Oración en contra de la tentación

 

 

 

 

 

Amado Jesucristo: mi Señor, mi Rey, mi Salvador, mi Dios. Tu que eres Dios, pero que también fuiste hombre, tu que fuiste tentado por el demonio como cualquier otro ser humano, por favor dame la fortaleza de rechazar el pecado y la gracia de permanecer puro como tu eres. Reina en mi corazón con tu Poder, Sabiduría, Amor, Paz, Gracia, Pureza, Misericordia, Gloria y Alabanza.

 

Tu le dijiste a Satanás:

 

 "Los seres humanos no viven solamente del pan, sino de cada palabra que viene de la boca de Dios"

 

Cuantas veces te he fallado mi Señor, cuando no obedecí tus mandamientos, te rechace como mi Rey cuando permití que las tentaciones de este mundo reinaran en mi corazón, te he olvidado mi Dios cuando mi mente ha estado tan llena de las cosas terrenales.

 

Mi Señor y mi Dios, dame hambre de tu pan viviente, aliméntame con tu Palabra y con el Sacramento de tu carne y tu sangre. Dame la fortaleza para controlar el apetito de mis sentidos, purifica y nutre mi alma con tu alimento, el cual es hacer la voluntad del Padre Celestial.

 

Tu le dijiste a Satán:

 

 "Tu debes hacerle homenaje al Señor tu Dios, solamente a Él debes servir"

 

Cuántas veces las riquezas de este mundo, las tentaciones del orgullo, de la avaricia, de la envidia, de los celos y del egoísmo te han destronado mi Dios de mi corazón. Sinceramente me arrepiento de este insulto a tu Majestad. Jesús, dame la gracia de poder rechazar las cosas de este mundo, de separarme de todo lo que me rodea, y de aferrarme fuertemente a tu espíritu dentro de mi.

 

Te amo con todo mi corazón, con toda mi mente, con toda mi alma, con todas mis fuerzas y con el espíritu que has dado. Te adoro y te obedezco mi Señor, te honro mi Rey, te alabo y te bendigo, y mi corazón esta lleno de agradecimiento. Te serviré amando a mis hermanos y hermanas y con tu fortaleza rechazaré, a los enemigos de mi alma; el mundo, el demonio y la carne.

 

Tu le dijiste a Satanás:

 

 "No pongas al Señor tu Dios a prueba"

 

Jesús, cada vez que he pecado, he lanzado mi alma contra las rocas de la muerte, hiriéndola mortalmente. Te he puesto a prueba. Jesús, tú el Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, por tus santas heridas sana mi cuerpo, mi mente y mi alma.

 

Jesús, te he ofendido muchas veces, por favor perdona mis pecados. Lava mis iniquidades, límpiame de mi pecado, purifícame, protégeme y sálvame con tu preciosa sangre, santifícame con tu Espíritu Santo, hazme de nuevo con tu imagen y semejanza.

 

Jesús, en la presencia del Inmaculado Corazón de María por favor dime ahora: “Esta es tu madre”. Santa Madre de Dios, mi madre, protégeme, guíame y nútreme con el pan celestial que tu le has dado al mundo. Cúbreme con tu manto maternal de pureza para que yo pueda siempre decir NO a las tentaciones de tu adversario, el enemigo de mi alma.

 

Autor: José de Jesús y María 

 

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