Dios Padre
Vuestra alma vivirá eternamente, pero ¿cómo vivirá?
Mensaje único de la Virgen del Carmen
Tema Único:
Al ser emisarios del Amor de Nuestro Dios, deberéis contagiar a las almas con
ese sabor Divino que vosotros deberéis estar viviendo.
Ofrecimiento,
Habla La Santísima Virgen del Carmen
Sobre: Al ser emisarios del Amor de Nuestro Dios, deberéis contagiar a las
almas con ése sabor Divino que vosotros deberéis estar viviendo.
Hijitos Míos, Soy vuestra
Madre, en la Advocación del Carmen. Estoy con vosotros, Mis pequeños, veo
vuestro corazón, escudriño en vuestra alma y veo vuestros deseos de amar.
Mis pequeños, orad fuertemente para que ese deseo de amar a Nuestro Dios,
en Su Santísima Trinidad, se dé en todos los corazones, porque eso es lo que va
a salvar a aquellos que, quizá, hasta casi perdidos estén y a aquellos que
también han vivido en el bien.
Es el Amor, Mis pequeños, como os he dicho, el que va a hacer el cambio.
Es el Amor, Mis pequeños, el que va a triunfar sobre las fuerzas de Satanás. Es
el Amor, Mis pequeños, el que os va a dar nueva vida espiritual.
Vosotros aún no sabéis amar, creéis amar, pero el Verdadero Amor de
Nuestro Dios, no se ha implantado perfectamente en vuestros corazones porque no
lo habéis buscado con ahínco, como si buscarais un tesoro inmenso.
Sí, Mis pequeños, le dais más valor a las cosas del mundo, casi, casi,
hasta perdéis la vida por encontrar lo que buscáis y que creéis que es lo que os
conviene, pero no hacéis hasta lo imposible por buscar las cosas que realmente
valen para vosotros y para todos vuestros hermanos, que es todo lo espiritual
que Nuestro Padre Dios, en Su Santísima Trinidad, os puede dar.
Desperdiciáis mucho tiempo, Mis pequeños, elucubrando en tantas cosas
sobre vuestro futuro, sobre vuestro trabajo, sobre vuestros ingresos, sobre el
qué pasará con la problemática actual que tenéis a nivel mundial.
Tantas cosas con las que perdéis
el tiempo y no os acordáis siquiera de rezar una pequeña oración que pudiera
salvar más almas y eso sería un tesoro inmenso para cada uno de vosotros, porque
todo lo que deis para vuestros hermanos, vosotros tendréis una recompensa futura
inmensa. Por eso os pido que os centréis en la realidad de lo que estáis
viviendo.
No son los poderes humanos y menos los satánicos, y lo digo así, porque
acudís mucho al enemigo para obtener tantas cosas que creéis que os van a servir
y, todo lo contrario, os llevan todavía a una perdición más segura. No es todo
eso, lo satánico, lo de este mundo, lo que os va a ayudar a resolver la
problemática en la que estáis viviendo y que cada vez va a ser más difícil,
es lo espiritual, lo bueno, lo
que viene de Nuestro Dios, lo que va a lograr el cambio y vosotros para ello
estáis aquí en la Tierra, para ser portadores de la Palabra, del Ejemplo y del
Amor de Mi Hijo, porque Él fue el que os los dio Personalmente y vosotros debéis
ser Sus transmisores.
¿Cuántos de vosotros estáis llevando a cabo esta tarea? Solamente algunos de Mis
hijos religiosos, sacerdotes, y algunos laicos y otra vez digo “algunos”.
Todos sois hijos de Dios, todos
debéis poner vuestra parte para la conversión, salvación, redención del género
humano y vuestra parte está ausente.
Es una omisión clara a lo que debierais estar haciendo, Mis pequeños.
Estáis haciendo a un lado vuestras responsabilidades espirituales, estáis
olvidando la parte que más os debiera ocupar en vuestra vida.
Mi Hijo os lo dijo, “buscad
primero el Reino de Dios y lo demás se os dará por añadidura”
y no buscáis el Reino de Dios, ni para vosotros ni para vuestros hermanos y la
añadidura os absorbe totalmente y el mismo Satanás se aprovecha de esta
situación. Os crea un
panorama siniestro, difícil, os llenáis de nerviosismo y no cumplís con la parte
espiritual, que es más importante para vosotros y para todos vuestros hermanos.
Ciertamente os regaño porque sois Mis hijos y tengo ese derecho, Mis
pequeños, porque veo que vais por mal camino y, al decir “mal camino”, os
aseguro que muchos de vosotros, si murierais en este momento, os llevarían
vuestras faltas a la condenación eterna. Si sois honestos y meditáis vuestra
vida, vuestras acciones, el estado actual de vuestra alma, Me daréis la razón,
porque Soy vuestra Madre, os conozco.
Mis pequeños, ¿por qué no entendéis que Nuestras Palabras, Nuestros
Consejos, son para vuestro bien?, para la salvación de vuestras almas y para
prepararos para el cambio particular que, cada uno de vosotros debéis tener
tarde o temprano, un cambio en el cual dejaréis vuestro cuerpo aquí y, vuestra
alma vivirá eternamente, pero, ¿cómo vivirá?, eso os debéis preguntar cada uno
de vosotros. ¿Vuestra alma
está preparada para vivir en un Reino de Amor, porque aquí en la Tierra,
vivisteis el amor y lo transmitisteis a vuestros hermanos, o vivisteis en la
maldad y vuestra alma no está preparada para entrar a un Reino de Amor?,
porque en ese Reino de Amor, que es el Reino de los Cielos, no entran almas que
han vivido en la maldad, que no han dado lo que debieran haber dado a Nuestro
Dios o que se han vuelto traicioneras hacia todo lo que se os enseñó a través de
Mi Hijo.
Vuestros caminos son erráticos, vuestros caminos no son ciertos, vosotros
mismos habéis promulgado vuestras propias leyes y habéis hecho a un lado las
Leyes Divinas. Os creéis superiores a vuestro Dios y esto ya no puede seguir así
Mis pequeños, debéis
respetar plenamente a Nuestro Dios y el Primer Mandamiento así os lo indica y
vosotros no estáis respetando en vuestra vida Al que os dio la vida, Al que os
ha dado todo, pero sobre todo, Al que os ha dado totalmente Su Amor.
¿Qué pretendéis pues, Mis
pequeños? ¿Creéis que os merecéis el Reino de los Cielos con vuestra pobre
actuación espiritual que tuvisteis o tenéis en la Tierra? ¡No!, Mis pequeños, a
Nuestro Dios no lo podréis engañar, vuestros actos serán juzgados, si
son buenos el Juicio será favorable para vosotros, si sois malos, tendréis un
Juicio negativo y doloroso.
Yo, como Madre, os
sigo previniendo sobre los acontecimientos futuros, pero ya cercanos, están a la
vuelta de la esquina y otros de vuestros hermanos los están padeciendo ya.
Ya no tenéis tiempo para planear
un futuro material, ahora es tiempo de ir planeando vuestro futuro espiritual,
poner en orden vuestra vida espiritual, poner en orden todo lo malo que
produjisteis, que aceptasteis en vuestra vida, pedir perdón por el mal ejemplo
que disteis y que afectó a vuestros hermanos a vuestro alrededor, especialmente
a vuestros hijos, los que los tenéis.
Este es tiempo de darle Su lugar a Nuestro Dios en Su Santísima Trinidad,
Él debe ser lo primero
en vuestra vida y así estaréis buscando primero el Reino de Dios, que es Su
Presencia en vuestra vida, en vuestras acciones, en todo lo que debéis hacer,
pensar, hablar. Debéis ser esos verdaderos hijos de Dios, de los que se hable,
no solamente ahora, sino en lo futuro. Debéis ser esos mensajeros divinos,
prácticamente angelicales, que lleven esa vida espiritual y sobre todo, que la
gocéis, porque si vuestros hermanos os ven inundados de Amor, os ven llenos de
dones, y vosotros no estáis gozando con la presencia de Nuestro Dios en vuestro
interior, no podréis atraer almas hacia Nuestro Dios.
Al ser emisarios del Amor
de Nuestro Dios, deberéis contagiar a las almas con ese sabor Divino que
vosotros deberéis estar viviendo.
Vosotros debéis mover
almas hacia la conversión, hacia la salvación, primeramente, con vuestro ejemplo
y vuestras palabras y, enseguida, con vuestras oraciones.
Deberéis ser receptáculos del Amor Divino y deberéis cuidar esa Presencia
Divina en vuestro interior.
A muchos de vosotros se os ha
dado esa Gracia, de poder tener a Nuestro Dios en su interior, pero no Le
cuidáis y no Le lleváis a vuestros hermanos. Algunas almas, ciertamente, se les
da esta Gracia y viven en anonimato y en adoración continua y estas almas
agradecen por lo que vosotros no agradecéis, aman, por lo que vosotros no amáis,
sufren, por lo que vosotros no sufrís, velan por la salvación de las almas, por
lo que vosotros no hacéis. Estas almas necesitan apoyo en oración y esa también
es vuestra parte que debéis seguir, cuidar a vuestro hermano como os cuidáis a
vosotros mismos y sigue siendo el Primer Mandamiento.
La Presencia de Nuestro Dios debe estar siempre ante vosotros,
directamente hacia Él y luego hacia vuestros hermanos, porque también Mi Hijo os
dijo que el bien que le hicierais al hermano, se lo estabais haciendo a Él
directamente.
Ciertamente Satanás se está oponiendo fuertemente a todo aquello y a todos
aquellos que puedan producir Luz de verdad, de amor, de virtud, de todo lo que
os pueda salvar y que os pueda hacer crecer espiritualmente.
Se os ha dicho que debéis
entender que Satanás os está queriendo llevar a la destrucción de vuestra alma
principalmente y, por eso,
se os dan tantos Mensajes. Tenemos la delicadeza de venir a vosotros a través de
los Mensajes que se dan a través del mundo, porque os amamos, Mis pequeñitos,
sois hijos de un Dios Verdadero que os ama como no os lo imagináis.
Ciertamente, os
tengo que decir también, que cosas bellas se vienen a pasos agigantados, lo
bello que Nuestro Dios regalará a las almas buenas, a las almas que se
mantuvieron en una vida espiritual excelente y quiero decir “excelente”, sobre
todo para estos tiempos, porque la maldad ahora es inmensa y en todo el mundo se
está viviendo esta maldad.
Para poder vencer esta maldad, Nuestra Gracia debe llegar fuertemente a las
almas y esta Gracia, cuando vosotros permitís que entre en vuestro ser, os da la
excelencia en la lucha y es una lucha continua, una lucha diaria. Tenéis el
pecado por todos lados, la facilidad para el pecar está junto a vosotros. La
maldad la podéis ver en todos vuestros hermanos, en mayor o en menor grado,
nadie escapa a la tentación y a la maldad que estáis viviendo, aún aquellos que
luchan por mantenerse en buen estado de salud espiritual, aun estas almas dan
cabida a la maldad en su corazón.
La maldad de Satanás
está corrompiendo los corazones. Aceptáis esta maldad como ya parte de vuestra
vida, y por eso, ninguno de vosotros os podéis sentir seguros de que pudierais
pasar directamente de la Tierra al Cielo a gozar de los bienes de Nuestro Dios.
Vuestra purificación
viene ya desde la Tierra y es la que estáis padeciendo ahora, Mis pequeños y se
os ha anunciado que más difícil será, en el tiempo por venir, en los meses que
están ya frente a vosotros, pero también Nuestro Padre os ha dicho que un cambio
bellísimo tendréis y será para bien de todas aquellas almas que se han mantenido
en Fe, pero una Fe a prueba de toda la maldad de Satanás. Mucho bien viene ya
para todas las almas fieles, para todas aquellas almas que, a pesar de ver
tantos cambios espirituales a vuestro alrededor y que son aceptados por una gran
mayoría, estas almas se mantienen en una vida espiritual profunda.
Se os ha hablado de que busquéis la perfección de vuestra alma y esta os
llevará a que se dé la perfección en vuestro ser y a eso estáis llamados todos
vosotros, Mis pequeños, pero ¿cuántos de vosotros realmente estáis atendiendo a
lo que se os pide?
Os decís bautizados,
hijos de Dios, pero son solamente palabras que no tiene fundamento, el ser
bautizados os compromete a una vida espiritual profunda y bella, ¿qué estáis
haciendo con las promesas del Bautismo, de la Confirmación, de los Sacramentos?
Casi os podría decir que os burláis de la Gracia de Nuestro Dios. Sois
bautizados de palabra, más no de obras. ¿Qué habéis hecho con la vida de
vuestros hijos? No les ayudasteis a crecer en esa vida espiritual que el alma
necesita, que añora, de la cual vive y crece.
Sí, Mis pequeños,
muchas almas que bajaron a la Tierra, fueron destruidas por sus propios padres.
Teníais obligación de ayudarlas a vivir y hacerlas crecer y despreciasteis y
traicionasteis a Nuestro Dios, hicisteis un compromiso matrimonial, un
Sacramento, en el cual jurasteis dar vida a las almitas que Nuestro Dios os
diera en la presencia de vuestros hijos y asesinasteis a estas almas, las
asesinasteis espiritualmente, son almas muertas, son almas que no tienen vida,
están muertas a la Gracia, no han recibido Amor y no podrán dar Amor si no son
rescatadas.
Mucho mal habéis causado a la Creación de Nuestro Dios. No habéis cuidado
lo que Nuestro Dios os pidió cuidarais, en lo espiritual y en lo material y
todavía exigís que os dé todo, aun cuando os mantenéis vosotros en el mal y
además no agradecéis el Bien que se os da.
Ciertamente en una familia, al haber varios hijos, se viven diferentes
caracteres, algunos serán buenos, otros malos, a otros no les importa tal o cual
situación del hogar ni de su educación, pero los padres aman, los alimentan a
todos, los cuidan, a pesar de que a algunos de ellos, hasta a los padres puedan
traicionar y así sois vosotros alrededor del mundo. Algunos, hijos buenos, otros
traicioneros, otros malos y otros a los que no les importa la vida espiritual
para la cual vinisteis a vivir y a dar a vuestros hermanos. No sois hijos de
ejemplo, de ejemplo bueno, de ejemplo santo. Muy pocos son los que han permitido
que la Vida de Nuestro Dios viva en ellos y que por ellos se mantiene todavía la
Vida que os vino a dar Mi hijo aquí a la Tierra.
Estos son los hijos
aplicados y serán premiados, porque ellos son los que tendrán el Nuevo Mundo
prometido aquí en la Tierra, serán los que habitarán las Nuevas Tierras
purificadas, santificadas, primeramente por la Sangre de Mi Hijo y luego por la
sangre de los mártires de estos tiempos. Estas almas ejemplo son las que
habitarán y darán gozo eterno a Nuestro Dios en Su Santísima Trinidad.
Oh, Mis pequeños,
cómo quisiera que todos vosotros entendierais y os salvarais todos, pero os he
dicho que escudriño vuestra mente y vuestro corazón y veo tanta maldad y pecado
en vuestro ser, que lloro, lloro lágrimas de sangre y de dolor alrededor del
mundo, al ver vuestra vida de pecado y de maldad. Tanto que se os ha dado,
tantos cuidados Celestiales que han caído a la tierra para vuestro bien y
vosotros no los apreciáis ni los agradecéis. Si cuando menos voltearais a los
Cielos y pidierais perdón y ayuda, inmediatamente vuestras peticiones se
resolverían, pero que fueran peticiones de cambio espiritual, de pedir una
mejora en vuestro actuar, en vuestro pensar. Si pidierais al menos que la Gracia
de Nuestro Dios pudiera vivir plenamente en vuestro corazón, pero no sucede así.
Nuevamente os pido,
como Madre vuestra que Soy, que recapacitéis, que oréis insistentemente por la
salvación de vuestra alma y la de vuestros hermanos, que no echéis en saco roto
todas estos consejos y advertencias, porque el mal os está acechando y os quiere
destruir.
Acercaos a Mí, Mis pequeños, son Mis tiempos, es una Gracia muy grande que
Mi Dios Me ha dado para estos tiempos, el ayudaros plenamente para levantaros y
para vencer a Satanás,
pero debe haber una respuesta de vuestra parte.
Cómo quisiera obligaros al cambio para vuestro bien, pero tengo que
respetar vuestro libre albedrío, porque si vosotros no purificáis vuestro
interior, Nuestro Dios no puede estar a gusto en vuestro interior, un interior
lleno de maldad, de pecado y de traición.
Entended, Mis pequeños, que
primero debéis cambiar, cada uno de vosotros, en vuestro interior, al
purificarlo, Nuestro Dios vivirá en vuestro interior y a partir de ahí, toda
vuestra vida cambiará hacia el bien.
Por eso se os ha dicho que no señaléis al hermano, vosotros sois los culpables
de vuestra propia actuación y posiblemente vuestro mal actuar ha sido ejemplo
para que otros hermanos vuestros hayan caído en el error y estén causando tanto
error en el mundo.
Sed humildes, Mis pequeños, muy humildes, sed como niños, para que os
sintáis desprotegidos, pero de vuestras propias fuerzas, para que, al momento en
que os acerquéis a Nuestro Dios, a donde Yo os llevaré, seréis colmados de Su
Gracia y de Su Amor y así ya no os sentiréis desvalidos.
Sed prudentes y sabios, porque
los tiempos ya son difíciles para llevar una vida espiritual correcta, pero con
Nuestra ayuda, si venís a Nosotros, os podremos guiar para que deis lo mejor que
podáis para el Reino de Nuestro Dios.
No os acostumbréis a
la vida de pecado porque, desgraciadamente, muchos de vosotros estáis así, os
habéis acostumbrado tanto al mal, que ya no queréis buscar el bien que realmente
os va a santificar.
Agradeced, de corazón, a Nuestro Dios, que tanto bien ha derramado sobre
vosotros, sobre los vuestros, sobre el mundo entero, que os ha colmado de bienes
a lo largo de vuestra vida, pero que vosotros no habéis tenido esa delicadeza,
que deben tener los hijos de Dios, de agradecerle tantas y tantas Bendiciones
salidas de Sus Manos, pero sobre todo, de Su Corazón para vuestro bien.
Normad vuestra
existencia basados en las Leyes que Nuestro Dios os ha dado y sobre la Vida,
Consejos, Alimento espiritual que Mi Hijo os dejó. Sed hijos verdaderos Míos,
Soy vuestra Madre, Madre del género humano y tened la confianza, Mis pequeños,
de venir a Mí en todo momento que necesitéis. Yo os llevaré hacia Nuestro Dios
para que Él os dé lo que necesitéis de lo material y de lo espiritual, pero
tened la confianza de venir a Mí.
La Fe hace Milagros, Mis pequeños, no Me tengáis como una estampita más en
vuestro bolsillo, que raramente Me sacáis y Me veis y quizá os acordéis de Mí.
No, Mis pequeños,
Yo voy a
vuestro lado, también, a lo largo de vuestra vida y os voy cuidando de que no
tropecéis con todos ésos pedruscos que Satanás pone en vuestro camino y que son
las tentaciones a lo largo de vuestra vida.
Confiad en Mí, acudid a
Mí, que Yo os puedo llevar a la santificación de vuestra alma. Mucho bien os
espera, Mis pequeños y Yo, como Madre vuestra os quiero llevar a obtener ese
bien, porque son los regalos inmensos de Nuestro Dios.
No desaprovechéis, Mis pequeños, tanto bien que día a día se derrama sobre
vosotros, pero no lo pedís y con esto, no lo aprovecháis.
Vivid vida de oración, de
profunda oración y así encontraréis en vuestro interior a Nuestro Dios y
gozaréis Su Presencia real dentro de vosotros.
Tomad ya pues, Mis
pequeños, el buen camino que os dirigirá directamente hacia el Reino de los
Cielos. No os desviéis, no salgáis de él, manteneos en él, pase lo que pase, que
al final, esa Luz Divina os estará esperando y que os abrirá las Puertas para
que gocéis eternamente con Nuestro Dios.
Os amo, Mis pequeños, gracias por vuestro bien y por vuestro amor.
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