MENSAJE Nº 11

 

SAN MIGUEL

 

 

 EL INFIERNO

 

 

    

 

 

 

 

 

Hablaremos del infierno


Yo, San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia Celestial, vengo a exhortarles por medio de Lore, a hacer un cambio de vida, una conversión a Dios, que los lleve a reconocer que su Hijo Jesucristo es el único Rey y Salvador; y que por medio de su Madre, pueden llegar a Él y salvar sus almas .

El tema del que hablaremos es terrible, y sin embargo nadie le toma importancia; hablaremos del infierno, que hace a las almas que nacieron para dar gloria a Dios, terribles almas condenadas al averno, y sin la esperanza de salir de ahí algún día.

Todos piensan que para ir al infierno hay que ser homicida, suicida, practicar brujería, ratero, violador, secuestrador etc.; ¡y no!

El infierno está lleno de almas que por no creer en Jesucristo y su salvación, le dieron la espalda y nunca lo aceptaron en su corazón.

Está lleno de personas que practican la religión, pero que sin embargo nunca vieron por su prójimo, fueron sepulcros blanqueados.

Está lleno de gente soberbia, que creyéndose superior a los demás por tener alguna jerarquía, humillaron y subestimaron a sus subalternos. La soberbia y la altanería es un pecado muy grave dentro del infierno.

Está lleno de almas supuestamente piadosas, que sólo ofrecieron lo que les sobraba y no perjudicaba sus intereses, sin significar ningún sacrificio para ellos.

Está lleno de ateos que por no creer en Dios, sólo vivieron para auto adorarse y servirse a sí mismos.

Hay niños que enajenados con la tecnología, pierden su alma, porque albergan en su corazón antivalores que pierden sus corazones.

Está lleno de mujeres vanidosas, que por su ego se hicieron diosas de sí mismas, olvidándose de sus hijos y sus maridos auto complaciéndose con su vanidad y belleza física; por practicarse cirugías estéticas y tatuarse su cuerpo, haciendo de su cuerpo un nido de maldad, donde los demonios son fáciles de penetrar el alma.
El cuerpo de una persona es templo del Espíritu Santo, y dañarlo es un pecado imperdonable, como los que se drogan o emborrachan, y anidan en su alma la maldad.

Está lleno de hombres abusadores, que no amaron a sus esposas y abusaron de ellas física, emocional y verbalmente; y que por no respetar a sus esposas así como Jesucristo amó a su Iglesia, se condenaron.

Está lleno de personas poderosas, que por su amor al dinero, se olvidaron de su prójimo e hicieron del poder y la riqueza sus dioses.

Incluso hay muchos sacerdotes y religiosas, que hicieron de la religión una moda, una forma de vivir; que la acomodaron a sus necesidades, cambiando los mandamientos a su conveniencia, sin seguir los lineamientos que la Santa Iglesia enseña; y esto es un pecado aún más grave, porque arrastran a los fieles que los siguen al pecado.


Es una gran responsabilidad tener un cargo dentro de la Iglesia, porque no es sólo el pecado del obispo, sacerdote, diácono o religiosa, sino la influencia que ejercen sobre los demás, por ser autoridad dentro de la Iglesia.
Estas pobres almas son torturadas más cruelmente, porque por su negligencia arrastraron almas al infierno.

Como pueden ver, ir al infierno no es un juego; es algo tan lamentable para el Padre y para el Cielo, pero desgraciadamente los hombres no lo ven así, y ponen al diablo como un ser cómico o lo que es peor, piensan que el infierno no existe y que el diablo es una invención de la Iglesia Católica.

Hoy en día, no se les enseña a los niños el valor y riqueza de los mandamientos, las virtudes y el amor a Dios y al prójimo. Se les enseña a tener éxito en los negocios, en sus vidas profesionales, sin importarles lo más preciado que tienen: sus almas.

Hoy, en nombre de mi Señor Jesucristo, quiero hablarles de esta lamentable situación que angustia a todo el cielo.


Dios es un Padre amoroso que quiere la salvación de todos sus hijos, pero hoy en día la humanidad no piensa más que en disfrutar de la vida y tener éxito y dinero, aún a costa de sus hermanos. Se deleitan en el poder y cambian un suculento manjar por un plato de lentejas; la vida eterna, por efímeros instantes terrenales que sólo les darán glorias pasajeras.


Son necios, tontos y ciegos, y el enemigo está feliz de que se condenen eternamente. Hay tormentos indescriptibles para el ser humano, que si yo les mostrara, se morirían del miedo.

Pueblo de Dios, el cielo quiere su salvación. Vuelvan los ojos a su creador y entréguenle sus vidas y Él hará milagros en sus corazones.


No se arrepentirán de haber dicho sí al Rey de Reyes, Señor de Señores.

Vuelvan sus ojos a Dios, que queda poco tiempo.


El tiempo de la Misericordia pronto acabará; es un tiempo extraordinario y valiosísimo, no lo desperdicien, ganen indulgencia plenaria y salven sus almas, porque el cielo los espera con gozo para que retornen a su hogar, el que siempre fue de ustedes por ser hijos del Altísimo.

No cambien la vida eterna de gozo y paz por un plato de lentejas. Sean sabios e inteligentes y entreguen su alma a la Santísima Trinidad, que ella se encargará de salvarlos.


Yo, San Miguel Arcángel, soy líder de este ejército militante, y por ello es que a través de la pequeña Lore, quiero darles mis instrucciones.


Ella ha sido muy olvidada por el mundo y humillada por este, que la he nombrado mi mensajera en este final de los tiempos, pueden confiar en ella.


Sigan mis instrucciones y salven sus almas.


¡Quién cómo Dios!
¡Nadie cómo Dios!
 


 

 18 de Agosto de 2016

 

 

 

 

 

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