PADRENUESTRO POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO
(DE SANTA MATILDE)
 
 
A Santa Matilde habiendo comulgado por los muertos, le dijo Nuestro Señor:
Recitad por ellos un Padrenuestro, delante del altar donde se celebraba el Santo Sacrificio. La Santa hizo la oración siguiente, y cuando la hubo terminado, vio una multitud de almas subir al cielo. (R. 5, ch. 21).
Nota: Primero comulgar por las almas del purgatorio, terminar la misa con la bendición del sacerdote, esperar algunos minutos que finalice el bullicio ocasionado por las personas que salen del templo, sólo entonces cuando vuelva el silencio rezar este Padrenuestro.
Padre Nuestro que estás en los cielos
 Os ruego, ¡oh tierno Padre!, que perdonéis a las almas del Purgatorio el no 
haberos amado y rendido el culto de adoración y respeto que os es debido, a Vos, 
Padre bueno y misericordioso; y haberos alejado de sus corazones donde Vos 
deseabais habitar.
 Para suplir sus faltas os ofrezco el amor y el honor de que vuestro divino Hijo 
os tributó en la tierra y la satisfacción infinita que os dio por todos los 
pecados de esas pobres almas.
(Recítese diez veces la invocación "Jesús mío, misericordia", y se ganarán cada 
vez 100 días de indulgencia por las benditas almas del Purgatorio).
Santificado sea tu Nombre
 Perdonad, tierno Padre!, os lo suplico, a las almas de los fieles difuntos, el 
no haber honrado dignamente vuestro santo nombre, haberlo invocado rara vez, o 
empleado a menudo con ligereza y haberse hasta avergonzado algunas veces, de 
perteneceros. Como satisfacción de este pecado yo os ofrezco la santidad de 
vuestro Hijo Jesucristo, su obediencia, su celo por haceros conocer, su afán por 
honraros durante su vida y por anonadarse delante de Vos en el altar.
¡JESÚS MÍO, MISERICORDIA! (10 veces)
Venga a nosotros  tu Reino
 Os ruego, ¡oh eterno Padre!, que perdonéis a las almas de los fieles difuntos, 
el poco celo en no haber deseado con bastante fervor y anhelado con afán la 
grandeza de vuestra gloria...! Ellas habrían podido tan fácilmente haceros amar 
instruyendo a los niños, llevando por el camino del bien a los que ellas amaban! 
Para expiar su indiferencia, yo os ofrezco los santos deseos de Jesucristo, en 
el celo que El ha tenido por la nuestra aún en el altar.
¡JESÚS MÍO, MISERICORDIA! (10 veces)
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo
 Os suplico ¡oh Padre!, que perdonéis a las almas religiosas, al haber preferido 
algunas veces su voluntad a la vuestra y no haber amado en todo y de una manera 
perfecta vuestro deseo que se manifestaba por sus desobediencias y faltas de 
sumisión a las órdenes de sus superiores. Para reparar ofrezco la unión del 
dulcísimo Corazón de Jesús con vuestra voluntad, la pronta y generosa obediencia 
que presta al Sacerdote viniendo al altar y la perfecta oblación de este divino 
Hijo que lo llevó hasta la muerte y muerte de cruz.
¡JESÚS MÍO, MISERICORDIA! (10 veces)
 Danos hoy 
nuestro pan de cada día
 Os ruego, ¡oh Padre tierno!, que perdonéis a las almas de los fieles difuntos el 
no haber recibido el Santísimo Sacramento del Altar con los deseos, la devoción 
y el amor que El merece; el haber omitido por negligencia, cobardía o respetos 
humanos muchas comuniones que Vos les ofrecíais. Para expiar estos pecados, yo 
os ofrezco la santidad de vuestro Hijo Jesús, el amor ardiente y el deseo 
inefable que le llevó a daros el precioso tesoro de su Cuerpo y de su Sangre.
 ¡JESÚS MÍO, MISERICORDIA! (10 veces)
Perdona nuestras 
ofensas como nosotros también perdonamos a lo que nos ofenden
Os ruego, ¡oh Eterno Padre!, que perdonéis a las almas de los fieles difuntos 
los pecados en los cuales cayeron, no perdonando fácilmente; guardando algún 
rencor, alimentando ligeros pensamientos de venganza. Por esos pecados yo os 
ofrezco la oración tan tierna y tan amorosa que vuestro Hijo Jesús hizo en la 
Cruz por sus enemigos.
¡JESÚS MÍO, MISERICORDIA! (10 veces)
No nos dejes caer en 
la tentación
Os suplico, ¡oh tierno Padre!, que perdonéis a las almas de los fieles difuntos 
la poca fuerza que opusieron para rechazar la tentación de sensualidad, reprimir 
la curiosidad de sus miradas, y cuidarse de algunos goces peligrosos. Para 
expiar esta multitud de pecados, yo os ofrezco las fatigas de Jesús, sus 
lágrimas, sus mortificaciones y sus humillaciones en el altar.
 ¡JESÚS MÍO, MISERICORDIA! (10 veces)
Y  líbranos del mal
Sí, Dios mío, libradlas del mal que soportan esas santas almas, en otro tiempo 
culpables, ahora tan arrepentidas y resignadas; libradlas por los méritos de 
Jesucristo.
Y Vos, ¡oh Salvador, tan lleno de misericordia! Vos que estáis sobre este altar, 
tened piedad de sus lamentos y de sus lágrimas. Ellas se unen a mí para clamar 
hasta Vos durante su vida y olvidad las faltas que la fragilidad de nuestra 
naturaleza les hizo cometer.
 
¡JESÚS MÍO, MISERICORDIA! (10 veces)
 
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