El pecado no impide mi acción

 

 

 

 

  El que no admite su culpa impide Mi acción santificadora. Hijos de Dios, las almas que Me poseen saben elevar adecuadamente su corazón a Dios, porque son conscientes de la grandeza y alta dignidad de Dios Altísimo. Las almas que Me poseen saben hacer una oración en condiciones, porque ponen el criterio del Cielo por encima de su propio criterio y del criterio del mundo. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

  

  Hijos de Dios, aunque seáis pecadores y el pecado anide en vuestras almas, invocadme a la hora de orar para que Yo os de la luz necesaria y sepáis como hacerlo. El pecado no impide Mi acción, por eso, debéis de invocarme y pedirme luces y sabiduría para que sepáis dirigidos a Dios Altísimo, y vuestra plegaria, sea grata y eficaz ante Dios. 

  

  El pecador que se dirige a Dios debe hacerlo con extrema humildad, y todos, hijos de Dios, sois pecadores. Recordad el retorno del hijo pródigo, su humildad alegró el corazón de su padre y celebró su retorno copiosamente. Recordad la parábola del publicano, pecador también, su humildad verdadera le hizo salir justificado, no así la del fariseo que le cegó la soberbia y el amor a sí mismo. 

  

  Hijos de Dios, Yo el Santificador de las almas estoy para que los pecadores vuelvan su rostro a Dios y sus vidas cambien, pero hace falta también unas disposiciones para ello, porque el que no admite su culpa, el que la disculpa, el que le quita importancia, no está en las debidas disposiciones e impide Mi acción santificadora, porque su soberbia y amor a sí mismo, Me cierra las puertas para entrar en su alma e iluminarle. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

  

  No os desaliente veros y ser pecadores, desalentaros más bien, porque no os veáis como tales y creáis que estáis en buen camino. Quien admite el peligro (de condenarse) sabrá superarlo, pero quien no quiere saber nada de los malos pasos que lleva, se ciega a sí mismo e impide ver el verdadero camino de salvación que debe recorrer. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

  

  Son multitud de medios que tenéis para el retorno a Dios, pero el motor de todos ellos debe ser la humildad y reconocimiento de vuestras culpas. Aceptando y admitiendo que sois pecadores tenéis medio camino andado y, el resto os será más fácil recorrerlo. Pero quien no admite que es pecador y que lleva malos pasos, no saldrá del punto de partida y se quedará allí anclado sin avanzar ni un solo paso. Yo, Espíritu de Dios, os hablo. La paz del Cielo os acompañe para siempre.

 

 

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