mi Madre, de sus mensajes.

Mi Divino Querer no desea abandonar a los suyos en medio de la tempestad, más bien alertaros y que renovéis la esperanza, por más que se levantan vientos violentos en medio de la noche yo estaré junto a ustedes para socorreros.


Meditad esta enseñanza y en la próxima clase profundizaremos en la Esperanza.


Inclinad vuestras cabezas que os daré mi bendición. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Enseñanzas del Señor Jesús, las cualidades de María, piedras preciosas de la Divina Voluntad que adornan a la Santa Madre de Dios.
 

Dictado a Gustavo

 

 

 

 

Buenos Aires, 16 de junio de 2020.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 


 

 

 

8

 

 

 

 LA ESPERANZA DE MARÍA


Segunda Parte


 

Mis hijos más preciados, las perlas más caras que adornan el Reino de Mi Padre, hoy, nuevamente retomamos las enseñanzas.

 

Continuaremos con la Virtud de la Esperanza y los recaudos que debéis tener para no caer en los EXCESOS O FALTA de ella.

 

Están transitando el camino del pleno cumplimiento del Fin de los Tiempos y en el caminar hacia la resurrección en un hombre nuevo nacido del Divino Querer, encontraréis grandes luchas que debéis vencer. Siendo necesario estar bien preparados para no dejar la más mínima oportunidad al demonio, y así, poder salir victoriosos de la contienda.

 

Permaneced atentos en la clase, sed alumnos despiertos con todos los sentidos bien dispuestos para asimilar todo lo que procede de vuestro Señor. Tened siempre presentes que muchos desearían tener estos escritos, no desaprovechen esta oportunidad. Sin derrochar el tiempo comencemos con el desarrollo de la clase.

 

Para que esta virtud sea beneficiosa para ustedes debe estar en un punto de equilibrio, si salís fuera del mismo caeréis en los vicios.

 

¿Pero cómo puede ser esto? Os preguntáis, entonces, ¿es malo tener esperanza?, no entiendo. Preguntas que tienen respuestas, amados míos.


El EXCESO DE CONFIANZA sucede cuando se abusa de ella al no ser puesta primero en Dios y os daré el ejemplo del daño que os causa: como soy un Dios bueno y misericordioso creéis que ya estáis salvados, que yo os santificaré y suministraré todo sin que vosotros hagáis esfuerzo alguno, sin trabajar y sin poner de vuestra parte para la santificación unida a la gracia divina.

 

 ¡Ah! Cuántas almas vienen a mí portando tales caracteres. ¡Cuántas veces han venido a la Santa Misa por un simple compromiso, por el solo hecho de pensar y decir que sois católicos! Creéis que os da el derecho de no realizar ningún esfuerzo.

 

El ABUSO DE CONFIANZA SE TRANSFORMA EN EL PECADO DE TENTAR A VUESTRO DIOS. Corred el riesgo que el demonio os tiente de haceros pretender que podéis actuar de esa manera y apoyándoos en vuestra confianza, sin miedo a caer.

 

Cuantas veces escucho en vuestras charlas decir “Dios todo lo provee, vos quedaros tranquilo, no gastéis demasiada energía”, es cierto, Yo todo lo proveo pero veo con mucho pesar como quedáis quietos, como holgazanes, esperando que todo sea dado sin mover un dedo.

 

El demonio, cuando se atrevió a tentarme, le dije: NO TENTARÉIS A TU DIOS Y SEÑOR. De igual forma os digo a ustedes para que no desvíes el rumbo hacia donde os dirigís (San Mateo 4, 7).

 

San Pedro juró en seguirme, confiaba demasiado en sus propias fuerzas, en su propia humanidad. El hecho de creer que se bastaba él solo y al apoyarse en sí mismo como columna robusta e indestructible, fue su derrota, vio como esa columna que parecía tan fuerte se desintegraba en un instante al negarme tres veces (San Mateo 26. 69-75).

 

 El que se sienta seguro y en pie tenga cuidado de no caer. Que todas vuestras miserias y debilidades sean indicadores de no creeros bien seguros de sí mismos. Más bien esforzaros y trabajad en la obra de vuestra salvación, haceros con tenacidad y confianza de que todo vuestro esfuerzo está dirigido solo a Dios.

 

Afianzad la virtud de la Esperanza y asentadla en la santa desconfianza en la voluntad humana. Solo podréis afirmarla en conoceros a vosotros mismos, débiles y frágiles cuando confiáis en vuestra propia humanidad, pero sois fuertes cuando ponéis esa confianza solo en Dios, llenando los vacíos con la Voluntad Dios, vacíos dejados por la fragilidad del hombre.

 

Cuando confiad en vosotros mismos, en el primer oleaje del mar, la barca se sacude y el miedo os invade, comienza la desesperación, el cansancio, el tedio y el desaliento que se opone al accionar y el trabajo de santidad que estabais realizando queda paralizado (San Mateo 8, 23-27).

 

Mirad vuestras miserias pero mirad, también, a Dios en quien encontraréis una confianza segura y una dulce esperanza similar a quien construye su casa sobre la roca (San Mateo 7, 24-27). Contemplad a San Pablo que sabiendo que no era nada pero cuando me miraba todo lo podía porque en mi se confortaba (Filipenses 4, 13).

 

Se aproximan días de dolores mayores a los actuales, en especial para mi Iglesia, pero si confiáis en mí, la angustia, la persecución y el hambre no podrán separaros de mí.

 

¿Quién podrá entonces? ¿Satanás con todas sus huestes?

 

 Si vuestra esperanza está puesta en el cumplimiento de mis promesas, entonces, tened por seguro que ya está derrotado (Satanás). Si Yo estoy con ustedes quién podrá en su contra.

 

Por lo tanto, observad a mi Madre, siempre tan humilde y modesta, que siendo lo que es, intenta ocultarlo todo, no abusa de ninguna de las gracias, obra y sirve a Dios como la más diminuta e indigna de sus siervas, sin rehusar ningún oficio, ni trabajo, no se fía de sí misma sino se apoya sólo en Dios.

 

Cuán grande era la confianza de María en su Señor, tan íntima que quiso mantener oculta su concepción a su prima Santa Isabel pero mi Padre se lo revela (San Lucas 1, 39-56).

 

También, quiso mantenerlo oculto para mi Padre Adoptivo San José, pero mi Padre Celestial, envió un Ángel para develar el origen de su maternidad (San Mateo 1, 18-24).

 

Tan grande era la confianza de Mi amada Madre en Dios, sin desbordes, exageraciones, sin llamados de atención, que en las Bodas de Caná, de manera sencilla, natural y a la vez dulce pero segura, envía a los criados que me obedezcan. A pesar de mis palabras no se desalienta o disminuye, se mantiene tranquila e indudable de que no quedará defraudada, que todo lo que pida le será concedido (San Juan 2, 1-2).

 

En conclusión, pedid a Mi Madre que os enseñe a entender la virtud de la Esperanza para que no abuséis de ella, tentando o abusando de vuestro Señor, ni tampoco desconfiéis de Mí y de las gracias que dispenso para cada uno de ustedes, más bien desconfiad de sí mismos para que podáis apoyaros siempre en Ella, en definitiva, estaréis apoyados en mí.

 

Confiad en vuestro Señor y Señora que nos os dejaremos solos en la lucha, sino que pelearemos a vuestro lado y os ayudaremos con el ejemplo y la gracia. Siempre os daremos la victoria segura sobre las tinieblas y la corona de los vencedores (2 Timoteo 4, 8).

 

Yo no soy un Dios de falsas promesas, Soy el que Soy de promesas ciertas e infalibles, cumplo todo lo que digo, cada una de mis palabras. Y para finalizar esta clase recordad siempre las palabras del Salmo:

“En Ti, Señor, he esperado, pero no seré jamás confundido…” (Salmo 31).

 

Meditad cada palabra y tened la certeza de que todo lo que os dicto es para vuestra santidad. Asimilad lo aprendido porque a diario debéis poneros en práctica y más en los días decisivos para el mundo. Continuaremos en la próxima clase profundizando esta virtud en Mi Madre, María, fundamento y resumen de toda esperanza.

 

Ahora inclinad vuestras cabezas que os daré mi bendición: Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
 

 

Dictado a Gustavo

 

 

 

 

Buenos Aires, 8 de julio de 2020.

 

 

 


 

 

 

 


 

 

 

9

 

 

 

 LA ESPERANZA DE MARÍA

 

Tercera Parte

 

 

María es el resumen de toda esperanza

  
Amados míos, que la Paz esté con todos ustedes. Os doy mi Paz que es eterna y duradera para que nada os turbe y no tengáis miedo al mundo (San Juan 14, 27).

 

 Sé cuán afligidos y cansados estáis, pero ánimo mis pequeños porque yo he dado a la humanidad a Mi Madre como vuestra Madre, la Estrella de Esperanza en medio de la oscuridad que os conduce a mi encuentro.

 

Estrella que os dice: ¿Hijitos míos, por qué teméis? ¿Acaso no soy vuestra Madre? (Colosenses 1, 5).

 

Veo que algunos han faltado a la clase de hoy, la desesperanza gana terreno en sus corazones (Job 17, 15), la humanidad confiada en sí misma y no en mí, se asemeja a la semilla que cayó en los pedregales, brotó y el sol la secó.

 

¿Sabéis por qué sucede esto?

 

 Porque la esperanza al no tener raíces profundas y al venir el calor abrasador de las aflicciones del mundo, se marchita rápidamente, desiste en la lucha al poco tiempo (San Mateo 13). Pero para que renovéis la esperanza y tengáis cimientos firmes continuaremos con las enseñanzas sobre las virtudes de María y la tengáis a Ella como Madre, y como tal, siempre dispuesta a socorrer a sus niños.

 

Tomad asientos, sacad los elementos de escritura y poneros cómodos que ya comenzamos. Hoy veremos y analizaremos a MARÍA, EL RESUMEN DE TODA ESPERANZA dónde encontraréis el fundamento y justificativo de vuestra esperanza.

 

Si la esperanza en Mí reside en Mi Misericordia, bondad y fidelidad, ¿no he puesto estas piedras preciosas en Mi Madre para que os animéis a acudir a Mí por medio de la Reina Celestial?

 

¡Oh! Si mis pequeños, diréis que sois pecadores, frágiles y no merecedores de tan magnánimo regalo. Pero mi Madre es madre de todos, y en especial del desvalido y enfermo por quien tiene mayor predilección.

 

Cuántos de ustedes son padres y madres, cuando tienen algún hijo enfermo ¿no colocáis todos vuestros esfuerzos para asistirlo? Mi Madre vuestra Madre, así es con cada uno de sus hijos, corre al encuentro de sus pequeños para sosteneros, abrazaros y consolaros (Job 5, 16).

 

Mirad a Mi María, la Estrella que brilla en el firmamento, en Ella no hay desaliento o desánimo. Al contrario, encontraréis aliento para trabajar animados en la vida diaria, practicando las virtudes con tenacidad y firmeza. Ella debe ser el objeto de la Esperanza, porque Ella provee la gracia que os falta y que necesitáis acorde pedís y según mi Voluntad (Efesios 4, 7).

 

 Los oleajes de las contiendas del mundo os distraen fácilmente, el cansancio de luchar y combatir os conduce a que muchas veces desistáis de seguirme y os dejéis arrastrar por la redes del enemigo. Para esta situación, solicitad todos los días la gracia que necesitáis para manteneros firmes en el combate; requerid la PERSEVERANCIA (San Santiago 1, 12).

 

En estos momentos de mayor oscuridad, vacilación y cansancio, María os alienta y os dará las gracias de perseverar y salir victoriosos (Romanos 8, 37). Si Judas hubiera acudido a Mi Madre después de haberme traicionado no hubiera terminado en desgracia. Cuantas apariciones de Ella en el mundo, la más Bella ha sido representada en imágenes  mirando al Cielo. ¿Sabéis el motivo? Su mirada estuvo siempre concentrada en su Único Dios (Hebreos 12, 2). Entonces, mis pequeños y fieles alumnos, pedid la gracia para que seáis como María, para que viváis suspirando y anhelando la vida verdadera (2 Corintios 5, 2).

 

Esto es María, centro de toda esperanza para el hombre. Mantened vuestra esperanza de ser sus hijos, llegaréis a ser como Ella. Cuantos Santos vencieron las tempestades del mundo aferrándose en María, contemplaron su Esperanza y se esforzaron para ser hijos semejantes. Y vaya que se han esforzado, se convirtieron en columnas poderosas e indestructibles que con sus ejemplos de vida sostienen a Mi Iglesia. Tenéis a mi Padre San José, que cansado del arduo trabajo regresaba al hogar feliz porque allí encontraría a María, donde renovaría sus  fuerzas. Para él era el momento más esperado, porque en Ella veía la esperanza de que gozaría la felicidad eterna junto a Dios Todopoderoso (1 Reyes 10, 8).

 

Mi Madre participa de la vida de Dios, en cuanto se le puede suministrar a una criatura de manera excelsa y perfecta sobre cualquier otro ser. A diferencia de los Ángeles que siendo criaturas puras no tienen más vida que comprender y amar a su Creador, al no estar sujetos a la materia, sus actos son netamente espirituales y perfectos.

 

Según mi relato los actos de los Ángeles debían ser más perfectos que los de María, pero Dios quiso darle todo su amor, sin dejar ninguna gota sin derramar, y así, nadie de todo lo creado la aventajara en el amor. Que nadie pudiera compararse a Ella, siendo la criatura que había de amar a Dios por encima de todas las criaturas juntas, con toda su existencia. Ella fue hecha de puro Amor y por ende debía desposarse con el Amor más puro, la Tercera Persona de la Santa Trinidad, Dios Espíritu Santo, fruto del amor de Mi Padre y yo, Su Hijo.

 

En conclusión mis amados, María debe ser vuestra vida. Os he dotado de una vida inteligente para que conozcáis, apreciéis y con el corazón améis mi bondad y participéis de Mi Vida, no como una lectura de un cuento épico sino que la viváis plenamente. Y para ello os doy la ESPERANZA a través de mi Madre, lo que no podéis obtener por vuestra naturaleza corrompida lo hagáis por la gracia.

 

Si Ella, tu Madre es amor, tú también debéis ser amor, libre de los prejuicios y deseos humanos que no hacen más que entorpecer la gracia (Proverbios 21, 21). Vivid una vida colmada de confianza y esperanza, porque es mi deseo que participéis de mi Vida como verdaderos hijos míos. Mirad a María, Madre de la Esperanza, que fundamentó tal atributo amando a Dios con todo su corazón, toda su alma y con todas sus fuerzas (Proverbios 3, 5-6).

 

Ahora, reponed vuestras fuerzas, alinead vuestras vestimentas y salid al mundo estéis donde estéis y que el mundo contemple que no sólo son mis hijos, también sois hijos de María, y que la humanidad vea que sois estrellas que adornan su manto (Isaías 40, 31).

 

Manteneos atentos para la próxima enseñanza, perseverad en la espera y confiad en mis palabras (Salmo 27, 14). Inclinad vuestras cabezas que os daré mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
 

Dictado a Gustavo

 

 

 

 

Buenos Aires, 12 de agosto de 2020.

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 


 

 


 

 

 

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EL AMOR DE DIOS EN MARÍA

 

Primera Parte
 
Que la Paz esté con todos ustedes mis amados niños, mis alumnos más preciados, que pronto estarán listos para poner en práctica lo que han aprendido no sólo en su vida diaria sino a escala más grande, más allá de lo que podéis imaginar.


Hoy hablaremos tal como dice el título de esta enseñanza, el AMOR DE DIOS EN MI MADRE, María.


Os he dotado a cada uno de un alma inteligente para conocer mi bondad y de un corazón para amar esa bondad que ama todo aquello que el entendimiento le presenta como bueno. Es mi deseo que la criatura más amada participe de mi Vida, sea Yo su Vida, se funda en Ella y una vez sumergida dentro de ella seáis puesto en el centro de mis tesoros, como la piedra preciosa más amada por mí, la que más brilla y sobresale sobre las otras. ¿Y sabéis el motivo? Porque sois fruto de mi amor.


Este amor fue puesto como precepto y colocado como cabeza de los Mandamientos, donde todo lo demás se resume en él. Y quien vive este mandamiento y me ama ya guarda todos los mandamientos (San Juan 14, 23). En el amor está toda la ley y todo lo que dijeron los Profetas.


Y pensar mis niños, que la humanidad se empeña en no aceptar mi amor, siglos y siglos rechazándolo, pero hubiera sido fácil daros un mandamiento a los sentidos, para que vierais y oyerais, pero no lo hice porque los órganos de los sentidos cumplen su función natural acorde a Mi Voluntad Divina.

 

En cambio, al ver vuestro corazón divisé vuestra vacilación, a pesar de que fue hecho para amar lo grande, lo puro, el bien único y verdadero. Tuve que colocar un mandamiento que les recordara constantemente a quien debéis amar (Jeremías 17, 9-10). ¡Tantas veces, los Santos se lamentaron de haber perdido la oportunidad de amar!

 

Más doloroso fue para ellos al descubrirme en cada instante de sus vidas, eran instantes de amor que desperdiciaron por amor a los bienes del mundo. Sus corazones fueron atravesados por una daga aguda de amargura y en gran llanto colocaban su rostro al suelo y luego de que Yo los consolara y secara sus lágrimas, se ponían de pie con gran entusiasmo de dar todo de sí mismos para obtener lo más que podían de mi amor, a efecto de compensar el tiempo disipado en los asuntos del mundo.

 

Pero en Mi Madre, Mi Amor no fue un precepto sino que fue un acto de vida, dulce y natural, hasta el punto de compartir conmigo la Pasión, todo por amor. Para Ella vivir sin Mi Amor, aunque sea por un instante, era imposible. Fue tan intenso e incomprensible para la mente humana que amó a Dios con todo su CORAZÓN, toda su ALMA y todas sus FUERZAS (San Juan 12, 30).

 

Oh! Sí, mis niños. Mi Madre me amó con todo su CORAZÓN (Proverbios 3, 5-6). Nada se reservó para Ella o para a otra criatura, ni la más mínima partícula, sin limitaciones ni titubeos, su Purísimo Corazón fue dado completamente sólo a Dios.

 

Así como mi Madre, deseo que sea vuestro corazón, sin divisiones. Porque cuando lo dividís estáis matando ese amor que Dios ha confiado, dividís el corazón entre Dios y el mundo, poniendo mayor preferencia en lo segundo y lo que sobra de lugar en ese corazón, lo dais a mí, las migajas de amor para vuestro Dios de Amor que os creó y dio su Vida misma en la Cruz.

 

María me amó con toda su ALMA (Deuteronomio 6, 5). Con todas las potencias. Solo se ocupó de su Dios y no de otra cosa. Su entendimiento fue solo para Mí fuera donde fuera, su pensamiento estaba conmigo. Cada memoria suya le recordaba los bienes y gracias que el Señor había puesto en Ella. Su voluntad ya no era suya sino era la mía en su vida, solo aspiraba no solo en cumplir mis deseos divinos sino vivirlos y ser parte de ellos, ser partícipe activa de Mi Divino Querer.

 

En María todo era complacencia en hacer la Voluntad Divina, manifestación de toda su existencia puesta en Mí fueron sus palabras expresadas en  sus purísimos labios: MI ALMA ALABA Y ENGRANDECE AL SEÑOR (San Lucas 1, 46). Estas palabras, manifestación de un corazón colmado de amor estremecían toda Nuestra Divinidad, haciéndonos ver que la humanidad no estaba perdida, que mientras existieran almas que imitarán y vivieran como Mi Madre el género humano tendría esperanza.

 

Mi Madre me amó con toda sus FUERZAS (Isaías 40, 31), fruto del CORAZÓN Y DEL ALMA que ama sólo a Dios. En ella, la intensidad de este amor no retrocedía o vacilaba ante nada, siempre estaba dispuesta a todo y si era necesario a entregar la vida por este amor tan puro. A pesar de ser puesta en grandes sacrificios, transitar dolores y sufrimientos, nunca renunció. María nunca se quejó de nada, siempre estuvo pronta y  con generosidad a la Voluntad de Dios, pero para que esa fuerza no procediera de la humana, la cual es débil, la pedía a Nosotros, la Divinidad Trinitaria.

 

Ahora, os hago una pregunta amados míos y para que meditéis durante toda vuestra vida: ¿Deseáis amarme como mi Madre, de manera plena, con todo vuestro corazón? Examinad ante el ejemplo de Mi Madre si me amáis cómo Ella, acorde está escrito en el Primer Mandamiento (Proverbios 3, 1-2).

 

Es necesario que os conozcáis a vosotros mismos y lo hagáis al ver a María, espejo perfecto que os muestra, cómo son sus hijos y Dulce Maestra os enseña a ser imagen y semejanza mía.


En la próxima clase continuaremos hablando del Amor de María. Ahora inclinad vuestras cabezas que os daré la bendición: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

 Enseñanzas del Señor Jesús, las cualidades de María, piedras preciosas de la Divina Voluntad que adornan a la Santa Madre de Dios.
 


Dictado a Gustavo

 

Buenos Aires, 26 de agosto de 2020.

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 


 

 

 

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EL AMOR DE DIOS EN MARÍA


Segunda Parte
 
Mis amados niños, que alegría es para mí, vuestro Señor y Maestro, volveros a encontrar. Especialmente, más alegráis Mi Corazón saber que no me han abandonado, gracias por haber sido pacientes (Salmo 27, 4).

 

Como ya estáis todos sentados y listos en el aula magna de Mi Corazón comenzaremos la clase sin demora, continuaremos con las maravillas que hizo mi Amor en mi amada Madre, María, la Estrella que da la luz del Amor Divino a toda la humanidad.

 

En mi Madre, mi Amor es perfecto y verdadero, su amor no está mezclado con miedos y egoísmos de ninguna clase, debéis saber que todo amor humano, aun el más puro no se compara con el de María. ¿Conocéis el motivo? Porque el amor del mundo siempre está sujeto al egoísmo, aun la más pequeña partícula de éste le quita su pureza (1 Juan 4, 8).

 

 

Se necesita que el amor:

1) No busque o desee nada para sí mismo,
2) No busque recompensas,
3) No haga a cambio de bienes o regalos de parte mía.

 

 

El amor del hombre siempre es interesado.

 

En cambio, Mi Madre me amó con el más purísimo y perfectísimo amor, no lo hizo por lo que Yo le había dado o porque lo que de Mí esperaba, antes de que mi Ángel la visitara ya me amaba con TODO SU CORAZÓN (San Mateo 22, 37-39).

 

Este amor fue el que nos enamoró, Dios Único y Trinidad Santa. Hasta tal punto que siempre nos acordábamos de Ella y la coronamos como Madre de Dios y de la Voluntad Eterna.

 

Debéis estar siempre dispuestos a perderlo todo antes que dejar y ofender al Amor Eterno (2 Crónicas 7, 14). Si esta premisa la tenéis grabada a fuego, siempre me colocaréis en el primer lugar, en el lugar de preferencia sobre los demás amores de este mundo (1 Juan 4, 19). Porque este amor no es un amor de sentimientos sino de PREDILECCIÓN.

 

Para que entendáis mejor, el amor del hombre se basa en el sentir. En cambio, el amor a Dios es el tener predilección.

 

¿Una madre puede sentir más amor a Dios que a su hijo? ¿Estaría dispuesta a entregar por amor a su hijo al sacrificio por amor a Dios como lo hizo mi Madre?

 

 El amor de la más Bella entre las Bellas fue tan sumo en el sentimiento y en el afecto, pero por encima lo fue en el aprecio y en la predilección:

“Hágase en mí tu palabra”. En dichas palabras está la expresión firme, dispuesta a sacrificarlo todo por amor para hacer la Voluntad Eterna.

 

¡Mi Madre! ¡Que con cada latido suyo saca los suspiros más excelsos a Dios Todopoderoso!


Corazón de Mi Madre totalmente desprendido de sí mismo, despojado de todo, sin ataduras y compromisos y atractivos por las cosas del mundo, sino solo para Dios.

 

Mi Mamá María al pie de la Cruz que con tan sumo amor ha sacrificado todo, a su propio hijo, lo más querido y lo más santo que ha tenido, tan sólo por cumplir con el pedido que el Amor de Dios le hacía.

 

Pero el amor de María también fue COMPLACIENTE y BENEVOLENTE, actos interiores de amor de Dios en que vuestra alma puede y debe ejercitarse cuando esta ama.

 

Este amor de complacencia es el amor que tengo por Mí mismo, al contemplar mi propia esencia y ver en ella la Santidad infinita y la bondad suprema. ¿En estos tiempos puedo complacerme de mí mismo en el hombre, a quien he creado con tanto amor? Ah! Solo veo pecado, faltas y miserias. Pero por más que la humanidad se empecina en aumentar la distancia hacia su Dios, os he dado a mi Madre para que esa distancia sea acortada.

 

Cada vez que contempléis las perfecciones y cualidades que Dios hizo en Ella, os muevo a amar como Ella, a suspirar lo Santo y Divino. Y cada suspiro vuestro, la Madre del Amor Eterno y Santo, lo toma y lo une a su Corazón Inmaculado, lo convierte en cadena de amor que ata a la criatura para que no caiga en el foso del fuego eterno. Esta cadena de amor no lacera ni lastima como las cadenas del mundo que dejan llagas sangrantes, sino que envuelve con dulzura y delicadeza a la criatura y cuando está a punto de caer en el abismo, Mi Madre junto con los Ángeles y Santos, todos juntos, tiran fuertemente evitando que el alma se precipite en caída libre.

 

¿Veis amados míos, cuán importante es el amor contemplado en Mi Madre, quien en cada caricia os anima y con cada palabra suya os enseña a amar como Ella, que en definitiva es amar como Dios os ama a cada uno de ustedes?

 

Su Corazón unido al Mío, cada uno de sus latidos son destellos de amor que surgen de Mi Voluntad Eterna, destellos de luz que iluminan a mis pequeños en la noche oscura por la que transitan en el mundo, destellos de amor que alumbrarán a mi pueblo en la hora de la prueba y la Gran Tribulación.

 

En la próxima clase profundizaremos aún más sobre el Amor de Mi Madre. Tanto más tengo para contaros y compartir antes de que el tiempo llegue a la hora 12.

 

Que estas enseñanzas sean un cultivo para el alma, escalones que os conducen al camino de Santidad, peldaños que os llevan a ingresar y adentraros cada vez en lo íntimo de mi Divino Querer (Salmo 143, 10).

 

Cuánto os agradezco, amados míos, por estar atentos en mi clase. Ahora vayan y compartidlas con vuestras familias y con todos los que encontréis en este peregrinar por el mundo, decidle a todos que os amo y que tan grande es mi amor por la humanidad que he dado a Mi Madre, mi joya más preciada, como vuestra Madre (San Juan 19, 26).

 

Vayan y ejercitad mi amor porque mi Amor nunca pasará, las profecías culminarán, las lenguas callarán y el conocimiento se acabará (1 Corintios 13, 8).


Id a amad a todos (San Juan 34, 36).

 

Inclinad vuestras cabezas que os daré mi bendición: Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 Os Amo y mi Amor no discrimina y no deja a nadie afuera si el alma se deja amar por mí.
 

Dictado a Gustavo

 

 

 

 

 

Buenos Aires, 30 de septiembre de 2020.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

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 EL AMOR DE DIOS EN MARÍA


Tercera Parte
 
Amados niños de mi Gloria Eterna, por los cuales pagué un alto precio, pagué todas vuestras deudas (Colosenses 2, 14).

 

Gracias por estar en el Aula Magna de mi Corazón, a pesar de veros abatidos y cansados, aun así habéis venido. Sé cuán cansado estáis de los males que acechan en el mundo y cuán cansado estáis de recibir mis mensajes de los dolores que vendrán si no os arrepentís, pero ¿puedo dejaros qué vayáis directo a la muerte eterna?

 

 Es necesario advertiros para que estéis preparados y enderecéis vuestros camino, deseo vuestra salvación porque os amo y por amor entregué mi vida y os di a Mi Madre para que os guíe y proteja de las asechanzas nocturnas. Por lo tanto, mis fieles niños, hoy continuaremos hablando del Amor Divino en Mi Madre, en esta clase os daré un bálsamo para vuestros corazones agobiados y luchéis con bravura y determinación.


Mis niños, aún carecen de firmeza para resistir los ataques de las tinieblas, por eso debéis venir a las aulas de Mi Corazón Sacramentado donde os doy el modelo a seguir para ser fuertes guerreros y el modelo es María, la Mujer Vestida de Sol.


Mi Madre me amaba tan tiernamente, siendo Yo su hijo pero a la vez descubría en mí al Padre Todopoderoso. Todos sus actos maternales eran actos purísimos de amor para conmigo, para su Hijo y Dios a la vez. La unidad que tenía conmigo era estrechísima la cual fue causa de la unión íntima y perfecta de Su Corazón Inmaculado con mi Sagrado Corazón, hasta tal punto que su corazón se fundió con el mío, ya su vida sería mi vida, una sola cosa, un sólo corazón, una sola alma.


Durante mi vida en el seno de Mi Madre, mi vida fue la de María, su propia sustancia me nutrió y alimentó, pero a la vez siendo su Hijo y Dios le fui transmitiendo mis pensamientos que eran los mismos pensamientos de mi Padre.

Tantos océanos de mi Divino Querer se derramaban en su existencia, océanos de luz y de amor, le manifestaba el Cielo mismo en su corazón sin tener que buscar elevar la mirada a lo alto para orar. Tan sólo con recogerse en su interior le bastaba, porque todo estaba en ella, Dios mismo estaba en su interior, estaba conmigo, física y espiritualmente, fundida con el mismo Cielo, siendo uno solo.


Sé lo que diréis mis niños: Yo no puedo hacer tal cosa; María es María. ¿Cómo puedo aspirar algo semejante?

La respuesta que os daré es más simple de que lo parece. Vuestra voluntad humana es la que no os deja ver claramente, viendo todo tan distante e imposible, vuestra humanidad atada al mundo ve la santidad como algo imposible.

 

¿Pero, Yo, el Señor, vuestro Dios me hice hombre sólo para unirme tan solo con María, la Santísima, sin daros a vosotros ninguna participación de mi amor?

 

TODO LO HICE PARA LLAMAROS A ESTA UNIÓN DIVINA POR MEDIO DE LA VIDA DE LA GRACIA. UN CORAZÓN EN GRACIA, QUE SE ENTREGA SIN MIRAMIENTOS Y SE RESERVA SOLO PARA SU DIOS. UN CORAZÓN QUE VIVE LA VIDA DE DIOS ES VIVIR MI VOLUNTAD ETERNA, Y AL MISMO TIEMPO, DESCUBRE LOS OCÉANOS INSONDABLES DE MI AMOR DIVINO.

Os transmito y baño al alma en gracia mi Luz, la inundo con mi Amor. Y de esta manera, trabajo, obro y vivo en ella.

 

Recordáis las palabras de San Pablo: “Ya no vivo yo, sino que es Él quien vive en mi” (Gálatas 2, 20). Y os daré un ejemplo de ello. ¿Esta unidad no la vivís cuando me recibís en cada Comunión?  La unión con mis criaturas es una unidad mutua de vida, de afectos y sentimientos entre Dios y el alma. Esto es el significado de las palabras de San Pablo y la vida de María unida a la mía.

 

Si mi Madre junto a mí veía y amaba a mi Padre, vuestro amor también puede concretarse cuando me contempláis. Imitando a mi Madre obtendréis la unidad más virtuosa con vuestro Dios.

 

¡Ánimo mis niños!  Vivid unidos a mí, brillad junto a mí, sed uno conmigo como lo fue y es mi dulce Madre. Dejaos abrazar por mi Voluntad Divina, no pongáis resistencia, venced vuestra humanidad corrompida, dejad que yo reine en vuestras vidas. Fundíos con el Cielo y contemplad las maravillas que os esperan, los secretos reservados para los humildes de corazón. En esa unidad os comparto el Plan Divino de Mi Padre.

 

¡Alegraos amados niños y vivid cada instante como una gracia!  Obtened el mayor beneficio tanto en los momentos malos como en los buenos, que todo sea propicio para el crecimiento de la vida de gracia, una vida de santidad.

 

Que estas enseñanzas os sean de provecho, llevadlas con ustedes y compartidlas con todos aquellos que necesitan del bálsamo de mi amor y ese bálsamo que os doy, el más exquisito y puro es Mi Madre.

 

Manteos atentos para la próxima clase, ahora inclinad vuestras cabezas que os daré mi bendición. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Nos vemos pronto mis fieles alumnos. Os amo eternamente.

 

 

Dictado a Gustavo, Buenos Aires, 14 de octubre de 2020.

 

 

 

 

 


 

 

 

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 MARÍA Y LA CARIDAD CON EL PRÓJIMO


 Primera Parte

 
 Amados niños, que Mi Paz esté con todos ustedes. Son la alegría de mi Corazón al verlos a todos ubicados en cada asiento del aula magna de Mi Voluntad Eterna.

 

 Ante la frialdad de un mundo que se sumerge cada vez más en lo profundo de la noche espesa, rechazando toda mi ayuda posible, mi Corazón es herido por el desprecio de las gracias que esperan ser derramadas en el género humano.


Ustedes, mis alumnos de los más selectos, son el bálsamo y consuelo de mis heridas. Gracias por haber venido.


Un mundo sumergido en su propio egoísmo, donde el hombre ha hecho de su ego su propio ídolo olvidando la importancia de la CARIDAD CON EL PRÓJIMO. Por lo que hoy os hablaré al respecto y como María os ama.


El amor al prójimo es la segunda parte del Primer Mandamiento de la Ley Divina: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como ustedes mismos (San Mateo 22, 35-39), lo cual es un reflejo del amor de Dios hacia sus pares.


No se puede amar y decir que se ama a Dios pero se desprecia al prójimo. Recordad las palabras de mi Apóstol amado, San Juan: SI ALGUNO DIJERE QUE AMA A DIOS Y A LA VEZ ABORRECE A SU PRÓJIMO, ESE ES UN MENTIROSO (San Juan 4, 20). Quien desprecia a su hermano como si fuera menor que él, entonces no me ama (San Juan 4, 20).


El amor del prójimo es mi precepto y quien lo cumple, eso sólo basta. En la Antigua ley está escrito ¨Ama al prójimo como a ti mismo, pero ahora yo les digo “Amaos unos a los otros como Yo os he amado”. Debéis amar al prójimo hasta el sacrificio, hasta la muerte. Así os amé, hasta entregar mi vida por todos los hombres, buenos y malos, sin hacer excepción de nadie.

 La Voluntad Divina de Mi Padre en mí, me movía amaros a todos, al ver a la humanidad perdida y sin pastor, tenía que atraeros a todos hasta el extremo.


Si bien es cierto que antes de mi venida al mundo se preceptuaba (se había dado en el pasado como precepto) ese amor, Yo quise darles un nuevo modo, una nueva intensidad y comprensión de amor, quise daros un mandamiento nuevo (San Juan 13, 34-35).


No se puede separar el Amor Divino impreso en el hombre, porque ese amor os dio forma y vida, porque quien me ama de verdad, no puede dejar de amar todo aquello que Yo amo. ¿No he derramado toda mi sangre por ustedes?  Si dejáis que mi amor crezca en ustedes más crecerá el amor a sus semejantes.


De la misma manera que quise colocar el distintivo de amor en mis discípulos: “En esto conocerán que los sois, si os amáis unos a otros”, también quiero imprimirlo en ustedes. Deseo que el mundo os reconozca y sepa que son mis discípulos del Fin de los Tiempos. Que las naciones os vean fervorosos y exclamen: “Mirad como se aman mutuamente…, hasta querer morir unos por otros”.


Ahora que ya os hice una breve exposición de cómo os amo, os hablaré de Mi Madre.


¿Cómo sería su amor hacia el prójimo en aquellos días y cómo es el amor para los tiempos actuales?

No hay amor semejante a Ella, pero deseo que os esforcéis en imitarla y aproximarse lo más cerca posible a su amor. Después de mi amor, el amor más parecido al mío es del de Mi Mamá Celestial. Su amor maternal, amor de madre que reúne en su Corazón Inmaculado todas las ternuras y delicadezas que Yo repartí entre los demás.

 

Ustedes no sólo son mis hijos sino mis hermanos, y por lo tanto, mi Madre os amará a cada uno de ustedes con la misma intensidad que me amó a mí.

Os invito a que acompañéis a María y contempléis los beneficios que Ella tiene en su Corazón para ser derramadas a toda la humanidad.

 

 Contempláis la gracia, la participación de su vida en la historia humana, en vuestras vidas, en sus trabajos, en sus familias. Contempláis y aceptad su adopción maternal porque dicho acto os hace hijos de Dios, templos de Mi Espíritu Santo, os hace partícipe de mi obra redentora, en mi Vida, en mi divinidad, en los Sacramentos, en mi Iglesia, en la Eucaristía y en la Santa Misa. Todo hecho sólo para ustedes.


Mi Madre no puede tener predilección por unos y a otros dejar fuera de su amor. Porque todo lo que amo Ella lo ama también.

 

Oh! Amados alumnos. ¿Qué haría María al pie de la Cruz, sino abrazarse a ella con toda su maternidad y empezar a amaros con todo su Corazón? ¡Mi Madre es vuestra Madre!  Os ama como me amó a mí.

 

Ama a todos por igual, una madre buena no hace distinciones entre sus hijos, si acaso hace alguna distinción lo hará con el hijo enfermo, miserable y descarriado, AQUEL QUE MÁS ES QUIEN MAS LA HACE SUFRIR. ¿ESE HIJO NO SE PARECE A USTEDES?

 

En conclusión, el amor es para vosotros. Contemplad a mi Madre al pie de la Cruz, se sacrifica conmigo por todos ustedes. Yo, junto a Mi Padre y al Santo Espíritu creamos el Corazón de María con una ternura y delicadeza única para que me ame como su Hijo y del mismo modo esa ternura se proyecta para ustedes.

 

¡Que dicha tenéis amados míos! Ser partícipes del Amor Divino.

Meditad toda esta enseñanza y dejaros amar por mi Madre quien os molde con su Amor Maternal que es mi Amor.


Meditad en la situación en la que vivís. Observad a vuestro alrededor la falta de caridad hacia el semejante, en especial aquellos que dicen que la pandemia es irreal y no importa contagiarse y contagiar a otros, y por esa falta de caridad y egoísmo conducen, a muchos, a la muerte. ¿Asistid material y espiritualmente al enfermo? ¿Preocupáis por su salud?

 

Pediré cuenta por la falta de amor con sus pares, seré severo en la hora del juicio.
¿Cómo es vuestro proceder con los miembros de la familia? ¿Hay amor o enojo y desprecio?. Si realmente me amáis hay paz y suave calma en sus vidas.

¿Amáis a vuestros enemigos?


Haced un profundo examen de conciencia y reparad al respecto, no esperéis que os alcance el Aviso y os haga ver vuestras miserias, debéis permanecer listos para el momento.

Llevad mi amor al mundo entero, y en lo posible que no quede nadie afuera. Id con mi Madre y hacedlo brillar en medio de la noche.

 

Os espero en la próxima enseñanza, en cada encuentro alegráis Mi Corazón.

 

Inclinad la cabeza que os daré mi bendición. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dictado a Gustavo. Buenos Aires, 28 de octubre de 2020.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

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MARÍA Y LA CARIDAD CON EL PRÓJIMO


Segunda Parte
 

Amados hijos y alumnos míos. Que la Paz esté con todos ustedes. Gracias por haber venido a mi clase una vez más, y gracias por aquellos fieles alumnos que esperan mis enseñanzas y las hacen crecer en vuestras vidas, en sus familias, en sus trabajos, con el prójimo, aún en medio de las dificultades.

 

Sin tanta retórica comencemos con la misma, los tiempos urgen y es necesario que mis niños estén bien fuertes para enfrentar la tempestad recordando y poniendo en práctica de las enseñanzas recibidas.

Mi amada Madre al enterarse que Dios ha concedido a su prima Santa Isabel un hijo, guardando en secreto su concepción milagrosa se dirigió presurosa a la casa de su prima para alegrarse y felicitarla de tan hermosa noticia (San Lucas 1, 39-41).

 

Pero cuando, el secreto no pudo se guardado, es descubierta por Santa Isabel, Ella inspirada por Dios Espíritu Santo exclama elevando su Corazón, canta el Magnificat alabando a Dios (San Lucas 1, 46-55). María con tanta humildad y pequeñez, ve la noticia de su prima como un acontecimiento mayor al suyo.

 

¡Oh! ¡Qué humildad la de Mi Madre que conmueve hasta el mismo Cielo!
Cuanto deseo que vuestra conducta sea similar a la de María, que viendo al prójimo con más bienes temporales o espirituales, que es más estimado y honrado, que tiene más talento y más habilidades, no entristezcáis, ni tengáis envidia de lo suyo, sino corred como la Santa Virgen de las Vírgenes a felicitadle y alabad a Dios Padre por los bienes que ha derramado sobre esa persona.

 

Ahora, observad con más profundidad en los puntos que soléis faltar a la caridad. Examinad vuestros afectos, deseos y sentimientos interiores. Caed fácilmente, y os diré como lo hacéis reiteradamente. Primero, fomentad en vuestros corazones afectos de murmuración, la calumnia y la envidia para los demás. ¡Una tentación tan sutil y tan miserable! (Santiago 4, 11).

 

Cuantas veces dirigís al prójimo alabándolo por lo que ha hecho bien, mejor que nosotros, palabras que enaltecen su simpatía, su talento, su belleza, su habilidad, etc., es una rivalidad espontánea escondida, que nadie se os adelante, deseáis ser lo primero en todo. Todo disimulado bajo la imagen de la falsedad e hipocresía.

Más bien, que vuestros sentimientos sean puros como los de mi Madre que se alegró por el amor de Dios depositado en su prima, se regocijó y lo alabó.

El hecho de mirar con envidia al prójimo estáis ofendiendo a Dios mismo, porque Dios puso todo su amor en él para crearlo a Su imagen y semejanza (1 Corintios 13, 4). Pero, también os estáis dañando a vosotros mismos porque fuisteis creados para ser portadores de amor y no de maldad.

Tanto podrías deciros sobre vuestras miserias que os sonrojarían de vergüenza.

Meditad esta enseñanza, ponedla en práctica para ser cada vez más santos y ejemplos para muchos. Cambiad la manera de proceder de sus vidas abandonando todo aquello que os daña y daña a otros, cambiadlo por lo que es bueno (1 Pedro 2, 1-2). Como podéis leer, todo lo descrito es con palabras sencillas para que todos podáis razonar.


Prepararos para la próxima clase donde expondré el tema del Perdón hacia el prójimo, un eje clave para que la Voluntad Divina reine libremente en la vida de los hombres (Proverbios 17,9).

Ahora, inclinad vuestras cabezas que os daré la bendición, en el nombre de Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Dictado a Gustavo. Buenos Aires, 25 de noviembre de 2020.

 

 

 

 


 

 

 

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  MARÍA Y MI PASIÓN

 

 La hora de la despedida.

 

Mis fieles alumnos de mi Sagrado Corazón. Gracias por haber sido pacientes en la espera. Sacad las plumas del Divino Querer y preparad para escribir lo que os enseñaré en los cuadernos que son vuestros corazones.
En este tiempo de Cuaresma deseo que acompañéis a mi Madre en Mi Pasión, observadla, contempladla y aprended de Ella los grandes beneficios que podéis obtener en las Horas de mi Pasión.


Llega la hora de la despedida, llega la hora en que debo consumar el sacrificio, nada debe retardar la hora prevista, sino que debo ser diligente con Mi Padre. Mi Madre no ignoraba este momento y todo lo que significaba, pero fue valiente, no se desanimó, sino que recuperó sus fuerzas en un gran suspiro tomando el aire puro del Divino Querer.


Así que como Yo me alegré porque llegaba la hora más decisiva para el género humano por causa de mi entrega, también una gran pena vino a mí, la de separarme de mi Madre y de aquellos que más amaba. Mi Madre también sintió lo mismo que Yo.


Llamé a solas a Mi Madre y en la intimidad siendo testigo el mismo Cielo de lo dialogado con María expuse cual era la Voluntad de Mi Padre.

Mi amada Madre escucha en silencio y atenta a todo lo que le digo; las razones porque la debo transitar en el camino de la Cruz; las cuales trajeron gran consuelo a su Corazón sabiendo los incontables beneficios que traería Mi Pasión.

Era necesario llevar a cabo el mandato de Mi Padre; para satisfacer y aplacar la Justicia Divina y con dicha entrega redimir al mundo entero, destruyendo el reinado del pecado; para restituir el reino de Mi Divino Querer.

Entonces, di a mi Madre cada detalle de toda mi Pasión; mi detención en el Huerto; la traición de Judas; la sentencia frente al Tribunal; el detalle de mi flagelación que con cada palabra que Yo relataba emblanquecía de muerte el rostro de mi mamá; sus manos temblaron porque la hice partícipe de la visión de lo que pronto acontecería.

Le compartí la escena de la Corona de Espinas; el camino por la Vida Dolorosa cargando la Cruz; la crucifixión, mis horas de agonía, mi defunción y mi triunfo sobre la muerte con mi resurrección al tercer día.

Contándole cada detalle, Ella tomaría como suyo sus sufrimientos, y al tomarlos como sus pertenencias con cada latido de Su Corazón Maternal me consolaría y me animaría a no claudicar en las horas más cruentas.

Mi Madre, con rostro lúgubre, ojos humedecidos y tomando mis manos fuertemente, se estremecía con cada una de mis palabras.

Tantas interrogantes cruzaron por su mente, pero a la vez estas eran respondidas con mi relato comprendiendo y entendiendo la necesidad del cumplimiento del decreto de Mi Padre. Su resignación ante del evitable desenlace; era compensado con los inmensurables frutos que traería a toda la humanidad, la Salvación Eterna.

Una vez que todo había quedado claro ante su mirada, en ese mismo momento se abrazó a Mi Pasión, ambos Corazones se fundieron en uno solo. Quedé admirado al verla tan entera, ya su rostro lúgubre se había retirado y con gran entereza, fortaleza y valor me dice en voz baja, que a pesar de que su Corazón estaba dolorido y quebrantado padecería conmigo y me seguiría hasta mi muerte.

La entrega incondicional de María estremeció al mismo Cielo. No había criatura tan Santa que pudiera entregarse con su Señor y beber del mismo cáliz. Sólo María podía hacerlo.

Y antes de despedirme de Mi Madre, me arrodillo ante Ella y pido su bendición para ir al sufrimiento. Pero para que Yo no fuera avasallado por la separación de Mi Madre, era necesario hacerla partícipe del Misterio de Mi Pasión, y una vez asimilado con su bendición, daba su aprobación para el cumplimiento del mismo.

Mi Madre levantó su mano tambaleante, la posó sobre mi cabeza y con voz temblorosa me dio su bendición y licencia para hacer la Voluntad de Mi Padre.

De esta manera, con su beneplácito no habría ningún vínculo que pudiera entorpecer lo establecido.


Ahora, hijitos míos de Mi Corazón, meditad este momento, escuchad el dialogo con mi Madre y guardad cada una de las palabras allí dichas; son dichosos de conocerlas en estos tiempos porque ni a los Apóstoles se las compartí; luego de la despedida, a pesar de que algunos de ellos me preguntaron que habíamos hablado, al ver el semblante de la Santa Madre que era muy distinto a los días anteriores.

Contemplad la valentía de María y comparadla con la tuya. Pensad en tus cobardías ante cualquier sufrimiento que os toca enfrentar. Avergonzad vuestro orgullo, pedid perdón y pedid la gracia para participar de la misma fortaleza del Hijo y de Su Madre.

¿Cómo os preparáis para estos tiempos de sufrimiento en el mundo y para vuestra propia vida?

¿Vivís pensando en el estado de gracia para tu última hora de vida en la tierra?

¿Cómo tomáis todo lo que Yo os doy, lo vivid como una gracia o lo desperdiciáis?

 ¿Eres cobarde y huyes en la hora de la prueba?

¿Acompañad a vuestros seres queridos, familiares, amigos y aquellos que no conocéis en la hora de su muerte, en las enfermedades y dolores, cómo lo hacéis?

 ¿Consolad los corazones de vuestros allegados? Aunque estén lejos, hacedlo con la oración.

Aprended del camino del sacrificio y de la mortificación, contemplad el instante en la que solicito la bendición de Mi Madre, os invito a que todo lo que pidáis y hagáis hacedlo no sólo con mi bendición sino también con la de mi Mamá.

¿Sabéis del motivo?

Para que todo lo que hagáis con sacrificio tu voluntad no sea la que obtenga los créditos sino mi Voluntad Divina en ti. Así, Nuestros Corazones siempre reinarán en vuestras vidas y todo lo os propongáis acorde a Mi Divino Querer será perfecto.

Que todo sea propicio para ganar bienes en el Cielo y todos los bienes temporales que obtengas en la tierra sean para conquistar corazones para el Reino de Mi Padre y ganar los tesoros eternos.

Meditad el secreto entre mi Madre y Yo develado antes de mi despedida, extraed las gracias que allí esperan ser encontradas, aprovechadlas al máximo para ser fuerte en la hora de la prueba para el mundo.

Una vez aprendidas todas estas enseñanzas seréis columnas poderosas que sostendrán a sus hermanos en la hora de la Gran Tribulación y las animaréis a no claudicar en la fidelidad a Mí, su Dios.

Pronto nos veremos en la próxima clase, muy pronto. Que estos días de Cuaresma sean los conductos para llegar a las Horas de Mi Pasión, fortalecidos y valientes, sin temor alguno para dejar en la Cruz aquello que no necesitáis, darle muerte por siempre resucitar conmigo renovados en el Divino Querer.
Ahora inclinad vuestras cabezas que os daré mi bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Dictado a Gustavo. Buenos Aires, 24 de febrero de 2021.

 

 

 

 

 

 


 

 

 

16

 

 

 

MARÍA Y LA SANTA EUCARISTÍA


La Última Cena.


Amados alumnos e hijos predilectos de mi Sagrado Corazón. Nuevamente nos encontramos en el aula más íntima de mi amor dedicada y construida para ustedes.

 

Sacad la pluma de mi Divino Querer y disponed el cuaderno de sus corazones para tomar nota lo que os dictaré y que anhelo haceros conocer sin demoras.

 

Bajé de Cielo y tomé la forma humana de la propia criatura más amada por mí. Era mi deseo hacer la Voluntad del Padre pero a la vez mi Corazón ardía de veros y amaros como hombre, pero no bastaba esta entrega, quería hacer otra más hasta el punto de que pudierais alimentaros de mí. No quise quedarme unos días, meses o algunos años viviendo con vosotros, quise quedarme con ustedes para siempre.

 

Quise estar presente en cada hijo que me recibiera en la Eucaristía, íntimamente unido a través de la alimentación. Mirad cuando os alimentáis de otros alimentos, estos forman parte de vosotros, así quise donarme en un alimento perfecto y superior en pureza y divinidad a los demás hasta la culminación de los siglos.


Mi Madre, si bien no participó conmigo en la Ultima Cena pero es la única criatura que tiene intervención directa en el Sacramento del Altar, el lugar de más alta honra que alguien pueda obtener.

¿Sabéis el motivo?

 

La respuesta es simple, mi carne procede de la carne virginal de María y con su FIAT me trajo desde del seno del Padre a su seno inmaculado.

 

¿Cómo iba a dejar sin compensación a quien me dio su propia vida como refugio?

 

Mi Voluntad quiso coronarla con los atributos más excelsos de una reina. Ella, al estar unida a mí por medio de su carne indefectiblemente sería parte de todos mis designios.


Cuando un sacerdote realiza la consagración ejecuta similar milagro, a sus manos bajo Yo, el Hijo de Dios, pero con una condición diferente, bajo hecho como Hijo de María.

 

¡Ah! ¡Mi hijos sacerdotales si supieran el poder que tienen las palabras que recitan en cada Santa Misa! Cada palabra que el sacerdote dice se asemeja a las de María, el milagro que realizan las palabras de consagración es la continuación de la obra de María de Nazaret la cual consiste en amarme y adorarme como Hijo y Dios mismo.

En cada Eucaristía me hago PAN y alimento de los hombres y de esta manera demando su amor, así como busqué el de Mi Madre busco el de ustedes. Pero en esta exploración ya no estoy solo, estoy con mi Madre, unidos e inseparables. Ambos, en cada Eucaristía estamos en la búsqueda constante del amor de mis hijos.

Pero cuantas veces no soy descubierto en cada Eucaristía, muchos ven a un simple pan o un mero recordatorio, no reconocen mi real y verdadera presencia en la fragilidad del pan.

Mi Madre desde el primer momento me adoró y amó con toda su existencia pero a la vez con una intensidad única y hoy lo sigue haciendo en cada Eucaristía. Esta unidad de adoración perpetua con su Señor la coronó como la primera adoratriz de todo el género humano.

Todas las veces que no soy recibido de la manera adecuada tanto en reverencia, honores y estado de gracia y a cambio recibo desprecios y humillaciones convertidos en flagelos que hieren mi carne, Mi Madre compensa con sus propios sufrimientos todas las deshonras recibidas en cada Eucaristía. Ella se coloca como un escudo para que Yo no sea herido.

Con su Corazón Maternal, con su misma carne y sangre me consuela y sana mis heridas, pero también, lo hace con las ofrendas de aquellas almas dispuestas en humildad a adorarme, amarme y honrarme en los Altares. Ella toma esta entrega y la transforma en satisfacciones y consuelos, en suaves pétalos de rosas que cubren las laceraciones ocasionadas por las ingratitudes de tantos hijos míos, en especial de las almas consagradas que dudan y no creen la participación de mi Madre en mi vida y menos en cada Eucaristía.

 No reconocerla y amarla es no amarme a mí, su Hijo. En el día del juicio pediré explicaciones por tal agravio.


Mi amada Madre es el modelo y ejemplo de las almas enamoradas de su Señor. Así, como Ella me ama también lo hacen sus hijos. Y frente a todas las ingratitudes que recibo de esta humanidad perversa María os invita a suplir la falta de amor hacia su Señor que tanto os amó hasta entregar la vida. Unidos a Ella estáis compensando la falta de correspondencia de tantos semejantes vuestros.


En síntesis mis amados hijos, os invito a reflexionar en esta nueva enseñanza y a preguntaros a ustedes mismos en un profundo examen de conciencia:


¿NO DESEÁIS CONSOLAR A MI MADRE CUANDO NO ES CONSIDERADA COMO MADRE DE DIOS Y DE TODA LA HUMANIDAD?

 

 Y al mismo tiempo,

 ¿ME HONRÁIS COMO LO HACE ELLA?

 

¿VUESTRA VIDA DE EUCARISTÍA ES ACORDE COMO LO HAGO SABER?

Mi Madre mora en Mi Corazón, ¿DESEÁIS MORAR JUNTO A SU CORAZÓN INMACULADO QUE REPOSA CON EL MÍO EN CADA EUCARISTÍA?

 

Os dejo que asimiléis cada palabra y en la próxima enseñanza nos dirigiremos al Huerto de los Olivos.

 

Ahora inclinad vuestras cabezas que os daré mi bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 
Dictado a Gustavo. Buenos Aires, 6 de marzo de 2021.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

17

 

 

 

MARÍA Y EL HUERTO DE LOS OLIVOS


La Hora de la Agonía del Señor.


  
Mis fieles alumnos de Mi Corazón, nuevamente nos encontramos para una nueva enseñanza y con ella revelar nuevos secretos reservados para aquellos que perseveran conmigo hasta el fin.

Ahora sacad los instrumentos de escritura y prestad atención a lo que os enseñaré, el tiempo apremia y es menester que seáis diligentes con cada una de mis palabras.

Os invito a caminar junto con Mi Madre rumbo al Monte de los Olivos. Llegan las horas de mi gran agonía.

El tiempo del misterio del cenáculo y de la institución de la Eucaristía ya ha sido completado.

Camino con dirección a Getsemaní en compañía de mis amados Apóstoles. Mientras voy avanzando mi alma comienza a entristecerse, veo aquellos que me abandonarán y los que me traicionarán, veo sus pactos y mi venta por treinta monedas de plata. Mi Corazón se turba al ver a Judas, unos de mis predilectos, que lleva a cabo su cometido por amor a las riquezas del mundo y cuál será su destino por haber entregado al Hijo del Hombre. Lloro con gran pena por él, Mi Corazón se estremece aún más.

A pesar de ser Dios, mi humanidad padecía las amarguras de un corazón amante siendo traicionado por quien había compartido largas horas conmigo.

Pero este sufrimiento también es compartido con Mi Madre quien me acompañó en espíritu, su existencia unida a la mía la hizo partícipe directa de mis padecimientos. Ella es la única criatura que penetró en lo profundo de mi Divino Corazón.

Una vez llegado al Huerto dejo a mis Apóstoles y me retiro a orar a Mi Padre. En un instante el peso de los pecados de toda la humanidad cae sobre mí y me lleva a postrarme en el suelo.

A medida que transcurrían los minutos más era aplastado y abrumado por las atrocidades del género humano de todos los tiempos y a la vez más me introducía en una profunda agonía.

Con las rodillas y las manos en el suelo levanto mi mirada en búsqueda de mis amigos, los Apóstoles, pero se han rendido en un profundo sueño de la debilidad humana. Entonces, recurro a mi amada Madre que ha caído postrada en su habitación, está en oración. Con cada latido de su Corazón Maternal que late al mismo ritmo que el mío, me consuela en medio de la soledad y la amargura.

Ora en silencio y en total recogimiento pide a Mi Padre que haga Su Voluntad. Ella acepta el cáliz que Yo beberé, no se interpone al Divino Querer sino que desea beberlo conmigo. Sus oraciones son aliento de vida que me anima y despeja mi Corazón aturdido, no solicita a Dios Padre Todopoderoso que retire los padecimientos sino que se entrega en sacrificio junto conmigo. En mi entrega ya no estaba solo.

Sus súplicas eran de perdón por todo el mundo y por cada uno de ustedes. Pide que mis sufrimientos, que ya han comenzado, no sean inútiles para las almas, sino que sepan aprovechar las ganancias invaluables que encierran mi Pasión y Muerte.

Mi Corazón ya no soporta tanta agonía y queriendo escapar de mi interior se expande como un sol radiante empujando con fuerza mi Sangre al exterior, el dolor fue sentido en mi cuerpo al unísono. La transpiración fría desaparece para dar paso a la transpiración de sangre empapando mis atuendos y haciendo un charco rojo en la tierra.

Los Ángeles quedan estupefactos e inmóviles al verme en dicho estado, mi hermosura ha sido eclipsada bajo las gotas de sangre.

María siente y ve todo lo que padezco, sufre mi dolor, siente como mis fuerzas me abandonan. En medio de las penas de una madre sabe que aquella primera sangre derramada del Hijo de Dios es para lavar a la humanidad de la suciedad del pecado y devolverle la real belleza que ha perdido por su rebeldía.

Mis Apóstoles duermen en la hora de la vigilia pero mi Madre no lo hace, permanece despierta, no me abandona ni por un instante. No desaprovecha nada.

Me quejo y regaño a mis amigos por no hacer el más mínimo esfuerzo en hacerme compañía pero nada puedo reprochar a mi Mamá. Desde el momento que pedí su bendición antes de la despedida Ella siguió mis pasos en el desarrollo de cada escena de Mi Pasión.

Concluyó el tiempo de oración, ya es la media noche y es la hora de la ejecución del plan de las tinieblas, vienen por mí. Me recupero y salgo al encuentro de mis enemigos pero antes llamo los Apóstoles y frente a ellos me entrego como un cordero sin poner resistencia.

Mis opresores me atan con violencia, busco recogerme en el interior de mi Corazón pero allí me encuentro con otro opresor y verdugo, mi propio Amor Divino que no me permite reposar luego del cansancio de las horas de agonía, sino que este Amor me ata con cuerdas indestructibles que me mueven a entregarme en sacrificio en una ofrenda de amor por todas las almas. Ya no hay vuelta atrás, no puedo escapar de mis verdugos, me han apresado.

Las mujeres que asistían y pernoctaban con María se despiertan alteradas, ven a mi Madre de rodillas y con lágrimas en sus ojos, ellas le preguntan: MADRE, ¿QUÉ SUCEDE?  María las mira con angustia y solo dice en una voz quebrada: HA COMENZADO. Las mujeres cruzan sus miradas con gran preocupación, no entienden lo que quiere decirles. Pero más las inquieta al ver su rostro pálido de muerte. Su Corazón había entrado en un desasosiego que por instantes sus fuerzas la dejaban que parecía que iba desmayarse.

Luego de que fui apresado y el Huerto se sumerge en un silencio sepulcral, mi Madre respira profundamente, repone sus fuerzas, se pone de pie, toma su manto para cubrirse su cabeza del frío de la noche y sale presurosa en dirección al Monte de los Olivos.

No muy lejos, las mujeres la siguen entre protestas y le preguntan a dónde se dirigía ya que era muy tarde y peligroso. No les responde y aumenta la velocidad de su paso. Llega al Huerto se detiene en el lugar donde fui apresado, ve las huellas en el suelo, fieles testigos de aquel instante, queda mirándolas con las manos en su pecho recordando el momento de mi captura. Sus lágrimas vuelven a surcar sus mejillas.

Sigue caminando pero esta vez donde mi sangre formó un charco, se detiene frente a ella, reconoce que es mía, y con rapidez extrae del interior sus vestiduras una tela blanca, se arrodilla y comienza a empaparla con delicadeza. Una vez que secó el suelo y la tela ha quedado embebida con mi Sangre, la dobla, la besa y la aprieta fuertemente a su pecho. No muy distantes las mujeres veían este suceso y guardaban en su corazón cada acto de María. La luz de la luna era más radiante para que tanto María como sus acompañantes pudieran ver claramente y no sufrieran ningún daño.

Como pueden contemplar mis amados alumnos e hijos míos, Mi Madre, vuestra Madre fue la primera en aprovechar las gracias de Mi Divina Sangre, pero este provecho no era para sí misma sino que lo guardaba para ser entregado a todos ustedes, sus hijos. María, fue la primera en adorar mi Sangre Preciosa ya que reconoce que todo lo que ha recibido, su pureza, la gracia plena y la santidad han sido por los méritos de Mi Sangre Divina.

Por último y para finalizar esta enseñanza os dejo el siguiente ejercicio para que lo meditéis y lo pongáis en práctica.

Cuántas veces os quise daros grandes gracias pero por vuestra ingratitud, tibieza, por el pecado mismo habéis atado mis manos. ¿Qué harías para compensar la falta de correspondencia?

Os invito a que atéis de pies y manos junto conmigo con las cuerdas de Mi Amor Eterno y así ya no habrá manera de que vuestra propia voluntad se interponga con la mía que tanto desea derramar las infinitas gracias.

Aprended de mi Madre, manteneos en vigilia en estas horas de la noche espesa donde mi Iglesia pronto será traicionada por treinta monedas, manteneros en oración para no caer por causa de la debilidad de la carne, la cual es aprovechada por las tinieblas y así poder adormecer vuestra alma.

Seguid sus pasos y venid a consolarme en cada hermano vuestro que padece por el pecado, tomad la túnica de vuestros corazones y limpiad las heridas.

El fin de esta clase ha llegado y ruego que sea de vuestro provecho, tenéis mucho que descubrir en ella.

En el próximo encuentro meditaremos mi flagelación.

Inclinad vuestras cabezas, os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Los espero pronto en el aula magna de mi Sagrado Corazón, os amo por siempre.


Dictado a Gustavo, Buenos Aires, 17 de marzo de 2021.

 

 

 


 

 

 
 


 

 

 

18


 

 

MARÍA Y LOS TORMENTOS DEL SEÑOR


La Flagelación, la Coronación de Espinas y la Condenación.


  
Hijos míos, nuevamente nos encontramos en la Sala más bella de mi Sagrado Corazón. Hoy acompañaréis a mi Madre en esta enseñanza, caminaréis junto a Ella quien nunca me abandonó, seguiréis mis huellas. Siempre estuvo conmigo.

 

Mientras yo era conducido a la casa de Anás, su yerno Caifás hacía todos los preparativos para iniciar mi juicio. Mientras tanto, en el Huerto de los Olivos Mi Madre había guardado en el interior de su vestimenta junto a su corazón la tela embebida de Mi Sangre Preciosa.

 

Cierra los ojos, respira profundo y contempla el lugar que fuera testigo del primer derramamiento de mi Sangre y de mi detención, todo está iluminado por la luna, a poca distancia están las santas mujeres tomadas de las manos que la contemplan con consternación.

 

Una de ellas, María Magdalena se acerca a mi madre y le pregunta: MADRE, ¿QUÉ HA SUCEDIDO? María con vos dolorosa pero con la prestancia de toda una dama y reina le dice:

 

HA COMENZADO LA PASIÓN DE MI HIJO JESÚS, TODO HA COMENZADO. HA SIDO DETENIDO COMO EL MÁS VIL DE LOS DELINCUENTES. ¿QUÉ MAL HABRÁ HECHO MI NIÑO AL MUNDO QUE HA SIDO APRESADO COMO MANSO CORDERO AL SACRIFICIO?

 

 

Y elevando la mirada a lo alto exclama: OH! PADRE CELESTIAL, TEN PIEDAD DE MI HIJO QUE ES TU HIJO, NO PIDO QUE RETIRÉIS ESTE CÁLIZ DE AMARGURA SINO QUE LOS SOSTENGÁIS EN LAS PRÓXIMAS HORAS DE PADECIMIENTO. TEN PIEDAD DE SUS ACUSADORES Y VERDUGOS, NO DESATÉIS TU IRA SOBRE LA HUMANIDAD PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN.

 

 

Y mientras mi Madre decía estas palabras las mujeres se abrazan y caen en un llanto desconsolado, la respuesta que han recibido lacera sus corazones.

 Magdalena, entre lágrimas y a punto del desmayo vuelve a preguntar a mi Madre: ¿QUÉ HAREMOS AHORA? ¿A DÓNDE SE LLEVARON A MÍ SEÑOR?

 María toma las manos de las mujeres, con una mirada profunda y consoladora, les dice: YO ESTOY AQUÍ PARA CONSOLAROS, VAMOS A LOS DE CAIFÁS PRONTO LO LLEVARÁN ALLÍ.

 

 

Las mujeres vieron en los ojos de María mi mirada, una mirada de amor las envolvió y las animó a seguirla, sintieron mi presencia a través de Ella, eran niñas protegidas por su madre.

 

Mi Madre no quiso quedarse distante lamentándose en el Huerto de los Olivos y vivir Mi Pasión espiritualmente sino su deseo fue acompañarme en cada tormento, aspiró estar donde yo estuviera, aunque fuera para  darme una caricia con su mirada maternal.


Las Santas Mujeres no se separaban en ningún momento de María quien caminaba con gran prisa hacia la casa de Caifás. Pero cuando estaban por pasar el puente del Torrente del Cedrón mi Madre se detiene y se queda mirando fijamente hacia el lecho iluminado por la luna, une sus manos con firmeza y las coloca en su pecho y en gran suspiro sus lágrimas vuelven a recorrer su rostro.

 

Allí fui lanzado al lecho del río con gran  violencia quedando impreso en las piedras mis manos, rodillas y codos. Sus acompañantes la miran afligidas pero María en gran compostura y en silencio vuelve a retomar el camino hacia la dirección anunciada.

 

Mi rostro ha quedado hinchado luego de la bofetada recibida en la Casa de Anás y por los golpes de los soldados y María con sus lágrimas quiere deshincharlo y devolverle su belleza.

 

Las santas mujeres llegan a la puerta del patio de la casa de Caifás pero una multitud encolerizada lanzando improperios hacia mí no permitía ingresar al interior. Pero a medida que María avanzaba la aglomeración abría paso en medios de murmuraciones, las mujeres que la acompañaban se abrazaban entre ellas por miedo a la muchedumbre mientras seguían los pasos de mi Madre. Y en el momento que están por llegar, la puerta  se abre de repente y se hallan con Pedro, quien entre lágrimas y gran desconsuelo le dice que ha negado al Señor tres veces y que nada ha hecho en mi defensa. Es tan grande la amargura de Pedro que Juan, mi apóstol más amado, sale a su encuentro para asistirlo pero éste lo esquiva con vergüenza y huye en dirección al Monte de los Olivos.

 

Juan se reúne con María y la escolta a seguir mis pasos, a la distancia ve a los verdugos hacer competencia para ver quién me iba azotar mejor, gritaban como bestias salvajes en cada azote. El Corazón de Mi Madre quería salir de su pecho para venir a socorrerme y situarse en mi lugar para recibir las flagelaciones. Su rostro se palideció de muerte, cada latigazo hacía estremecer su cuerpo pero sin retirar su mirada de los escarnios que Yo recibía. San Juan la abraza y le pregunta si está bien, pero las heridas de mi cuerpo se plasmaban también en su corazón maternal.

 

¡Mi amada Madre! Tan fuerte y valiente que no huyó ante el gentío que me acusaba, no renegó de mí, tampoco negó que yo fuera su Hijo, sino fue toda una Madre amorosa que no me dejó por un instante sin importar lo que pudiera padecer por mi causa. Ella conocía la Voluntad del Padre y debía hacerse.

 

Me empujaron con violencia y con insultos, fui llevado a la columna donde sería azotado, me desnudaron frente a la multitud la cual se rió y mofó con chistes groseros y una vez dispuestos los verdugos a ambos lados a una señal de su superior comenzaron a descargar los golpes con fuerza. Levanto los ojos al Cielo para no desmayar del dolor, mi Madre que todo lo veía comienza a desvanecerse pero Juan y las mujeres, entre lágrimas y sollozos, la sostienen.

 

Ya han pasado varios verdugos con diferentes flagelos, ya cansados han dado sus golpes hasta dejar jirones de mi carne y mis huesos desnudos. Cada flagelo, uno más nocivo que el anterior, representa lo grotesco y violento que es el pecado en el alma, cuando más grave es este más lacera a la criatura.

 

Luego de ser azotado, solo quería un breve descanso para mi cuerpo llagado e irreconocible, pero las tinieblas inspiran a los soldados, las burlas y las carcajadas no tardan en hacer su espectáculo. Entre idas y venidas uno de los soldados trae un pedazo de tela púrpura sucio y roto, me lo coloca sobre mi cuerpo herido, otro trae un cetro de caña mientras sus pares tejen la corona de espinas.

 

Me han sentado en una piedra fría que hace de asiento, llegó el momento de coronarme y con golpes furiosos van apretándola en mi cabeza. Los soldados se burlan de mí haciendo ademanes y ceremonias. Ante las espinas que traspasaban la carne de mi cabeza de mis ojos surgen lágrimas que se mezclan con la sangre que brota de las heridas provocadas por la corona.

 

En silencio grito buscando a mi Madre:

 

 ¡MAMÁ!. ¿DÓNDE ESTÁS QUE NO TE VEO?

 

¿TÚ TAMBIÉN ME HAS ABANDONADO?

 

VEN A SOCORREDME QUE NO TENGO A NADIE QUE ME CONSUELE Y ME ABRIGUE, ME HAN DESNUDADO HASTA LOS HUESOS Y EL FRÍO DE LA MUERTE VIENE POR MI.

 

Con voz débil la oí decir: ¡HIJO MÍO DE MI CORAZÓN!  AQUÍ ESTOY PARA TENEROS EN MIS BRAZOS. SE FUERTE AMADO HIJO, CERRAD LOS OJOS, OS CANTARÉ LA CANCIÓN DE CUNA, REPOSAD Y DESCANSAD EN MI CORAZÓN. YA PRONTO TODO ESTE DOLOR PASARÁ, OS LLEVARÉ EN MI REGAZO HASTA LA CRUZ. AMBOS ESTAREMOS JUNTOS HASTA EL FIN.


El dolor de mi Madre siguió en aumento, tuvo que presenciar la escena del Ecce Homo y su Corazón se volvió a agitar cuando la multitud pedía a gritos mi muerte.

 

Y Pilato cobardemente dicta la sentencia sobre mí y la afluencia se desborda en gritos de festejos. Me han condenado a morir.

 

María, para no escuchar la muchedumbre y anular sus gritos bestiales, se apresura a recorrer los lugares donde mi Sangre Preciosa fue derramada, pero ve que la tela que traía ya estaba impregnada con ella. Entonces su Corazón se turba, mira a los costados donde conseguir un paño para  recolectarla, y al no encontrar con qué hacerlo queda inmóvil con María Magdalena llorando en su pecho.

 

Pero en ese momento aparece Claudia, la esposa de Pilato, se inclina frente a Ella, la reconoce como Mi Madre y Reina del Todo lo Creado, según mi Santo Espíritu le mostró en los sueños. Y estirando su brazos y con la mirada al piso le entrega unos paños de lino blanco. Mi dulce Madre los recibe y se dirige a cada lugar donde mi sangre había dejado su huella, se queda contemplándola, se arrodilla continuando el trabajo de  recolectarla y adorarla.

 


Hasta aquí hemos llegado amados niños, ahora contemplad a mi Madre y escuchadla lo que os quiere deciros:

 RECONOCED A MI HIJO COMO VUESTRO SOBERANO. QUE SEA ÉL ÚNICO REY DE VUESTRO CORAZÓN, QUE TU VOLUNTAD NO SEA LA QUE OCUPE LUGAR EN ÉL, SOLO LO HAGA LA VOLUNTAD DE MI HIJO.

 

 APRENDED DE MI HIJO Y DE ESTA MADRE A TENER GENEROSIDAD Y ENTREGA AMOROSA EN EL SACRIFICIO.

 

ACEPTAD Y AMAD LA CRUZ, QUE SEA LA CAUSA DE VUESTRA FELICIDAD. CADA VEZ QUE RECORDÉIS Y CONTEMPLÉIS A MI HIJO HERIDO POR LOS FLAGELOS VEÁIS VUESTROS PROPIOS PECADOS Y AL HACERLO HACED PENITENCIA Y ACTOS DE DESAGRAVIO A JESÚS POR TODAS LAS INGRATITUDES DEL MUNDO. CORRESPONDED VALIENTEMENTE AL AMOR MAS PURO QUE PUEDE EXISTIR, EL AMOR DE MI HIJO Y DIOS MISMO.


Mañana nos volveremos a encontrar y juntos transitaremos la Vía Dolorosa cargando la Santa Cruz.


Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dictado a Gustavo, Buenos Aires, 31 de marzo de 2021.

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

19

 

 

 

MARÍA Y LA VÍA DOLOROSA, LA CALLE DE LA AMARGURA

 

Jesús carga con la Cruz y el encuentro con María

 

  
Hijitos míos de Mi Sagrado Corazón, gracias por haber venido a escuchar mis enseñanzas, vuestra presencia es invaluable para mí y a la vez es tan consolador veros atentos a mis palabras. Pero no quiero entreteneros, sé de vuestros asuntos.

 

 Tened listos todos los elementos de escritura y una vez preparados y dispuestos comenzaremos la clase.

 

Me han quitado la tela púrpura adherida a mis heridas pero no lo han hecho con suavidad, lo hicieron con violencia y las laceraciones y llagas han vuelto a sangrar por todo mi cuerpo.

 

Me despojaron del cetro de caña pero menos de mi Corona de Espinas. Estoy desnudo otra vez ante la mirada de la multitud que me ve como una rareza por mi estado, algunos se estremecen y otros se burlan.

 

Unos de los soldados me arroja la túnica que yo llevaba al principio pero al verme que no reacciono a su deseo se dirige hacia mí, acerca su rostro al mío y me insulta, se agacha para recoger mi vestimenta y con la ayuda de otro soldado me estiran los brazos y me colocan la túnica, comienzan a vestirme. No lo hacen por compasión sino porque su superior se los ordena, lo hacen con repulsión y desprecio.

 

Cuando llega la hora de pasar la prenda por la abertura por mi cabeza se dan cuenta que tengo colocada la corona de espinas, por un instante dudan en extraerla pero las tinieblas los animan a ser más crueles conmigo. La vestimenta se queda enganchada por las espinas de la corona. Al ver que no pasa los verdugos tiran con violencia hacia abajo, la corona vuelve a moverse y con ella las espinas causan heridas más grandes y profundas en mi cabeza y la sangre vuelve a  manchar mi rostro. Entre tantos jalones la tela se rasga por las espinas logrando pasar y cubrir mi cuerpo desnudo y ensangrentado.

 

Coronado de espina como Rey y como tal abracé la Cruz. Nuevamente rodeados de soldados y de verdugos que me agreden, insultan y golpean.

 En ambos costados de la Vía Dolorosa la muchedumbre se ha reunido para presenciar el espectáculo, me maldicen con gritos y escupitajos. A poca distancia detrás de mí me siguen los dos ladrones.

 

Mi respiración es entrecortada y mis pies van dejando huellas de sangre. El peso de la Cruz corva mi espalda, no es el peso del madero quien lo hace sino todo lo que hay en ella, es el peso de los pecados de la humanidad.

 

María siente desfallecer, siente el mismo peso de la Cruz que llevo conmigo. Nadie la consuela, no encuentra a nadie que venga a socorrerme.

 Pide ayuda a los transeúntes pero huyen ante su clamor para que alivie el peso de la Cruz. Entonces, en su interior unido al mío ambos nos consolamos mutuamente, su sufrimiento es igual al mío, todo se refleja en Ella.

 

Su Corazón Inmaculado anhela encontrarse y estrecharse en un abrazo maternal conmigo, desea verme y acariciar mi rostro, tan sólo intercambiar una palabra o una simple mirada. Y en plena calle Mi Madre sale al encuentro con los brazos abiertos, sus pies trastabillan y ambas miradas se estrechan en uno solo. Al vernos Nuestros Corazones sufren aún más, pero se funden en un TE AMO HIJO MÍO. YO ESTOY AQUÍ. ¿NO SOY TU MADRE?

 

 Las palabras de mi Madre fueron las caricias más dulces en la hora de tanta amargura. Su Corazón padecía intensamente al verme desfigurado, mi rostro divino era tratado tan despiadadamente.

 

A pesar de mi estado irreconocible Ella no retira su mirada de mí, no se avergüenza de los gritos e insultos del gentío. Con su mirada de Madre me reconoce como su Hijo.

 

Aprended de mi Madre que sale al encuentro de manera generosa, sin temor alguno al dolor. ¿Saldrías tú como Ella? ¿Saldréis al cruce del sufrimiento del prójimo?  Si lo hacéis con plena entrega ten por seguro que yo estaré allí.

 

Cuando mi Madre busca con su mirada a alguien para que me aligere el peso de la Cruz, ¿Vosotros rechazaréis su pedido? Mirad con mucha atención al madero de tortura y de muerte. ¿Qué veis en él? Allí están escritos los nombres de cada uno de tus pecados.

 

Ahora haremos un descanso y en un instante continuamos en la próxima clase.

 

Dictado a Gustavo, Buenos Aires, 1 de abril de  2021.

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

20

 

 

 MARÍA EN EL GÓLGOTA

 

La Crucifixión del Señor

 

 Tomad asientos hijitos míos que no puedo esperar más en contaros sobre mi Madre en el lugar del combate final entre la vida y la muerte.

 

San Simón de Cirene me ayudó a subir el Gólgota. Yo estoy agotado, ensangrentado, soy una sola llaga ardiente. Junto conmigo han llegado los verdugos quienes sin perder tiempo comienzan los preparativos para mi crucifixión y poner en la misma situación a los dos ladrones.

 

No muy lejos vienen subiendo las Santas Mujeres acompañadas por San Juan. María sube a la cima y en su interior sabe cuál será el desenlace pero valiente y decidida a abraza conmigo todo, sin importar si Ella muere también, no quiere separarse de Mí.

 

Los verdugos me despojan abruptamente de mis vestiduras, otra vez estoy a la vista de todo el mundo, para que muchos tapen la desnudez de sus cuerpos sometidos a toda clase de bajeza y vileza.

 

Las heridas nuevamente son renovadas y la sangre surge de ellas. Tal acto violento es sentido por mi cuerpo envuelto en un gran ardor abrasador, una llama ardiente.

 

Oigo las risas y las groserías de los soldados y de mi propio pueblo.

Soy puesto con violencia sobre la cruz, me extienden sobre el madero y tomando con fuerza unas de mis manos descargan sobre ella el primer golpe del martillo. Mi cuerpo se estremece, un dolor nuevo ocupa su lugar en mí, tan atroz como sus predecesores.

 

Mis ojos no logran contener las lágrimas y apenas si puedo abrirlos, quiero elevarlos al Cielo donde Mi Padre. Pero esta unidad Padre e Hijo es interrumpida con nuevos martillazos en la otra mano y ambos pies.

 

El Corazón de Mi Madre esta traspasado completamente y clavado conmigo en la Cruz. Los golpes del martillo se han descargado sobre Ella. Cada martillazo sacudía su cuerpo con violencia, su Corazón traspasado de dolor hacía que se desvaneciera por unos instantes, Juan y las santas mujeres las sostenían para que no cayera al suelo. Pero ellas al verla tan pálida de muerte y con los ojos cerrados la desesperación las invadía y entre llantos la llamaban:

 

¡MADRE, MADRE! ¡¿QUÉ OS SUCEDE?! NO NOS ABANDONES, POR FAVOR MADRE. ¡DESPIERTA!

 

Luego que los martillazos se han detenido, ya no resuenan más, abre los ojos, se repone y con ímpetu se reincorpora para ver donde estoy.

 

Ya estoy clavado en la Cruz y el hoyo donde será colocada está dispuesto. Me elevan junto a ella dejándola caer en él con gran estrépito. La cruz se mueve de un lugar a otro hasta que se acomoda en su interior de la roca y mi tormento es aún más grande. El peso de mi cuerpo está suspendido de los clavos y al estar en dicho estado el dolor se hizo mayor. Mis fuerzas apenas están conmigo y mi Sangre recorre el madero santo.

 

Nada le ha sido negado a Mi Madre ni siquiera se la privó de mi crucifixión, ni un dolor se le oculta, todo lo presencia, todo lo sufre conmigo en silencio. Ve a su Hijo clavado en la Cruz como un criminal entre dos de ellos, abandonado por su pueblo al que tantos milagros hizo para su bien y hoy se goza de verlo sufrir.

 

Mi Corona de Espinas también ha hecho lo suyo, no conforme con todas las heridas que me ha ocasionado, ha acompañado el movimiento violento de la Cruz haciendo más profundas las heridas de mi cabeza dando paso a que mi Sangre fluya sobre mi rostro cegando mis ojos.

 

Hijos míos, pedid a Nuestra Madre que os enseñe a contemplarme y a soportar los dolores de vuestra cruz. Miradme con los ojos maternales, observad mi cuerpo descoyuntado, dolorido, mis manos y pies traspasados y mi pecho oprimido por la fatiga. Si Soy Yo quien toma tú cruz para hacerla más liviana y una vez que aprendáis a amarla su peso ya no existirá.

 

Mis enemigos se sentían triunfantes pero no les alcanzaban con verme en tal estado de dolor. Querían aún más, cada instante deseaban aprovecharlo al máximo.

 

Las fuerzas demoníacas motivándolos lanzan insultos y gestos de toda clase. Cuando un corazón es tomado por las tinieblas convierte al hombre en un tirano, nada lo satisface, exige más, sus pasiones son descontroladas y suelen ser brutales e inhumanas.

 

La criatura que fue creada con tanto amor quiere verme sufrir hasta el último instante de mi agonía. Se burlan de mi palabras que Yo soy Hijo de Dios, Mesías y Rey… que destruiría el Templo y en tres días lo reedificaría…si bajas de la Cruz creeremos en ti…todo fue doloroso para mí, quedaba claro el desprecio a Dios.

 

Como Yo estaba en silencio saboreando la amargura de la tristeza y padecimientos, María también lo vivía. Estaba a poca distancia de la Cruz, con la mirada puesta solo en mí, no hay distracciones. Con las manos apretadas sobre el pecho conteniendo a su Corazón que quería saltar del dolor y dirigirse a mi encuentro.

 

La muerte se aproxima pero mi Madre es más fuerte que ella, se mantiene de pie, no huye, soporta con entereza los insultos de la muchedumbre que no respeta el dolor de una madre que ve morir a su Hijo. María no tiene lugar para responder a los improperios sino calla como Yo, ahoga en su Corazón todas las angustias, pase lo que pase Ella seguirá de pie junto a la Cruz.


¿Y vosotros hijitos míos?

¿En qué pensáis?

¿Dónde tenéis la mirada puesta?

¿Me contempláis con la mirada de Mi Madre?

¿Realmente sois sus hijos?

 

Dictado a Gustavo, Buenos Aires, 2 de abril de  2021.

 

 

 

 

 

 


 

 

 

21

 

 

MARÍA EN EL GÓLGOTA

 

La Muerte de Jesús

 

 
Mis amados, gracias por tenerme paciencia espero no aburriros. Continuaré con el relato el cual está descrito en la Sagrada Escritura, pero bien ha dicho el Apóstol San Juan en el Capítulo 21, Versículo 25… "Jesús hizo también otras muchas cosas. Si se escribieran una por una, creo que no habría lugar en el mundo para tantos libros". Es por eso que deseo compartir tantos secretos con la humanidad, son piedras preciosas de mi Pasión que aspiro que brillen en vosotros.

Si bien lo que expreso es a través de una revelación privada, toda palabra que viene de mí es verdadera y no se opone a lo ya dicho.

 

Por lo tanto, mi intención no es contradecir lo que se ha escrito sino es resaltarlo y darle la importancia que se merece. Muchos ya no leen la Sagrada Escritura, la Palabra de Dios, la consideran aburrida y fuera de los tiempos.

 

Cuanto hieren Mi Corazón. ¡Ah! ¡Si conocieran la Palabra de Dios! Me conocerían a mí. Frente a la ceguera y sordera del mundo y el peligroso camino en que transita el hombre, a través de los tiempos he buscado almas que sean mi voz en medio del desierto. Una voz que despierte a las almas dormidas y al mismo tiempo sembrar el interés por el amor de Dios dado generosamente.

El Sol se ha oscurecido escondiendo su rostro al ver a su Creador en tan terrible estado. Las tinieblas cubren la tierra y en medio de un silencio sepulcral lanzo un grito desesperado: ¡DIOS MÍO, DIOS MÍO!. ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

 

La muerte comenzaba a recorrer mi cuerpo. Me sentía tan solo que clamé a Mi Padre su asistencia, pero hizo silencio para que todo se consumara. Era necesario que yo quedara solo para que otros no lo estuvieran.

Según pasan los instantes y llega mi hora final, crecen mis padecimientos y uno de ellos me empuja a decir ¡TENGO SED!, tengo sed de almas y a cambio recibo vinagre. ¡Cuántas ingratitudes me dan las almas a pesar de haber pagado un alto precio por ellas! Tanto amor entregado para recoger lo agrio de mis criaturas.

Mi Madre no se deja escarmentar por el momento supremo, ya sabe que su Hijo debe morir. Se estremece y espera la estocada final de la espada de dolor. Con mis últimas fuerzas elevo mi mirada al Padre y exclamo: TODO SE HA CONSUMADO… PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU. Mis palabras finales quedaron impresas en mi Madre y tal fue el estremecimiento que ocasionó en Ella que al escucharlas cayó al suelo. Toda su existencia quedó traspasada.

Mi tiempo en la tierra había terminado, fue mi última enseñanza para mis Apóstoles, era hora de volver a la casa del Padre. Todo lo que me había encargado, confiado y esperado de mí, todo lo había consumado con mi propia vida.

Incliné la cabeza y expiré.

En ese mismo momento el velo del Templo se rasga, el suelo tiembla, las piedras crujen y se abren los sepulcros y aquellos que estaban muertos resucitan para dar testimonio de Mi Divinidad.

Y en medio de la conmoción de toda la creación que se lamentaba por la muerte de su Señor, María, no se espanta, está serena y calma, se abraza a la Cruz depositando a mis pies el beso más amoroso, más dulce y más tierno.

Mi Madre tan valiente había seguido todos mis pasos y lejos de retirarse abrumada es sostenida por la gracia dando su aprobación de mi sacrificio con su último beso. Siendo Ella la que me ofrece al Padre como víctima de inmolación por la salvación de todos los pecadores del mundo entero. Su Corazón Maternal se convirtió en el altar viviente donde Yo me inmolaría, a pesar de que su corazón está destrozado por tantas atrocidades se mantiene manso ya que ha cumplido con la Voluntad de Dios.

En presencia de Mi Madre, a pesar de que yo ya había muerto, uno de los soldados tomó su lanza y la hundió en mi costado. Mi Madre estaba dispuesta a seguir sufriendo por mí. La lanza atravesó Mi Corazón y dicho acto fue sentido también por Ella, ambos corazones fueron traspasados.

Con el costado abierto, mi Corazón queda expuesto y lo que estaba oculto permaneció a la vista de todos. El Corazón que tanto amó a los hombres ya era visible y no queriéndome guardar nada para mí, de él fluyó lo que tenía preservado hasta el fin, lo último de mi Sangre Preciosa.

María petrificada por la escena pero abrazada por San Juan queda observando la herida y a través de ella contempla Mi Corazón. Quiso quedarse al lado mío en reparación por todas las ofensas del mundo. Mientras tanto, alrededor, los que me deseaban mi muerte huían despavoridos.

Y ASÍ FUE QUE MI MADRE FUE LA PRIMERA ADORADORA DE MI SAGRADO CORAZÓN, FUE SU PRIMER ACTO PÚBLICO DE DEVOCIÓN Y DE CULTO. A ELLA ENTREGUÉ LA LLAVE DE MI CORAZÓN, ES LA DEPOSITARIA DE TODOS LOS TESOROS QUE HAY EN ÉL PARA QUE LA ENTREGUE A SUS HIJOS.

Quise que la herida de mi Corazón fuera la puerta por donde muchos pudieran ingresar, refugiarse y establecer la morada más cómoda.

Nada quise guardarme para mí. Ten presente que cuando surja el momento de la cruz, cuando más dolorosa y pesada sea esta, bésala como lo hizo mi Madre, entonces Ella os enseñará a dar muerte a ti mismo para devolveros una vida santa según Mi Voluntad.

Venid a mi Corazón donde encontraréis consuelo, donde los tibios se vuelven valientes y los pecadores se convierten en grandes santos.

Y tu mi escribiente descansa un momento, ya hemos pasado las horas más dolorosa. Luego continuaremos con mis enseñanzas para tus hermanos.

 

Dictado a Gustavo, Buenos Aires, 2 de abril de  2021.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

22

 

 

 

 MARÍA EN EL GÓLGOTA (continuación)


Jesús en los brazos de Su Madre


 

Me encuentro yaciente en la Cruz, convertido en un despojo de jirones de carne, moretones y machas de sangre coagulada.

 

Un grupo de almas piadosas me bajan de la Cruz con mucho cuidado y colocan mi cuerpo en los brazos de mi Madre que se queda mirándome sumergida en pensamientos y recuerdos de todo lo que había vivido conmigo. Todo era más claro para María, la Profecía de Simeón estaba plenamente desarrollada frente a sus ojos.

 

Con uno de los paños que le dio Claudia fue limpiando suavemente mis ojos y mi rostro lacerado, golpeado y cubierto de escupitajos mezclados con mi sangre. Tocó mis manos y mis pies, se detuvo a contemplar las heridas, besa cada una de las llagas y con manos temblorosas apenas las toca por miedo a herirme. Pero cuando llegó a la herida del costado abierto suspira con profundidad y colocado su mano en el pecho dice en silencio:

 HIJO MÍO, OS DONASTE HASTA EL EXTREMO.

 

Y con suave mano me abraza y me coloca en su pecho. No muy lejos de mi cuerpo, a poca distancia, fueron colocados los clavos y la corona de espinas, lo que fuera elementos de muerte ahora son de veneración y salvación.


San Juan suplica a mi Madre desprenderse de mi cuerpo para permitir su preparación. Y con asistencia de los santos varones fui trasladado a escasa distancia de la cima del calvario, un poco más abajo. Me depositaron sobre una piedra aplanada que sería de mesa funeraria.

 

Las mujeres piadosas junto a María, Juan, Nicodemo y José de Arimatea iniciaron el proceso de ungir y vendar mi cuerpo. Todos con veneración van limpiándolo y perfumándolo. Mi Madre ungió mi cabeza y sería la encargada de cubrir mi rostro.

 

Una vez finalizado el vendaje fui cubierto con un gran lienzo blanco y sin demoras fui dirigido a la sepultura.

 

María junto a las almas piadosas me acompañaron por última vez. Los sentimientos de los presentes eran encontrados, caminaban con llantos que no podían contener, sus corazones entristecidos temían separase de mí.

 

Una vez dispuesto en el sepulcro tallado en la roca cada uno de los miembros del cortejo fúnebre fue ingresando para darme el último saludo. Mi amada Madre acarició  mi rostro y con un beso en la frente dejó lugar a otros. Los soldados juntos con los hombres piadosos fueron cerrando lentamente la puerta y una vez sellada los presentes quedaron contemplando el lugar esperando que todo fuera un mal sueño. Luego de reponerse regresaron a Jerusalén.


Mis amados niños, en este acto final pedid la asistencia de María para que sea Ella quien sepulte vuestras miserias. Sea quien os enseñe a descubrir el misterio de mi muerte, humillado hasta el fin a cambio de que la humanidad tenga una santa muerte.


En la siguiente enseñanza acompañad a María de regreso porque aún hay más por aprender. Y a ustedes mi fieles alumnos, gracias por estar en las horas de mi Pasión, vuestra compañía será bien recompensada con la Corona de los Santos Fieles de Dios, mis Fieles Amigos se sentarán a mi mesa a compartir el banquete celestial.

 

Dictado a Gustavo, Buenos Aires, 2 de abril de  2021.

 

 

 

 

 

 


 

 

 

23

 

 

 

 

 LA SOLEDAD DE MARÍA

 

De regreso por el Calvario

  
Luego de haberme dejado en el sepulcro todos regresaron a Jerusalén con un corazón quebrantado por mi muerte. Mi Madre no tenía consuelo, su Jesús se había ido, se consideraba sola y desamparada, sin familia y sin hogar.


Con la compañía de las almas piadosas emprendió el regreso a su morada pero con un corazón rodeado del frío de la soledad.


Pero indefectiblemente debían pasar por el Gólgota. María se detiene frente al monte que portaba la Cruz, su mirada estaba puesta en ella. Los acompañantes al verla que se detuvo, se preocuparon y pensaron que desmayaría, las mujeres que iban tomadas de sus brazos le preguntaron si estaba bien, si quería descansar por un instante, los que estaban un poco más alejados corrieron en su auxilio. Pero Mi Madre, los miró a todos con dulzura y manifestando una sonrisa los consuela, les dice que no se preocupen por ella, que está bien. Y dejándolos atónitos sube lentamente la colina para llegar a su cima.


Se detiene a cierta distancia de la Cruz, pero ya no la vez como un instrumento de tortura y muerte, sino que ve en ella el árbol de la vida que ha dado el fruto maduro de la salvación.

 

Ante su mirada ve a la Cruz como la llave del Cielo y la espada para vencer a todos mis enemigos, ve los tiempos futuros donde será el arma de combate de los cristianos, la locura de muchos santos y la balanza de justicias de las acciones de los hombres, vio que el madero santo sería causa de salvación o de condenación.


Y nuevamente se abrazó a los pies de la cruz y con los ojos cerrados apoyó su cabeza en ella y en voz baja expresó:

 

 ¡OH SANTA CRUZ! ¡OH CRUZ BENDITA Y DIVINA!

 

Lloró largamente. Mientras tanto, a la distancia los acompañantes lloran y miran con tristeza al ver a María abrazada a la Cruz. Ninguno se atrevía a decirle una palabra porque sus corazones estaban destrozados, respetaban a María no solo como Mi Madre sino como la propia. Juan en el camino de regreso contó a las mujeres y a los varones mi última solicitud. Y en total obediencia tomaron a María como a su Madre.


María dio sus últimas caricias a la cruz, la besó. Del mismo modo hizo en el lugar donde me tuvo en brazos y luego donde fui embalsamado. Con su delicadeza maternal los presentes veían que sus gestos eran suaves y solemnes al mismo tiempo.


Una vez recorrida la cima, María se acercó a sus nuevos hijos diciéndoles: VAMOS MIS PEQUEÑOS. Y todos como niños esperando a su madre la siguen presurosos. Sus niñas, las mujeres piadosas, se tomaron nuevamente de los brazos de mi Madre y entre lágrimas iban consolándose unas a otras.

 

Todos iban recorriendo el camino que yo había transitado con la Cruz y en donde mi sangre dejó su huella, María se arrodillaba, la besaba, con sus lágrimas la bendecía y cerraba dicho acto  con un TE AMO.


Tantas veces se postró para besar Mi Sangre Preciosa y en cada gesto quiso llevar consigo el misterio de su derramamiento para compartirlo con los Apóstoles.


Al llegar frente al Palacio de Herodes dirigió con una mirada penosa a ese lugar y no muy lejos estaba el patio de Palacio de Pilato, allí recordó las palabras ¡HE AQUÍ EL HOMBRE! y los gritos de la muchedumbre pidiendo mi muerte. Y su Corazón volvió a estremecerse.


Ahora hijitos míos, acompañad a mi Madre y a las almas piadosas en la Vigilia Pascual y aprended de María que recorrió la Vía Dolorosa siendo la primera en ser partícipe de las Estaciones de Mi Pasión, la obra maestra de Mi Eterno Amor por toda la humanidad.


Manteneos atentos para el próximo encuentro porque hay mucho más por contar.

Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dictado a Gustavo, Buenos Aires, 2 de abril de  2021.

 

 

 

 

 

 


 

 

 

24

 

 

 

MARÍA SE ENCUENTRA CON JESÚS RESUCITADO

 

En la puerta de la Casa de Nicodemo

 

 

 Ya estamos nuevamente dispuestos para la clase y con gran alegría la describiré.


Siendo casi la media noche, envié al Ángel Gabriel a lo de mi Madre para decirle que la esperaba en las puertas de la Casa de Nicodemo. María estaba en constante oración, no dormía esperando el momento de la buena noticia, su Corazón palpita aceleradamente a medida que se aproximaba la hora del encuentro.

 

Mientras la demás mujeres eran vencidas por el cansancio en un profundo sueño y una vez que María recibió las indicaciones del Ángel, tomó un manto para protegerse de la fría noche y en silencio abre la puerta de su residencia.

 

Camina presurosa y sola por las calles de la ciudad tan solo iluminadas por algunas antorchas. Nada la detiene y nada teme, solo tiene en mente volver a encontrarse conmigo.

 

Llega a la puerta de Nicodemo mira para los costados, en oración espera y en ese mismo momento me presento rodeado de mis Ángeles y acompañado de todas almas santas que esperaban el cumplimiento de las profecías.

 

 

 Y así se cumple el pasaje del Credo… BAJÓ A LOS INFIERNOS.

 

María se arrodilla y uniendo sus manos en oración me mira con felicidad y al verla en esa posición le digo: “MADRE, PONTE DE PIE, OS PRESENTO ANTE LOS PROFETAS Y SANTOS QUE ESCRIBIERON SOBRE TI EN LA SAGRADA ESCRITURA Y ESPERARON CONOCER A LA MADRE DEL SEÑOR” (Génesis 3, 15; Isaías 7, 1-17; Miqueas 5, 2-3; Jeremías 31, 22).

 

Y girándome hacia la multitud que me secundaba y estiro lentamente el brazo izquierdo hacia María y potente voz exclamo:

 

“HE AQUÍ, MI MADRE, MARÍA, LA ESTRELLA MÁS BELLA DEL CIELO, LA REINA DE TODO LO CREADO, REINA DE LOS PROFETAS Y MADRE DE TODA LA HUMANIDAD” (Salmo 45; San Juan 19, 26-27). Y todos los que me seguían, Ángeles y Santos, en una sola reverencia se inclinan frente María reconociéndola como Mi Madre y la Señora.


Y antes de partir me acerco a María, la tomo de las manos, y le digo:

 

 “SIEMPRE ESTARÉ CONTIGO, NUNCA ESTARÉIS SOLA, HE PREPARADO PARA TI EL LUGAR MÁS EXCELSO EN LA CASA DE MÍ PADRE. CUIDAD A MIS APÓSTOLES, SON NIÑOS CONFUNDIDOS QUE NECESITAN ESPERANZA Y CONTENCIÓN HASTA QUE LLEGUE EL MOMENTO EN QUE YO ME PRESENTE ANTE ELLOS” (San Juan 20, 19-29).


Y dándole un beso en la frente partí con todas las almas fieles.

María quedó de pie e inmóvil unos minutos, atónita por lo que ha vivido, pero después reacciona, se repone y diligente regresa a la casa donde estaban las mujeres piadosas que aun dormitaban. Pero cuando ingresa el ruido de la puerta las despierta y comienzan a levantarse.

 

Amados niños, ¿qué han descubierto en esta enseñanza? ¿Qué podéis aprender de ella?

 

 

En el próximo encuentro acompañad a las mujeres que irán a visitarme al Santo Sepulcro, preparad vuestros corazones.


Os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

 

 

Dictado a Gustavo, Buenos Aires, 4 de abril de  2021.

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

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