MENSAJE Nº 18 SAN MIGUEL
LAS
TRANSFORMACIONES A LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO
Las transformaciones a la luz del Espíritu Santo.
Yo, San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia Celestial, no podía dar por
terminadas mis instrucciones a mi querido ejército, sin hablar de este
importantísimo tema: el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo de bien y verdad, es el que los ungirá, los guiará y los
transformará en hombres con cuerpos gloriosos como el de Jesucristo al
resucitar.
Él transformará el mundo y lo hará nuevo.
Él los renovará para su misión.
Primicias de Cristo, soldados rasos, el Espíritu Santo soplará fuertemente en
cada uno de ustedes, más fuerte que en Pentecostés, porque se acercan sus
transformaciones, y sólo Él puede llevar a cabo esta misión de convertirlos con
un soplo de su aliento, en odres nuevos, llenos de vino nuevo.
Vino que lleva la unción del Espíritu Santo en él. Con este vino, ustedes
alimentarán a sus hermanos, y los instruirán para poderlos llevar al Nuevo
Milenio.
Por medio de este vino nuevo, transformado en alimento para las almas, darán las
pautas a seguir y los lineamientos que el Espíritu Santo les inspire a las
almas, que desconcertadas y angustiadas por los acontecimientos, no sepan que
hacer.
En medio del caos y de la confusión del mundo, el Espíritu Santo los guiará para
que ilustren en la Santa doctrina de Cristo a sus hermanos, y no se pierdan en
las falsas herejías del falso profeta y el anticristo.
El Espíritu Santo cumple un papel importantísimo en estos Últimos Tiempos; Él
será el autor de esta gran transformación de estas primicias.
Con un soplo de vida, transformará sus corazones en corazones nuevos llenos de
amor y sabiduría, y Él junto a Cristo y al Padre como parte de la Santísima
Trinidad, llevarán a sus hijos predilectos al Nuevo Milenio.
El Espíritu Santo es el encargado de esa noble misión, porque por medio de Él
recibirán dones extraordinarios: podrán viajar a la velocidad del pensamiento y
ser discípulos fieles de Cristo ante la adversidad.
Discípulos de Cristo, primicias del Padre, listos para sus transformaciones y
las últimas enseñanzas dadas antes del comienzo de la gran tribulación.
Cada uno de ustedes irá al Cielo donde les serán dadas las últimas instrucciones
y se les dotará de conocimiento infuso y sobre todo de la fuerza del Espíritu
Santo, para poder llevar a cabo su gran misión aquí en la tierra.
Ustedes como primicias del Cielo, tienen una gran responsabilidad, que es guiar a
sus hermanos al Nuevo Milenio; por eso estarán, como nunca antes se había visto
en la historia de la humanidad, ungidos por el Espíritu Santo, ya que por medio
de ustedes Él manifestará su poder, y sanarán, convertirán y profetizarán en
nombre de Jesucristo.
Harán milagros y proezas y se maravillarán de lo que serán capaces de hacer con
la unción del Espíritu Santo.
Por eso, primicias de Cristo, pidan la unción del Espíritu Santo en sus vidas
desde hoy en adelante y recen así:
oración:
Yo, como primicia del Cielo, vengo a pedir con humildad, la unción de Espíritu
Santo en mi mente, cuerpo, alma y espíritu, para poder desde ahora en adelante
con su poder, ser un instrumento para Dios en la gran misión que me encomendó el
Cielo en este final de los tiempos.
Pido la unción del Espíritu Santo, para poder llevar a cabo esta misión, y me
consagro a la Santísima Trinidad, para que esta me guíe y me dé la sabiduría
para saber tomar las decisiones del Cielo y no las mías.
Espíritu Santo, úngeme de ti desde hoy en adelante, para poder estar preparado
para mi gran transformación. Me lleno de Ti y por medio de Ti, le doy mi Fiat a
la Santísima Trinidad. Amén.
Primicias de Cristo, después de que termine su gestación en el vientre de la
Virgen María de Guadalupe, seguirán con la obra del Espíritu Santo en ustedes; y
por último la Santísima Trinidad les dará las últimas instrucciones, cuando sean
llevados al Cielo a la presencia del Altísimo.
Mi misión con ustedes pronto terminará.
Recuerden que la Virgen María es su Capitana y yo su Líder, pero la Santísima
Trinidad es la que los guiará y les dará las últimas instrucciones en el Cielo.
Así que este proceso está a punto de terminar. La preparación de las primicias
llega a su final.
Así que listos para la batalla, con las espadas desenvainadas y el grito de
guerra:
¡Quién cómo Dios!
¡Nadie cómo Dios!
28 de Agosto de 2016
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