CONSAGRACIÓN DEL MUNDO A LOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA
EL PAPA FRANCISCO, EL 13 DE OCTUBRE DE 2013
NOS PODEMOS SUMAR, LEA CÓMO
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El Papa Francisco renovó la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de
María. La imagen de Nuestra Señora del Rosario de Fátima que es venerada en la
Capilla de las Apariciones estuvo en Roma el 12 y 13 de octubre, en la Jornada
Mariana promovida por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva
Evangelización. El día 13 de octubre, con la Imagen de Nuestra Señora, el Papa
Francisco realizó la consagración del mundo al Inmaculado
Corazón de María.
Enseguida les proporcionamos una pequeña información sobre el significado de una
Consagración a los Corazones de Jesús y de María y las oraciones que podemos
realizar pensando en ese momento tanto a nivel personal como
familiar.
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Lo fundamental de la consagración es, conforme a la oración consagratoria, la renuncia al pecado, a la tentación del mal y a Satanás y la entrega incondicional al Corazón Inmaculado de María y, por él, al Sagrado Corazón de Jesús, como respuesta al amor a nosotros de ellos dos. Con esta consagración se renueva y profundiza de manera consciente la consagración bautismal a Dios.
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La humanidad tiene necesidad, hoy más que nunca, de la bondad divina, del amor y
de la piedad. Es lo que recibimos al consagrarnos a los Sagrados Corazones de
Jesús y de María y al vivir según la consagración.
Jesús y María, al demostrarnos su amor, quieren conducirnos hasta el amor
desinteresado a Dios y al prójimo, lo cual es la base de la santidad a la que
todos estamos llamados. Porque nos aman quieren salvar a la humanidad, que
equivocó el camino. Es necesario creer en el amor de ellos dos, confiarles y
entregárseles por completo. Cambiarán nuestros corazones para que empecemos a
pensar, a obrar y a amar como ellos.
Hasta ahora era usual consagrarse por separado al Corazón de Jesús y al de
María. Cada una de estas consagraciones alcanzó su cima en la consagración que
realizo el Papa de la Iglesia universal y del mundo entero.
Así el Papa León XIII consagró en el año 1899 a toda la Iglesia y al mundo
entero al Sacratísimo Corazón de Jesús y el Papa Pío XII le consagró al
Inmaculado Corazón de María toda la Iglesia y el mundo entero en el año 1942. El
Papa Juan Pablo II realizó esta consagración al Inmaculado Corazón de María en
el año 1984 y en el 2000.
Jesús y María son una comunidad de amor. Por eso nos consagramos y nos
entregamos a los dos al mismo tiempo.
Por obra del Espíritu Santo fue formado Jesús como hombre con un corazón humano
en el vientre de la Virgen María. Los dos Sagrados Corazones estuvieron unidos
desde el principio de una manera maravillosa.
El Corazón de María fue el primero en adorar al Corazón de Jesús y el que
comprendió más cabalmente la profundidad de su amor.
Ella, como educadora, modeló el Corazón de su Hijo.
En el momento en el que el Corazón de Jesús fue traspasado en la cruz por la
lanza del soldado, el Corazón de María sufrió las heridas producidas por la
espada de los dolores. En el Corazón de Jesús se refleja el Corazón de su Madre.
El culto al Corazón de María se fue desarrollando en la Iglesia en forma
paralela al culto al Corazón de Jesús. La fiesta del Corazón inmaculado de María
está inmediatamente después de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, lo que da
cuentas de su íntima unión.
El fundamento de la consagración
Todos los hombres somos propiedad de Jesús, porque es nuestro Creador y
Salvador. Por el bautismo los cristianos somos más suyos todavía. La pertenencia
a Jesús debe ser confirmada y esta confirmación debe ser renovada continuamente
con nuestra decisión personal a favor de Él. Esto ocurre de una manera
privilegiada en la consagración al Corazón de Jesús, siempre que esté preparada
a conciencia.
No somos solamente de Jesús. Somos también de María, ya que ella es nuestra
madre espiritual. Al que se entrega a María, ella lo entrega a Jesús. Ella es el
camino a Jesús, la mediadora y la intercesora ante él.
Con la Consagración le entregamos a Jesús por María nuestra alma y nuestro
cuerpo,
• el crecimiento espiritual,
• nuestras oraciones,
• mortificaciones y nuestras buenas obras,
• nuestras luchas interiores ocultas,
• nuestro esmero por la pureza del alma,
• las cruces de todo tipo,
• nuestro estado de salud,
• nuestra familia,
• a los conocidos y amigos,
• nuestra vocación y
• bienes materiales.
En nosotros comienza una nueva vida, formada a imagen del Corazón de Jesús y del
de María.
• Si nos entregamos conscientemente al Corazón de Jesús y al de María, se nos
ofrecen también ellos dos de una manera nueva. Se trata de una alianza de dos
amores.
• Al donarnos a Jesús y a María, pasamos a ser su pertenencia y ellos dos
cuidarán de nosotros, tratándonos como suyos.
La vida a partir de la consagración
La consagración no es un acto que se realiza una sola vez. Con nuestra vida la
confirmamos y la renovamos día a día.
Junto a su Corazón, nuestro corazón vuelve a arder en el amor, se llena de
bondad y de amor, siente el anhelo de alcanzar la santidad y comienza a amar
desinteresadamente. Solamente el Amor de Dios puede motivar al hombre para un
amor desinteresado.
La consagración nos pone en dirección del amor al prójimo. Nuestro apostolado
es, en primer lugar, un apostolado de oración y sacrificio y de una vida
cristiana ejemplar en el cumplimiento de los mandamientos Divinos y de los
preceptos de la Iglesia.
Rezaremos para que el Reino de Dios se acreciente en las almas. Para este fin
aceptaremos también renunciamientos y mortificaciones.
Principalmente llevaremos con entusiasmo nuestra cruz de cada día y haremos así
actos de reparación a los Sagrados Corazones de Jesús y de María por nuestros
pecados y por los pecados de toda la humanidad.
NOTA: Recordemos que esta Consagración no es una fórmula mágica que nos va
proteger del mal o del sufrimiento. Consagrarnos a los Corazones de Jesús y de
María es un acto de amor, de humildad y de sumisión donde nos comprometemos a
cambiar nuestras actitudes, a cambiar de vida, a reparar el daño que pudimos
haber hecho y a dar un testimonio fiel de nuestra fe en Jesucristo.
ORACIÓN PARA LA PREPARACIÓN DE LA CONSAGRACIÓN PERSONAL
Sacratísimo Corazón de Jesús, inmaculado Corazón de María, quiero consagrarme y
entregarles mi persona.
Os ruego me ayuden a que en el tiempo de preparación pueda comprender mejor el
Amor que tienen hacia mí y que pueda devolver este amor con una oración más
profunda y una vida más cristiana.
Me esmerare en rezar con gozo el Santo Rosario y adorar el Santísimo Sacramento.
Me esforzare en ser más fiel al Evangelio, a los Mandamientos y a los preceptos
de la Santa Iglesia, especialmente al mandamiento del Amor a Dios y al prójimo.
Participare de forma más activa en el sacrificio de la Santa Misa y de la
devoción de los primeros viernes y de los primeros sábados de mes. Llena de
confianza me refugio en el cobijo de Vuestros amantes Corazones.
Protéjanme en todos los peligros y condúzcanme, una vez acabado el peregrinar
terrenal, felizmente a la patria eterna. Amén.
ORACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN PERSONAL
Padre eterno, quiero consagrarme en el Espíritu Santo y ofrecerme a los Sagrados
Corazones de Jesús y de María, para ser un hijo tuyo cada vez más entregado y
fiel.
Madre María, yo, (nombre), me entrego hoy a tu Inmaculado Corazón. Acógeme bajo
tu protección maternal y condúceme a tu Hijo Jesús.
Señor Jesús, a través del Corazón Inmaculado de María me consagro y entrego a tu
Sacratísimo Corazón. Haz que mi corazón sea imagen tu Corazón, para que tú vivas
cada vez más en mí.
Sacratísimo Corazón de Jesús, Inmaculado Corazón de María, con esta consagración
y entrega les devuelvo el Amor que me han demostrado en toda vuestra vida
terrenal, especialmente en el Calvario, y que me siguen demostrando aún hoy. A
la vez renuevo mi consagración bautismal al Dios trino: renuncio al pecado, al
mal y a Satanás; creo en todo lo que Dios nos ha revelado y tal como nos enseña
la Santa Iglesia Católica.
Prometo cumplir con el mandamiento de Jesús de Amar a Dios y al prójimo, de
observar los Mandamientos y los preceptos de la Iglesia y de obrar de acuerdo
con la doctrina del magisterio de la Iglesia conducida por el sucesor de San
Pedro. Con esto quiero contribuir a la unidad y al crecimiento de la Iglesia.
Prometo que rezaré con alegría el Santo Rosario ya sea solo, en familia o en
otras comunidades y que, con la devoción de los primeros viernes y de los
primeros sábados de mes, haré acto de reparación por mis pecados y por los
pecados de toda la humanidad.
Sacratísimo Corazón de Jesús, Inmaculado Corazón de María, ayúdenme a que acoja
el Evangelio en mi corazón y a que viva en la fe, en la esperanza y en la
caridad. De esta manera Jesucristo, con su santa Cruz y su Resurrección, será
para mí el Camino, la Verdad y la Vida. Que el Pan celestial sea mi alimento y
que viva del sacrificio eucarístico, para ser capaz de vencer toda clase de mal
y optar siempre por la vida.
Lleno de confianza me refugio en el cobijo de vuestros amantes Corazones. Os
ruego que me protejan en todos los peligros y condúzcanme, una vez acabado el
peregrinar terrenal, felizmente a la patria eterna. Amén.
ORACIÓN PARA DESPUÉS DE LA CONSAGRACIÓN PERSONAL
Sacratísimo Corazón de Jesús, por medio del Inmaculado Corazón de María te
ofrezco mis pensamientos, palabras y acciones del día de hoy.
Que, por la intercesión de tu Santa Madre María, toda mi vida esté impregnada de
Fe, Esperanza y Caridad.
Así serás para mí, por tu cruz y tu resurrección, Camino, Verdad y Vida. Amén.
ORACIÓN PARA LA PREPARACIÓN DE LA CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA
Sacratísimo Corazón de Jesús, inmaculado Corazón de María, queremos consagrarnos
y entregaros nuestras personas.
Os rogamos nos ayuden a que en el tiempo de preparación podamos comprender mejor
el Amor que tenéis hacia cada uno de nosotros y que podamos devolver este amor
con una oración más profunda y una vida más cristiana.
Nos esmeraremos en rezar con gozo el Santo Rosario y adorar el Santísimo
Sacramento. Nos esforzaremos a ser más fieles al Evangelio, a los Mandamientos y
a los preceptos de la Santa Iglesia, especialmente al mandamiento del Amor a
Dios y al prójimo.
Participaremos de forma más activa en el sacrificio de la Santa Misa y de la
devoción de los primeros viernes y de los primeros sábados de mes. Llenos de
confianza nos refugiamos en el cobijo de Vuestros amantes Corazones.
Protéjannos en todos los peligros y condúzcanos, una vez acabado el peregrinar
terrenal, felizmente a la patria eterna. Amén.
ORACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA
Oh, Jesús y María, ustedes que, con San José vivieron en familia, en Nazaret,
conocen y les son caras todas las familias, también la nuestra.
Madre María, reina de la Familia, nuestra familia, unida en el amor, se entrega
hoy a tu Inmaculado Corazón. Acógenos en tu protección maternal y condúcenos a
tu Hijo Jesús.
Señor Jesús, reunidos en tu nombre, a través del Corazón Inmaculado de María nos
consagramos y entregamos a tu sacratísimo Corazón. Haz que nuestros corazones
sean semejantes a tu Corazón, para que tú vivas cada vez más entre nosotros.
Sacratísimo Corazón de Jesús, Inmaculado Corazón de María, (* las familias con
hijos menores de edad agregan: muy especialmente les consagramos y les
entregamos la educación de los hijos), ayúdennos a que cumplamos a conciencia
con nuestras obligaciones, a vivir según los Mandamientos divinos y los
preceptos de la Santa Iglesia, especialmente el Mandamiento del Amor a Dios y al
prójimo, a aceptar el Evangelio en nuestros corazones y a obrar de acuerdo con
la doctrina del magisterio de la Iglesia, conducida por el sucesor de San Pedro.
Queremos respetarnos mutuamente, tenernos paciencia, perdonarnos, llevar con
Jesús fielmente nuestras cruces y esforzarnos por el amor que es capaz de dar la
vida por los demás. Que no nos cerremos en nosotros mismos, que estemos atentos
a las necesidades de los parientes y de las demás personas.
Que nuestra familia, Iglesia doméstica, sea una comunidad de gracia y de
oración, una escuela de virtudes humanas y cristianas, especialmente de la del
amor. Participaremos con gusto de la vida de la parroquia, iremos a la Santa
Misa y en el sacramento de la Reconciliación haremos realidad la reconciliación
con Dios y entre nosotros.
Que el Pan de la Eucaristía haga de nosotros un solo cuerpo. Que la oración
diaria familiar y personal sea el estímulo más fuerte para la aceptación de las
responsabilidades que nos caben como familia cristiana.
Sacratísimo Corazón de Jesús, Inmaculado Corazón de María, protéjannos de toda
clase de pecados. Prometemos muy especialmente que evitaremos los pecados contra
la fe, la esperanza y la caridad, las blasfemias, los pecados contra la pureza,
los pecados de la lengua y de la envidia, los pecados del odio y de toda maldad.
Prometemos santificar los días del Señor. De buena gana rezaremos el Santo
Rosario para la conversión de los pecadores y, con la devoción de los primeros
viernes y de los primeros sábados de mes, haremos acto de reparación por todas
las ofensas con las que os ofendemos nosotros y el mundo, alejado de Dios.
Ayúdennos a que vivamos siempre en gracia santificante y a que permanezcamos
fieles hasta el fin a Ustedes dos. Concédannos que todos los miembros de nuestra
familia alcancemos una vejez respetable y que gocemos un día con todos nuestros
amigos de la alegría eterna en los cielos. Amén.
ORACIÓN PARA DESPUÉS DE LA CONSAGRACIÓN FAMILIAR
Sacratísimo Corazón de Jesús, Inmaculado Corazón de María, nuestra familia se
les ofrece con amor y les hace su entrega total.
Quédense con nosotros y ayúdennos, para que cumplamos con el mandamiento de
Jesús, del Amor a Dios y al prójimo, que observemos los Mandamientos y los
preceptos de la Santa Iglesia Católica y obremos conforme a la doctrina del
magisterio de la Iglesia, conducida por el sucesor de San Pedro.
De este modo podremos crecer en el amor mutuo y en la unidad. Inmaculado Corazón
de María, condúcenos en el camino hacia Jesús.
Sacratísimo Corazón de Jesús, sé nuestra vida y nuestra resurrección. Amén
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