Rosario de la Caridad

 

 Leproso agradecido

 

 

 



Para superar las divisiones y crecer en el amor.
P. Gustavo E. Jamut, omv
 


Introducción

 


 El Verbo de Dios ha venido “para habitar en medio nuestro” (Jn.1,14). En Él encontramos la alegría y la paz de vivir en comunión con el Padre y en una comunión dinámica, los unos con los otros.


 Pero en cambio “el mundo”, en el que Cristo está ausente, produce continuamente conflictos, exclusión y soledad. Esta fue una constatación que impulsó al Papa Juan Pablo II a hacer a la Iglesia un llamado profético, cuando pidió:

 

“Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de comunión: este es el gran desafío que tenemos delante en el milenio que ha iniciado, si queremos ser fieles al plan de Dios y responder las expectativas profundas del mundo”.


 Un instrucción de la Sagrada Congregación para los Institutos de Vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, nos anima a: “hacer crecer la espiritualidad de la comunión, antes que nada, en el interior mismo de la comunidad eclesial, y luego hacia sus confines abriendo o reabriendo constantemente el dialogo de la caridad, sobre todo donde el mundo de hoy está lacerado por el odio étnico y de locuras homicidas”.


 Por lo tanto, a nosotros los cristianos, se nos pide “ser de verdad expertos en comunión y hacerlo parte de nuestra espiritualidad”.


 Sin embargo, cualquiera de nosotros puede constatar con dolor, como las peleas, divisiones y falta de caridad entre muchos bautizados, son en la actualidad un grave pecado que se opone a esta espiritualidad de comunión, y que básicamente nos hace infieles al mandato que antes de su Pasión nos dejó nuestro Señor Jesucristo, cuando dijo:

 

 “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.”(Jn. 13,34).


 El escándalo de las divisiones, producidas en muchos casos por rivalidades sin sentido, las cuales se alimentan en nuestras heridas y en tentaciones diabólicas, impiden sin duda el testimonio que como cristianos Jesús esperaba de nosotros, cuando nos dijo:

 

“En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros” (Jn. 13,35), frenando de este modo la tarea evangelizadora de los cristianos.


 Estas heridas no asumidas ni sanadas, nos vuelven excesivamente susceptibles, e impactan negativamente en nuestras vidas, provocando toda clase de reacciones emocionales dañinas hacia nosotros mismos y hacia otras personas, junto a comportamientos que son de rivalidad, antagonismo, y división.


 Al mismo tiempo, estos comportamientos anti-amor son de algún modo puertas abiertas de contaminación para los vínculos interpersonales y hasta para la misma tierra.


 Es como si la falta de amor y toda forma de rivalidad impidiese la llegada de las bendiciones de Jesús a nuestras vidas, familias y comunidades, maldiciendo de algún modo la tierra; tal como decía un autor anónimo: “Quien no ama a su hermano, aun su misma oración indispone a Dios.”


 Por medio de estas oraciones hechas Rosario, nos adentraremos en los corazones de Jesús y María, para pedirles que ellos nos sanen de esas raíces negativas que impiden una verdadera concordia y armonía con nuestros prójimos.


 También oraremos pidiéndole a Dios que derrame su gracia, para que siendo liberados de todo odio ancestral y de todos los comportamientos equivocados, podamos crecer y fortalecer el amor de unos por otros.


Finalmente te invito, a que en un momento de oración personal te preguntes sinceramente:


- ¿En que medida, el pensamiento de comunión y el anhelo de construir la unidad en tu ambiente, está en el centro de la espiritualidad que vives y que transmites?


- ¿Que más puedes hacer para que tus palabras, iniciativas, y tu mismo modo de vivir contribuya a transformar tus ambientes en “casa y escuela de comunión?”.


  La caridad es la reina de las virtudes. Como el hilo entrelaza las perlas, así la caridad a las otras virtudes; cuando se rompe el hilo caen las perlas. Por eso cuando falta la caridad, las virtudes se pierden.

 

San Pío de Pieltrecina Novo Millenio Ineuente, n.43.


Instrucción: “Caminar desde Cristo: Un renovado compromiso de la vida consagrada en el Tercer Milenio”. n.28. Sagrada Congregación para los Institutos de Vida consagrada y las sociedades de vida apostólica.
El termino ´diablo’, usado como sinónimo de demonio, proviene del latín tardío "diábolos", que significa ‘el que divide, calumnia y desune’.
 

 

 

Comenzamos con la Señal de la Cruz
 


 Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor Dios Nuestro. En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

 


PRIMER MISTERIO


 

  En este misterio le pedimos a Jesús que imponga espiritualmente sus manos sobre nuestras cabezas y nos libere de aquellos pensamientos hacia nuestros hermanos que van en contra de sus Divinos Pensamientos.


Reflexión:
¿Cuanto tiempo tú consumes cada día, y cuanta energía gastas, pensando en los errores de tus hermanos?
En adelante, al dar lugar a esos pensamientos, ten presente que ellos te desgastan, y contaminan a quienes están cerca de ti haciendo daño de una manera silenciosa pero real a ti mismo y a quienes más amas. Esos pensamientos son una de las armas más poderosas y frecuentes con las cuales Satanás intoxica tu alma, impide tu verdadero crecimiento espiritual y te roba las bendiciones que Dios quisiera dar a tu vida y a la de tu familia.


Si te falta la alegría, si tus familiares no cambian de vida, y si las cosas no van mejor, entonces pregúntate, como piensas de tu prójimo. Quizás cambiando lo interior, el Señor podrá trabajar más poderosamente en lo exterior. Recuerda que al final de esta vida, cuando Dios venga a buscarte no te preguntará por los defectos y errores de tus hermanos, sino por el amor que hayas tenido en tus pensamientos, palabras y obras.


Pide y decídete:
A partir de este momento a cuidar los pensamientos que vengan a ti, para recibir solo aquellos que vayan de acuerdo al amor de Dios y rechazar el más pequeño pensamiento que se oponga a la caridad de Cristo.


Dice la Palabra de Dios:
“Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor.”. Lc. 7:47


Dice San Josemaría Escrivá de Balaguer:
“No admitas un mal pensamiento de nadie, aunque las palabras u obras del interesado den pie para juzgar así razonablemente”


 

Un Padre Nuestro


1. De los pensamientos de juicio hacia el hermano. – Libérame Señor. Ave María…
2. De los pensamientos de condenación hacia el hermano. – Libérame Señor. Ave María…
3. De los pensamientos de rechazo hacia el hermano. – Libérame Señor. Ave María…
4. De los pensamientos de desconfianza crónica hacia el hermano. – Libérame Señor. Ave María…
5. De los pensamientos negativos, producidos por las heridas de la vida, aún no sanadas. – Libérame Señor. Ave María…
6. De los pensamientos que se oponen a tu misericordia. – Libérame Señor. Ave María…
7. De los pensamientos que se oponen a ver lo bueno que hay en el otro. – Libérame Señor. Ave María…
8. De los pensamientos obsesivos hacia el otro. – Libérame Señor. Ave María…
9. De los pensamientos que nos roban la alegría de Dios y destruyen la vida comunitaria. – Libérame Señor. Ave María…
10. De los pensamientos nos los cuales Satanás nos tiene cautivos. – Libérame Señor. Ave María…


Gloria…

 


Jaculatoria:

“Por el poder de tus Santas Llagas, provocadas en tu bendita cabeza y frente por la corona de espinas. Libérame y sáname Señor”.


Oración:

“Señor Jesús, perdóname por las veces que con diversa clase de pensamientos negativos hacia algún hermano, he abierto a Satanás las puertas de mi mente, de mi casa y de mi comunidad.
Con tu Preciosísima Sangre sella mi mente, para que de ahora en adelante, no me quiera justificar a mi mismo, y que estando alerta, tenga la valentía de reconocer los pensamientos que vienen del maligno para rechazarlos por medio del poder de la oración y de la verdadera caridad. Amén”.
La calidad de nuestros pensamientos, determinará la calidad de nuestra vida.



 

SEGUNDO MISTERIO
 


  En este misterio le pedimos a Jesús que imponga espiritualmente sus manos sobre nuestro corazón y nos libere de aquellos sentimientos hacia nuestros hermanos que van en contra de su Divino Corazón.


Reflexión:
Hermano o hermana, tu corazón es tan hermoso, y Dios lo ama tanto, que ha querido hacer de él templo de su Santo Espíritu. Cuando tu corazón se llena de amor, de perdón y de misericordia, se transforma en un cielo, en el cual Dios gusta de morar. Sin embargo, eso también lo sabe Satanás, por eso hace todo lo posible para llenar poco a poco tu corazón de enojo, mal humor, antipatías, prejuicios y resentimientos. Una vez que logra introducir cualquiera de estas emociones oscuras, el Espíritu Santo se entristece y debe marcharse, pues su santidad no le permite habitar junto a esos malos sentimientos. Entonces el diablo ya tiene, por medio de esas emociones, la llave para entrar todas las veces que quiera, y producir todo el daño que desee.


 Tú podrás seguir orando, cantando y sirviendo, pero ya no lo harás con la unción de Dios, pues el maligno será el dueño de ese corazón resentido.
En el corazón misericordioso de Cristo, solo hay lugar para quien no deja a ningún hermano o hermana afuera del propio corazón. Por eso tu combate no es contra los demás, sino contra la cizaña de división que durante la noche el maligno haya sembrado en tu corazón.


Pide y decídete:

 A partir de este momento, de entrar en combate espiritual contra cualquier sentimiento que te impide amar y abrazar a todas y a cada una de las personas que están cerca de ti.


Dice la Palabra de Dios:
“Pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores”. Rom 5:8
Y también: “Ámense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos. Con solicitud incansable y fervor de espíritu, sirvan al Señor.” Rom 12:10-11


Dice san Pío de Pieltrecina:
“La caridad es la medida con la que el Señor nos juzgará a todos.”

 


Un Padre Nuestro


1. De los sentimientos hacia el hermano, que manchan mi corazón. – Libérame Señor. Ave María…
2. De los sentimientos que nos llevan a desvalorizar al hermano. – Libérame Señor. Ave María…
3. De los sentimientos que nos llevan a rechazar al hermano que piensa diferente. – Libérame Señor. Ave María…
4. De los sentimientos de autocompasión y susceptibilidad que me llevan a sentirme ofendido por lo que hizo o dijo el hermano. – Libérame Señor.
Ave María…
5. De los sentimientos que nos llevan a desear el mal a nuestros hermanos. – Libérame Señor. Ave María…
6. De los sentimientos de querer manejar la vida de los otros. – Libérame Señor. Ave María…

7. De los sentimientos con los cuales el maligno quiere dividirnos. – Libérame Señor. Ave María…
8. De los sentimientos negativos, que en nuestra familia se repiten en las diversas generaciones. – Libérame Señor. Ave María…
9. De los sentimientos enfermizos que nos roban la paz de Dios y destruyen la vida comunitaria. – Libérame Señor. Ave María…
10. De los resentimientos producidos a lo largo de la vida. – Libérame Señor. Ave María…

 


Gloria…

 


Jaculatoria:
“Por el poder de la Santa Llaga, provocada en tu Divino Corazón por medio de la lanza. Libérame y sáname Señor”.


Oración:
“Señor Jesús, perdóname por las veces que he dado espacio en el santuario de mi corazón a las sombras de oscuridad que astutamente Satanás fue proyectando en mi alma y que me llevaron a cerrar las puertas de mi corazón a… (Nombre al hermano y bendígalo).
Con la Sangre y el agua que brotaron de tu pecho, sella mi corazón y todo las dimensiones del nivel emocional, para que de ahora en adelante, no me quiera justificar a mi mismo, y que estando alerta, tenga la valentía de reconocer los sentimientos negativos que se producen por las heridas de mi historia que aun no han sido sanadas y de las cuales se aprovecha el maligno. Que pueda rechazar todo sentimiento de antipatía por medio del poder de la oración y de la verdadera caridad. Amén”.


Nos ha tocado la mejor herencia: la perla de la caridad. San Camilo

 

 


TERCER MISTERIO
 


 En este misterio le pedimos a Jesús que imponga espiritualmente sus manos sobre nuestros labios y nuestros oídos y nos libere de participar de aquellas conversaciones que nos llevan a hablar de los defectos u errores de los demás.


Reflexión:
 Cuando Dios te soñó y te creó, te diseñó con oídos y labios, para que lleno tu corazón de su amor y de los conocimientos que vienen de lo alto, lo pudieses transmitir con palabras y gestos a todos tus hermanos. Sin embargo, Satanás con su astucia sabe como contaminar lo más bello, y corromper lo más sagrado, por lo cual al no poder anular nuestra audición y nuestra voz ha querido contaminarlas, deformando el proyecto divino para la comunicación entre las personas.


 Cada vez que prestamos nuestros oídos a las criticas y a las murmuraciones, sean sobre hechos reales o no, perdemos algo de la presencia de Dios y de la paz interior que de él procede. Cada vez que de nuestros labios sale alguna palabra en contra del hermano y ensucia su buen nombre o lo hiere, entonces estamos hiriendo al mismo Jesucristo, y renovando de algún modo el dolor de la crucifixión.


 Pero no debe ser así, pues cada palabra queda escrita en el pensamiento de Dios y Dios nos ha enseñado por medio de Santiago que: “Si alguien cree que es un hombre religioso, pero no domina su lengua, se engaña a sí mismo y su religiosidad es vacía”. (Stgo. 1,26-27).


Pide y decídete:
 Hoy y cada día a comenzar de nuevo, tomando conciencia de que puedes cambiar tu modo de comunicarte con los demás; también trayendo luz y corrigiendo con amor a quienes quieran contaminar tu corazón por medio de la crítica y el pesimismo.


Dice la Palabra de Dios:
“Yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de cualquier palabra inútil que hayan pronunciado. Pues por tus propias palabras serás juzgado, y declarado inocente o culpable." (Mt. 12:36-37)


Y también:
"Quien quiera amar la vida y pasar días felices, cuide su lengua de hablar mal” 1Pe. 3:10


Dice S. Josemaría Escrivá de Balaguer: “No hagas crítica negativa: cuando no puedes alabar, cállate.”

 


Un Padre Nuestro


1. De oír o de pronunciar palabras de crítica en contra del hermano. – Libérame Señor. Ave María…
2. De oír o de pronunciar palabras que generan pesimismo y desesperanza. – Libérame Señor. Ave María…
3. De pronunciar palabras que contienen ironía. – Libérame Señor. Ave María…
4. De pronunciar palabras que manchan el buen nombre de otras personas. – Libérame Señor. Ave María…
5. De pronunciar palabras que tienden a manifestar los defectos del hermano. – Libérame Señor. Ave María…
6. De pronunciar juicios temerarios en contra del prójimo. – Libérame Señor. Ave María…
7. De pronunciar palabras punzantes o agresivas. – Libérame Señor. Ave María…
8. De pronunciar palabras con tono de superioridad o de desprecio. – Libérame Señor. Ave María…
9. De no dar testimonio en las conversaciones a quienes tienen poca fe. – Libérame Señor. Ave María…
10. De todo pecado en el hablar. – Libérame Señor. Ave María…


Gloria…

 


Jaculatoria:

“Señor por el poder de tus benditos labios y oídos y por cada palabra que pronunciaste en tu vida terrena, edúcame para que reciba de tu santo Espíritu un nuevo modo de oír y de hablar.”


Oración:
“Señor Jesús, perdóname por las veces que he propiciado conversaciones que no venían de tu Santo Espíritu. Solo tú conoces el daño que esas palabras pudieron haber producido en mí, en las personas a quien se lo conté, a la persona de quien hablé y también a tu cuerpo místico. Lamento no poder volver el tiempo atrás para juntar las palabras soltadas al aire. Pero Señor, a partir de hoy te pido junto al salmista que coloques, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios. (Sal. 140,3)
Que sepa descubrir cuando el maligno se acerca a contaminar mis oídos y mi corazón por medio del que critica o de quien está enfermo de negatividad y pesimismo. Que yo pueda ayudarlo a adquirir un nuevo modo de pensar y de hablar desde mi discreción, valentía, prudencia y ejemplo.
Que el mal ya no tenga espacio en mis conversaciones, y que tus Ángeles y Tu mismo se alegren en todas la charlas que de ahora en adelante he de tener. Amén”.


La murmuración es roña que ensucia y entorpece el apostolado. —Va contra la caridad, resta fuerzas, quita la paz, y hace perder la unión con Dios.
S. Escrivá de Balaguer

 


CUARTO MISTERIO


En este misterio le pedimos a Jesús que bendiga nuestros ojos, para mirar a nuestros hermanos con su mirada.


Reflexión:
Cuando te estabas gestando en el vientre materno, Dios iba formando todo tu cuerpo con amor y de manera particular tus ojos, pues ellos te ayudarían a contemplar la creación, a mirar por donde caminar y a descubrir las particularidades de los rostros de cada persona.
Por medio de tus ojos, puedes transmitir a quien a ti se acerca, el amor y la aceptación, o por el contrario, puedes decirle que no le quieres y que lo rechazas. Sin embargo, si Dios te ha dado los ojos, es para que mires a tus hermanos y hermanas, como él los mira. Él sabe ver lo bueno que hay en ti y presta más atención a lo positivo que a lo negativo.


En cambio el demonio, trata de resaltar lo negativo, tus pecados y defectos, para así desanimarte. Por lo cual deberías imitar a Jesús en la manera de ver a cada persona y pedirle la gracia de que te preste sus ojos y su manera de mirar. No lo dudes, si le entregas tu mirada interior y exterior, el Espíritu Santo la dulcificará, te embellecerá y con solo una mirada de amor, estarás sembrando bendiciones en aquellas personas que están junto a ti.

 


Pide y decídete:
Hoy y cada día que cada persona que Dios ponga frente a ti, se sienta abrazada y bendecida por tus miradas de amor y de aceptación. Que puedas descubrir a Cristo, presente en cada persona de esta tierra.


Dice la Palabra de Dios:
“Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad. Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo.” (1 Cor. 13:4 -7)
También: “Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.” (Jn. 17:21)
Y también: “Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón". (1 Sam. 16,7)

 


Dice San Pío de Pieltrecina: Faltar a la caridad es como herir a Dios en la pupila de sus ojos. ¿Hay algo más delicado que la pupila del ojo?

 


Un Padre Nuestro


1. Bendice mis ojos, para que vea de cada persona lo mejor. – Bendíceme Señor. Ave María…
2. Bendice mis ojos, para que aprenda a mirar con misericordia los defectos de mi prójimo. – Bendíceme Señor. Ave María…
3. Bendice mis ojos, para que pueda descubrir las virtudes y talentos de cada persona. – Bendíceme Señor. Ave María…
4. Bendice mis ojos, para que sepa cerrarlos a aquellos comportamientos que pudiesen fastidiarme. – Bendíceme Señor. Ave María…
5. Bendice mi mirada, para que transmita tu amor. – Bendíceme Señor. Ave María…
6. Bendice mi mirada, para que transmita tu aceptación. – Bendíceme Señor. Ave María…
7. Bendice mi mirada, para que transmita tu alegría. – Bendíceme Señor. Ave María
8. Bendice mi mirada, para que transmita tu paz. – Bendíceme Señor. Ave María…
9. Bendice mi mirada, para que transmita tu aliento y fortaleza. – Bendíceme Señor. Ave María…
10. Bendice mi mirada, para que transmita tu amistad. – Bendíceme Señor. Ave María…


Gloria…

 


Jaculatoria:
“Señor Jesús, por el poder de tus benditos ojos, guíame cada día de mi vida, para que con solo mirar a mis hermanos, pueda transmitirles tu amor.”


Oración:
“Señor Jesús, perdóname por las veces que he mirado a alguien de mala manera. Perdóname por las veces que pude darle vuelta la cara, negarle el saludo o la sonrisa que, al menos por obligación le debo a cada hijo tuyo.
Sana Señor a esos hermanos o hermanas de las secuelas que este comportamiento pudo haberles dejado y sáname también a mí, pues cada vez que miro sin amor, tú sientes un profundo dolor en tu corazón, al ver el daño que yo mismo me estoy produciendo. Libera mis ojos de toda mirada ociosa, de toda mirada que pueda ensuciar o dañar mi corazón.
A partir de hoy Señor, cada mañana quiero consagrarte mis ojos, para que ya no sean míos, sino tuyos y así tus miradas en mi producirán todo el bien para el cual mis ojos han sido creados. Te alabo y te glorifico Señor por tu mirada puesta en mí y por el don de los ojos renovados por tu Santo Espíritu. Amén”.

La persona que no tiene un corazón caritativo padece del peor de los males cardiacos. Autor anónimo

 



QUINTO MISTERIO
 


 En este misterio le pedimos a Jesús que libere nuestros pies y nuestras manos, para que los pongamos al servicio de nuestros hermanos.


Reflexión:
Cuando en la calidez del vientre de tu madre te ibas formando, Dios te miraba y se deleitaba en el desarrollo de tus brazos, de tus manos, de tus piernas y de tus pies. El los alentaba para que cuando hubiesen crecido totalmente, los pusieses al servicio de todos tus hermanos. Hoy dale gracias por cada paso que has dado a lo largo de la vida para servir a quienes te necesitaron, y por cada vez que extendiste tus brazos para recibir a tu prójimo. Sin embargo también debes pedirle a Dios que te perdone, por las veces que tus brazos han estado ociosos, o los has puesto solamente al servicio de tus amigos.


Hoy es tiempo para comenzar de nuevo, redireccionando tus pasos al servicio de tus hermanos y extendiendo tus manos en un servicio de autentico compromiso hacía quienes Dios te envía.


Pídele a Dios y decídete:
Para que hoy y cada día él guíe tus pasos por caminos en los que puedas guiar a otros en la verdadera paz; y que al extender tus brazos seas sembrador de la amistad, la concordia y la armonía, que necesita la sociedad.


Dice la Palabra de Dios:
“El fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia.” (Gal 5:22-23)
Y también:
“(Dios) nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.” (Ef. 1,4)


Dice San Pío de Pieltrecina:
La caridad es la reina de las virtudes. Como el hilo entrelaza las perlas, así la caridad a las otras virtudes; cuando se rompe el hilo caen las perlas. Por eso cuando falta la caridad, las virtudes se pierden.

 


Un Padre Nuestro
1. Bendice mis piernas y mis pies, para que me sostengan y yo pueda sustentar a quienes me necesitan. – Bendíceme Señor. Ave María…
2. Bendice mis piernas y mis pies, para que siga las huellas de amor y de perdón dejadas por Jesús. – Bendíceme Señor. Ave María…
3. Bendice mis piernas y mis pies, para que jamás pisen al hermano. – Bendíceme Señor. Ave María…
4. Bendice mis piernas y mis pies, para que los ponga al servicio de quienes tienen dificultades para caminar. – Bendíceme Señor. Ave María…
5. Bendice mis brazos y mis manos, para que nunca sean usados para lastimar a los demás. – Bendíceme Señor. Ave María…
6. Bendice mis brazos y mis manos, para que estén extendidos para abrazar a todos. – Bendíceme Señor. Ave María…
7. Bendice mis brazos y mis manos, para que sean como los del Padre Misericordioso y estén abiertos para perdonar. – Bendíceme Señor. Ave María…
8. Bendice mis brazos y mis manos, para que puedan levantar a quienes caigan. – Bendíceme Señor. Ave María…
9. Bendice mis brazos y mis manos, para que sostengan a quien vacila. – Bendíceme Señor. Ave María…
10. Bendice mis brazos y mis manos, para que se comprometan en un servicio concreto y perseverante en la propia comunidad. – Bendíceme Señor.
Ave María…


Gloria…

 


Jaculatoria:
“Señor Jesús, por el poder de las llagas de tus benditas manos y pies, libera y bendice mis manos y mis pies de cualquier atadura que puedan estar impidiéndome dar más amor y asumir un compromiso de mayor servicio”


Oración:
“Señor Jesús, perdóname por las veces que he perdido tiempo y oportunidades al no ir donde tu me enviabas y por no llegar a quienes me necesitaban.
Perdóname por las veces que he tenido los brazos cruzados, en lugar de tenerlos extendidos para recibir a todos mis hermanos. Perdóname por los abrazos selectivos y por dar la espalda a quien debería haber extendido la mano. Perdóname también por los pecados de omisión.


Hoy, puesto en tu presencia, te consagro mis pies, para ir donde tu me indiques, ayúdame a caminar tras tus huellas y a no apartarme nunca del camino de la verdadera caridad.
Te consagro mis brazos y mis manos, llénalos del poder de tu amor, para que pueda acariciar con tu pureza a quien necesita de tu amor y sostener con tu fuerza a quien vacila por el peso de las cargas de la vida.
Gracias Señor porque tu Espíritu me alienta a comenzar con una nueva actitud a servir a mis hermanos. Amén.”


La caridad no busca jamás la propia comodidad. San Camilo

 

 


ORACIONES FINALES



El odio provoca pendencias, el amor disculpa toda ofensa Prov. 10,12


Dios te Salve, Reina y Madre de Misericordia…

 


Por las intenciones del Santo Padre…


- Padre Nuestro
- Avemaría

- Gloria.

 


1. Oración para ser fragancia de Cristo


"Oh, amado Jesús. Ayúdame a esparcir Tu fragancia por donde quiera que vaya. Inunda mi alma con Tu Espíritu y Vida. Penetra y posee todo mi ser tan completamente, que mi vida entera sea un resplandor de la Tuya. Brilla a través de mi y permanece tan dentro de mi, que cada alma con que me encuentre pueda sentir Tu presencia en la mía.


¡Permite que no me vean a mi sino solamente a Jesús! Quédate conmigo y empezaré a resplandecer como Tú, a brillar tanto que pueda ser una luz para los demás. La luz oh, Jesús, vendrá toda de Ti, nada de ella será mía; serás Tú quien resplandezca sobre los demás a través de mi. Brillando sobre quienes me rodean, permíteme alabarte como más te gusta. Permíteme predicarte sin predicar, no con palabras sino a través de mi ejemplo, a través de la fuerza atractiva, de la influencia armoniosa de todo lo que haga, de la inefable plenitud del amor que existe en mi corazón por Ti. Amen."

 


2. Oración de Intercesión por la sanación interior de otra persona


Señor Jesús, te pido que entres en el corazón de… (decir el nombre de la persona) y toques aquellas experiencias de vida que tu ves que necesitan ser sanadas.
Tú conoces mucho mejor a… de lo que él (ella) se conoce a sí mismo(a). Derrama pues, tu amor en todos los rincones de su corazón. Donde quiera que esté, tócalo(a) consuélalo(a), libéralo(a). Si él (ella) se siente solo(a), abandonado(a), rechazado(a) por la humanidad, concédele, mediante tu amor regenerador, una nueva conciencia de su valor con persona.


Jesús, te entrego a (nombre a la persona) totalmente a ti, su cuerpo, mente y espíritu y te agradezco por restaurar su integridad, para que pueda desarrollar vínculos sanos con todos sus hermanos. Amén.

 


3. Oración para las Almas del Purgatorio


 Hay una obra de caridad que es de la más grande, y es orar por las personas que aún no han entrado en la presencia de Dios en el cielo. Ellos sabrán agradecer nuestras oraciones e intercederán para que recibiendo sanación de parte del Señor, podamos caminar en el amor.


 Dios omnipotente, Padre de bondad y de misericordia, apiádate de las benditas almas del Purgatorio y ayuda a todos, pero de manera especial a mis queridos familiares y antepasados, que partieron de esta vida con enojos, resentimientos, o agresividad hacia otras personas.


 
Ayuda a mis hermanos y parientes.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a todos mis bienhechores espirituales y temporales.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los que han sido mis amigos y súbditos.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a cuantos debo amor y oración.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a cuantos he perjudicado y dañado.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los que han faltado contra mí.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los que están más próximos a la unión contigo.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los que lo desean más ardientemente.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los que sufren más.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los que están más lejos de su liberación.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los que menos auxilio reciben.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los que fueron ricos aquí, y allí son los más pobres.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los poderosos, que ahora son como pobres siervos.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los ciegos del alma que ahora reconocen su ceguera.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los vanidosos que malgastaron su tiempo.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los pobres que no buscaron las riquezas divinas.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los tibios que han hecho muy poca oración.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los perezosos que han descuidado tantas obras buenas.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los de poca fe que descuidaron los santos Sacramentos.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los reincidentes que sólo por un milagro de la gracia se han salvado.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los padres que no amaron y educaron bien a sus hijos.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los superiores poco atentos a la salvación de sus súbditos.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a quienes, sólo se preocuparon del dinero y del placer.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los de espíritu mundano que no aprovecharon sus riquezas o talentos para el cielo.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los necios, que vieron partir a tantos de esta vida, no acordándose de su propia partida.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los que no dispusieron a tiempo de su casa, estando completamente desprevenidos para el viaje más importante.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los que juzgarás tanto más severamente, cuánto más les fue confiado.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los pontífices, reyes y príncipes.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los obispos y sus consejeros.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a mis maestros y pastores de almas.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a todos los sacerdotes y religiosos de la Iglesia católica.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los defensores de la fe.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los caídos en los campos de batalla, en accidentes, asesinatos y suicidios.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los sepultados en los mares.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los muertos repentinamente.
¡Jesús mío, misericordia!
Ayuda a los que han partido sin recibir los santos sacramentos.
¡Jesús mío, misericordia!
Y ayuda especialmente a todos aquellos que han faltado al mandamiento del amor en sus diversas formas.
¡Jesús mío, misericordia!


V. Dales, Señor, a todas las almas el descanso eterno.
 
R. Y haz que brille para ellas la luz que no tiene fin. Amén!

 


"En el atardecer de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor"
San Juan de la Cruz
 

 

Agradecimientos a Hilda Soto

 


 

Página Principal Rosarios y Coronillas

Página anterior Rosario en Cuaresma

Página siguiente Rosario de la Eucaristía

 

 

 

Páginas principales

Portada

Índice General y páginas misceláneas

 

Dios Padre habla a Sus hijos

 

 Meditemos con Jesús (importante)

 

Reflexiones y mensajes de María

 

Oraciones diversas

 

Selección de Letanías

 

Selección de Novenas

 

Oraciones Virgen María

 

Videos de música religiosa (popular)

 

Rosarios, Coronas y Coronillas

 

Nuestra Biblioteca

 

Hablemos de....

 

 

 

 

Esta página pertenece al sitio  "Oraciones y Devociones Católicas"

Visite siempre la Portada del sitio, siempre hay algo nuevo ahí.