SERIE MENSAJES AL PADRE GOBBI
CAPÍTULO I
"PARA ESTO"
PERMANECED EN LA CRUZ
“Estoy aquí, con el Apóstol Juan que os representa a todos, hijos míos
predilectos, bajo la Cruz sobre la cual mi Hijo Jesús está viviendo
las horas
sangrientas de su atroz agonía.
Cada gemido de su dolor traspasa, como espada mi alma dolorida.
Cada gota de su padecer es recogida en el cáliz abierto de mi Corazón
Inmaculado.
Estoy aquí, buscando un poco de amor y de compasión que ofrecer para aliviar la
gran sed de Jesús que agoniza.
Yo pido un poco de amor, pero en torno a nosotros sólo hay maldad inhumana, odio
profundo, gritos y blasfemias que brotan de los corazones y de los labios de
aquellos que asisten a su ejecución.
Y, entre ellos, hay un grito que penetra mi corazón, lo hiere y lo hace sangrar
con indecible dolor.
“Baja de la Cruz. Si eres el Hijo de Dios sálvate a Ti mismo. Desciende de la
Cruz y entonces sí creeremos en Ti”.
Pero sí, precisamente para subir a esta Cruz, mi Hijo ha nacido, ha crecido y ha
vivido:
para convertirse en el dócil cordero que manso es
conducido al matadero.
Él es el verdadero Cordero de Dios que quita todos los pecados del mundo.
Yo, con mi presencia de Madre, hoy, debo ayudarlo a permanecer sobre la Cruz,
para que el Querer del Padre se cumpla y vosotros podáis ser redimidos y
salvados por Él.
Permanece, oh
Hijo Mío, sobre
la Cruz: estoy aquí para ayudarte a extenderte sobre tu patíbulo, a sufrir, a
morir.
Permanece, oh
Hijo Mío, sobre
la Cruz: sólo así nos salvas; solo así, atraes a todo el mundo a ti.
t
Para esto has descendido del seno del Padre a Mi seno virginal de Madre.
t
Para esto, durante nueve
meses te he llevado en mi seno y te he dado carne y sangre, para tu nacimiento
humano.
t
Para esto, has nacido de
Mí en Belén y has crecido, como todo hombre, a través del ritmo de tu desarrollo
humano.
t
Para esto, te has
abierto como una flor, durante tu infancia y te has formado en el vigor de tu
adolescencia.
t
Para esto, has llevado
el peso del trabajo diario en la pobre casa de Nazaret, has estado asistido
todos los días por Mí, tu tierna Madre, con la ayuda preciosa de tu padre legal,
José.
t
Para esto has
transcurrido los tres años fatigosos de tu vida pública anunciando el Evangelio
de la Salvación, curando a los enfermos, perdonando a los pecadores, abriendo
las puertas del Reino a los pobres, a los pequeños, a los humildes y a los
oprimidos.
t Para esto, has sufrido el juicio y la condena del tribunal religioso, convalidada por Pilato, que te ha entregado a la Cruz.
Estás ahí, hoy, extendido sobre el trono de tu gloria, preparado por el Padre
Celestial para Ti, su Hijo Unigénito, dulce y divino Cordero que quita todo el
pecado del mundo, el mal, el odio, la impureza y la muerte.
Cruz preciosa y fecunda, que llevas entre tus brazos al Salvador del mundo.
Madero dulce y saludable, en el que está suspendido el precio de nuestro
rescate.
Cruz bendita y santificada por la Víctima Pascual, que hoy sobre ti se inmola en
el único Sacrificio que salva y redime a todos.
Hijos predilectos, en este día de Viernes Santo, permitidme que os repita
también a vosotros:
Permaneced con Jesús en
la Cruz.
No cedáis a las engañosas tentaciones de mi adversario, a las fáciles
seducciones del mundo, a las voces de aquellos que también hoy os repiten:
“¡Bajad de la Cruz!”.
¡No! También vosotros, como Jesús, debéis comprender el Designio Divino de
vuestro personal ofrecimiento sacerdotal.
También vosotros decid Sí al Querer del Padre y abríos a las palabras de oración
y de perdón.
Porque hoy, también vosotros como Jesús,
debéis ser inmolados por
la salvación del mundo.”
24 DE MARZO DE
1989, VIERNES SANTO
(Mensajes de María)
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