SALMO 50

 

Antífona: Dale, Señor la eterna salvación.

 1. Piedad de mí, Señor, en tu bondad, en la abundancia de tu amor borra mi falta. Lava Tú de mi maldad todo vestigio, purifica mi alma del pecado.

Dale señor, la eterna salvación.

2. Pues mi falta yo la conozco, mi pecado no se aparta de mi  mente: contra Ti, contra Ti, sólo pequé, lo que tus ojos aborrecen yo lo hice.

Dale señor, la eterna salvación.

3. Es así, muy justa tu sentencia, no hay reproche en el juicio de tus labios. En verdad estuve en culpa de nacer y en pecado desde el seno de mi madre.

Dale señor, la eterna salvación.

4. Tu quieres rectitud en lo profundo, en mi interior quieres Tú que sea sabio; rocía mi alma y seré limpio: si me lavas cual nieve quedaré.

Dale señor, la eterna salvación.

5. Haz que me llene de júbilo y de gozo, alégrense los huesos que humillaste; no fijes tu semblante en mis pecados y dígnate borrar todas mis faltas.

Dale señor, la eterna salvación.

6. Un corazón crea en mí de pureza, un espíritu recto pon en mí; no me rechaces lejos de tu rostro ni me prives de tu espíritu santo.

Dale señor, la eterna salvación.

 Te encomendamos, Señor, a nuestro hermano(a), a quién en esta vida mortal rodeaste siempre con tu amor infinito; concédele ahora, libre de todos los males, participar en el descanso eterno. Y una vez que la primera creación  acabó para él, concédele entrar en tu paraíso, donde no hay llanto, ni lágrimas, ni dolor, sino paz y alegría con tu Hijo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

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